No próximamente: “Ex Machina”

Si bien las propuestas de ciencia ficción centradas en inteligencias artificiales que hemos tenido este año eran asuntos de espectáculo y emoción, “Ex Machina” comercia en suspenso y cerebro.

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Las películas sobre inteligencias artificiales – de las cuales ya tuvimos dos en nuestros cines este año, con al menos una más en camino – en su mayoría encaran el tema de dos formas: historias paranoicas sobre los peligros que representan (como las películas Terminator, Matrix o incluso la reciente Avengers: Era de Ultron) o filmes emocionales sobre el drama de una nueva forma de vida y la forma en que la humanidad reacciona ante ella, como se puede ver en filmes como Inteligencia Artificial o la reciente Chappie.

Incluso yendo más atrás en el tiempo a la era pre-Star Wars, en que la ciencia ficción por lo general era más seria y meditativa, tenemos ejemplos como 2001 e incluso Westworld – por citar solo un par - que siguen esa tendencia paranoica, cada uno a su propia manera muy distinta.

Ex Machina, el debut como director del guionista inglés Alex Garland – a quien podemos agradecer por la existencia de películas como las inolvidables Exterminio y Sunshine de Danny Boyle o la redención del juez Dredd en el cine con la excelente Dredd de 2012 – a pesar de ostentar increíbles efectos especiales que no podían haberse logrado décadas atrás, parece un filme hecho para una época anterior de la ciencia ficción, más interesado en contemplar las implicaciones y las consecuencias de los increíbles avances que presenta, y rociando una gruesa capa de paranoia y suspenso en vez de ponerlo todo en el más accesible pero menos incisivo envoltorio de una película de acción.

Caleb Smith (Domhnall Gleeson, una presencia cada vez más frecuente y con justicia) es un empleado de Bluebook, el principal motor de búsqueda por internet del mundo, aparentemente uno en el que Google no existe o fue eclipsado. Caleb resulta ganador en un sorteo que tiene como premio pasar una semana con el fundador de la compañía, el brillante y reclusivo Nathan Bateman, en su aislada propiedad en las montañas del norte de los Estados Unidos.

Nathan – brillantemente interpretado por Óscar Isaac – confirma lo que Caleb rápidamente deduce: el sorteo nunca fue tal, Caleb fue elegido, y no para simplemente pasar una semana con su jefe. Nathan ha desarrollado en secreto una inteligencia artificial, y Caleb fue elegido como el componente humano de una variación de la prueba de Turing, un examen para determinar si la IA de verdad es consciente.

Durante los próximos días, Caleb debe entrevistar a la IA Ava (Alicia Vikander), pero pronto resulta evidente que hay algo más detrás de todo; frecuentes cortes de energía, la naturaleza secretista del superficialmente afable Nathan y crípticas advertencias por parte de Ava plantan una semilla de sospecha en Caleb, quien comienza a preguntarse quién está siendo evaluado, con qué propósito y por quién.

Garland, ingeniosamente, hace un filme de ciencia ficción que es inteligente y desafiante sin ser inaccesible. Cuestiones técnicas como los detalles de la fabricación de Ava y su funcionamiento son sacadas del camino sin miramientos con una o dos cortas escenas de diálogo expositorio, y las cuestiones filosóficas y morales de lo que ocurre son dejadas como subtexto, no declaradas explícitamente. “Algún día las IA nos mirarán a nosotros como nosotros miramos a los fósiles de África. Simios erguidos viviendo en la tierra con un lenguaje y herramientas rudimentarias, destinados a la extinción”, dice Nathan en un momento dado, planetando el surgimiento de la inteligencia artificial como algo una elección humana y a la vez algo inevitable debido a la naturaleza curiosa del ser humano, que si puede hacer algo lo hará, aunque eso eventualmente pueda resultar en su destrucción.

Aunque ocasionalmente Garland recurre a simbolismos baratos como hacer Caleb cite la famosa frase de Robert Oppenheimer tras la creación de la bomba atómica (que ya ha sido usada tantas veces en películas, series, novelas y videojuegos), el filme no pinta el surgimiento de la IA como un castigo kármico para la humanidad como suele ser el caso en este tipo de filmes, que generalmente presagian un apocalipsis. En su ritmo y desenlace oscuramente irónico pero de escala personal la película parece más un capítulo especialmente bien producido de La Dimensión Desconocida, o mejor aún un capítulo especialmente largo de la muy buena serie británica Black Mirror, a la que que por cierto vale la pena dar un vistazo si es posible.

En vez de las consecuencias de la IA, Garland está más interesado en explorar qué hace a una inteligencia y a una consciencia, artificial o no, y sabiamente enmarca ese debate en conversaciones casuales y momentos de silenciosas acciones en vez de enredarse en filosofía rebuscada, una trampa en la que los Wachowski cayeron en Matrix, por ejemplo.

Garland mantiene la historia a un nivel íntimo, dejando que la tensión surja exclusivamente de los intentos de Caleb por desvelar las varias capas de intrigas y misterios encerrados en la aislada residencia de Nathan y en las palabras y acciones de este y de Ava.

Como director, Garland no demuestra un estilo estético inmediatamente aparente – nada visual que lo distinga inmediatamente como, digamos, Zack Snyder o Michael Haneke, por dar ejemplos totalmente opuestos - , pero sí exhibe una buena noción de la importancia de encuadrar bien sus imágenes y de mantener el ritmo, estirando una toma hasta el máximo necesario para sacar la mayor tensión del momento, lo que acaba haciendo que algunas escenas, particularmente hacia el final, resulten efectivas cuando en manos de directores menos capaces podrían haber resultado demasiado bizarras para combinar con la sutil oscuridad que impregna la mayor parte de la película. En cierta forma su trabajo recuerda a la forma en que Danny Boyle – que estilísticamente es un camaleón - manejaba los tiempos en algunas de las películas en las que trabajó con Garland, particularmente en Sunshine.

Aunque la ciencia ficción sobre inteligencias artificiales funciona bien como puro entretenimiento, de vez en cuando es refrescante ver algo que toca el tema con desde una perspectiva más contemplativa y cerebral. Ex Machina hace esto sin sacrificar el entretenimiento.

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EX MACHINA

Dirigida por Alex Garland

Escrita por Alex Garland

Producida por Andrew Macdonald y Allon Reich

Edición por Mark Day

Dirección de fotografía por Rob Hardy

Banda sonora compuesta por Geoff Barrow y Ben Salisbury

Elenco: Domhnall Gleeson, Óscar Isaac, Alicia Vikander, Sonoya Mizuno, Symara A. Templeman, Elina AlminasGana BayarsaikhanTiffany PisaniClaire Selby

Enlance copiado
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