No próximamente: “Straight Outta Compton”

La historia del influyente grupo de rap N.W.A. es explorada en un vibrante y fascinante filme que retrata de forma tangible la comunión entre unos artistas y la era de la que fueron producto y voz.

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No Próximamente es una entrega semanal dedicada a destacar y reseñar películas recientes que probablemente no lleguen a cines de Paraguay.

Surgido de las violentas calles de Los Ángeles de finales de los 80, el grupo de hip hop N.W.A. es una de las piedras angulares del rap “gangsta” y, en cierta forma, la mayor parte del género del hip hop desde entonces. Y quizá apropiadamente, la película que hace una crónica de la historia de esta banda lo hace desde una perspectiva más o menos externa, poniendo como centro del filme el mundo que engendró el escandaloso arte de N.W.A. y el efecto que ese arte tuvo en dicho mundo.

El filme comienza con Eric Wright (Jason Mitchell), quien iría a ser conocido como Eazy E, escapando a duras penas de una redada policial en una casa donde estaba llevando a cabo negocios con drogas. No muy lejos, Andre Young (Corey Hawkins), el futuro Dr. Dre, es bruscamente sacado de un trance musical por su madre, quien lo confronta con la realidad económica que contrasta con sus sueños de fama; en un autobús escolar, un joven Ice Cube (O'Shea Jackson Jr., hijo del verdadero Cube) escribe rimas en su cuaderno antes de tener un encuentro demasiado cercano con la violencia de las pandillas.

A diferencia de la otra gran “biopic” musical de 2015, Love & Mercy, que buceaba en el interior de la mente de su protagonista, Straight Outta Compton es mucho menos introspectivo, centrándose en las distintas personalidades que conformaron el grupo – particularmente Cube, Dre y Eazy E – para contar al mismo tiempo la historia del meteórico ascenso de los raperos a la fama y la fortuna, y la forma en que el el ambiente influencia el arte, y el arte influencia al ambiente.

Durante su primera mitad, el filme avanza como una topadora, con una energía y un impulso palpables mientras las distintas influencias que hacían la vida diaria en el conflictivo sur de Los Ángeles – la pobreza, el crimen omnipresente y su consecuencia opuesta pero igualmente extrema en el racismo institucional y la brutalidad policial – se van cristalizando en las letras de las canciones que luego irían a formar parte del disco Straight Outta Compton. El director F. Gary Gray no quita el pie del acelerador durante toda esta primera parte, que tiene su climax en un atrapante concierto en Detroit que es puntuado por el momento más poderoso del filme, cuando el grupo lanza un desafío directo a la policía.

El problema es que para cuando ese increíble momento termina, todavía queda media película, y mantener el ritmo que el filme había llevado antes por otra hora hubiera sido una propuesta poco realista, así que la película no puede evitar bajar de ritmo a partir de ese momento.

En su segunda parte la película deja parcialmente de ser una crónica social y artística – salvo por la obligatoria introducción de los disturbios por el caso Rodney King hacia el final del filme – y se deja caer un poco en el estilo de una “biopic” musical más tradicional. Tras el ascenso de la primera parte llega la caída, y el filme se vuelve más una pequeña lección de historia que retrata los conflictos y separaciones del grupo, con Dre, Cube y Eazy tomando sus respectivos rumbos y sembrando las semillas del futuro inmediato del hip hop influenciando a gente como Snoop Dogg o Tupac.

Si bien esta segunda mitad está lejos de poder ser considerada “mala”, ya que las actuaciones se mantienen uniformemente buenas y la historia que se cuenta no deja de ser interesante – después de todo, hemos pasado todo el filme con el ya mencionado trío, y los dramas que enfrentan no dejan de ser cautivantes –, pero por mucho que el filme explote de forma bastante efectivas cuestiones como la rivalidad entre Cube y sus excompañeros, la influencia destructiva de Suge Knight en Dre o el complicado conflicto interno de Eazy con respecto al manager del grupo, Jerry Heller (Paul Giamatti), esa segunda mitad no puede evitar sentirse un poco más apagada que lo que vino antes. Además hay omisiones que se sienten molestas; la historia de Dre de violencia contra las mujeres es lamentablemente omitida, lo que no sorprende teniendo en cuenta que el propio Dre es productor del filme.

Gran parte del mérito en lograr que Straight Outta Compton funcione tan bien como lo hace, además del sólido guión, debe atribuirse a un elenco excelente del que se destacan Mitchell, Hawkins y Jackson Jr. (un Doppleganger casi impecable de su padre), que hacen un gran trabajo al vendernos a tres jóvenes que al mismo tiempo muestran gran determinación, innegable talento y cierto grado de desconcierto, como si se preguntaran cómo fue que llegaron a toda la locura que los rodea; hay una gran cantidad de sutileza en estas actuaciones que hace sentir a estos personajes como seres humanos reales en vez de simples caricaturas de artistas famosos.

En lo que a filmes biográficos musicales respecta, a pesar de sus imperfecciones, Straight Outta Compton es uno de los mejores ejemplos de ese sub-género que vi en mucho tiempo.

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STRAIGHT OUTTA COMPTON

Dirigida por F. Gary Gray

Escrita por Jonathan Herman y Andrea Berloff

Producida por F. Gary Gray, Dr. Dre, Ice Cube, Tomica Woods-Wright, Matt Álvarez y Scott Bernstein

Edición por Billy Fox y Michael Tronick

Dirección de fotografía por Matthew Libatique

Banda sonora compuesta por Joseph Trapanese

Elenco: O'Shea Jackson Jr., Corey Hawkins, Jason Mitchell, Aldis Hodge, Neil Brown Jr., Paul Giamatti, R. Marcos Taylor, Corey Reynolds, Alexandra Shipp y Keith Stanfield

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