No próximamente: The Raid 2

La continuación de la magistral sorpresa indonesia de hace dos años trae la misma energía y brutalidad, pero sumando variedad y espectáculo para convertirse en una de las mejores películas de acción de los últimos tiempos.

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En una época en la que la gracia de las artes marciales fílmicas como se filmaban antes, haciendo alarde de la destreza de los actores con impresionantes y exquisitamente coreografiadas secuencias filmadas con coherencia, ha sido casi totalmente reemplazada por un estilo mucho más “realista” de edición hiperactiva y cámaras propensas a sacudirse como si entre los peleadores realmente hubiera alguien con una cámara filmando la pelea para subirla a YouTube. En manos de directores hábiles como Paul Greengrass esto se presta para que la acción se sienta más personal sin dejar de sentirse emocionante, pero en la mayoría de los casos no pasa de una cortina para hacer menos evidente una falta de destreza de los actores o los realizadores.

Y es el hecho de que ese modo de filmar acción predomina actualmente lo que hizo de The Raid una sorpresa tan grata cuando llegó al mundo en 2012. El filme indonesio del director Gareth Evans era corto en argumento pero abundante en prolongadas e inusitadamente brutales secuencias de pelea filmadas con la energía y el movimiento del cine más moderno, pero con la fluidez y coherencia de lo mejor del género de las artes marciales.

La historia transcurría en un alto edificio de Jakarta dominado por un jefe criminal con un ejército de secuaces, donde un grupo de policías se infiltra para realizar arrestos. Sin embargo, cuando su presencia es delatada, el mafioso sella el edificio y ordena a sus hombres dar caza a los intrusos. Desde entonces seguimos a uno de los policías, un joven oficial llamado Rama (Iko Uwais), que emplea sus impresionantes habilidades de combate para esquivar puñetazos, patadas, machetes y todo tipo de instrumentos de muerte que los secuaces del mafioso ponen en su camino, rompiendo huesos en su camino hacia la salvación.

Su esperada secuela, estrenada este año, comienza exactamente donde terminó el filme anterior, con Rama saliendo del edificio, de donde es recogido por un veterano agente de la Policía que maneja un grupo clandestino encargado de luchar contra el crimen organizado, y que quieren infiltrar a Rama en uno de los clanes criminales de la ciudad para exponer la corrupción reinante en las altas esferas de las fuerzas del orden que tratan con estos clanes.

Aún con todos sus méritos, principalmente relacionados directamente a escenas de Rama tratando de destrozar extremidades mientras cinco tipos intentan hacerle cosas perjudiciales para la salud con armas blancas, la primera The Raid tenía un defecto imposible de obviar: esa misma simpleza argumental que permitía al filme ser una seguidilla casi ininterrumpida de espectaculares momentos de acción con muy poco guión limitaba la acción a los pasillos y las habitaciones del edificio, y después de un tiempo el filme se tornaba algo repetitivo. Las peleas cambiaban, involucraban a distintos números de peleadores con armas diferentes, es cierto, pero siempre tenían como trasfondo paredes grises y luces fluorescentes.

Evans resuelve esto en la segunda parte poniendo un poco más de énfasis en el argumento, que no deja de ser satisfactorio por ser una nueva versión más de Infernal Affairs y Los Infiltrados. Es básicamente la misma historia de un hombre bueno obligado a hacer cosas malas y comenzando a perder la noción de dónde acaba su “yo” infiltrado y comienza su verdadero ser que ya hemos visto en decenas de películas, series, libros y hasta videojuegos. Pero cumple la función de dar un esqueleto un poco más amplio en el que colgar todo lo demás.

Esta nueva premisa más abierta permite la incorporación de algunos muy bienvenidos y coloridos nuevos personajes. Desde un psicópata con un bate de béisbol hasta una mujer que pelea con martillos, pasando por el vagabundo más mortífero jamás puesto en la pantalla, el filme se regodea en la oportunidad de darnos toda la acción que podamos consumir. Volviendo a la mención de los videojuegos, por momentos el filme se siente como una adaptación de los clásicos “beat ‘em ups” al estilo de Final Fight, con el héroe arrasando con oleadas de matones, con algún que otro “super matón” equivalente al jefe de un nivel cada tanto tiempo.

Sacando la acción del edificio y soltándola para que corra libre por Yakarta permite que no solo los personajes y los escenarios, sino también la acción en sí. Claro, hay muchos combates cuerpo a cuerpo de un hombre contra un pelotón de carne de cañón, como en la película anterior, pero también nos encontramos con batallas campales de todos contra todos, tiroteos y una de las mejores persecuciones automovilísticas que recuerdo haber visto.

Todo esto, por supuesto, filmado con la misma destreza técnica y talento para mover la cámara ágilmente aún en lugares cerrados que Evans ya había demostrado en la película anterior. Logra hacer que uno se sienta en el medio de la acción sin permitir que uno se maree.

Para ponerlo simple, The Raid 2 es un goce y una verdadera evolución, un filme con todas las fortalezas de su predecesora y casi ninguna de sus debilidades. Si hay algo qué reprocharle es quizá el hecho de que se pasa un poco con la duración, y que el final absoluto es algo anticlimático, pero todo lo que viene antes es oro puro del cine de acción.

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THE RAID 2: BERANDAL

Dirigida por Gareth Evans

Escrita por Gareth Evans

Producida por Nate Bolotin, Ario Sagantoro y Aran Tertzakian

Edición por Gareth Evans

Dirección de fotografía por Matt Flannery y Dimas Imam Subhono

Banda sonora compuesta por Aria Prayogi, Joseph Trapanese y Fajar Yuskemal

Elenco: Iko Uwais, Arifin Putra, Tio Pakusodewo, Oka Antara, Alex Abbad, Cecep Arif Rahman, Julie Estelle, Very Tri Yulisman y Ryuhei Matsuda

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