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Todo, gracias a que una persona alguna vez le sugirió durante su adolescencia leer unos libros, comenta Burián. A partir de allí, hubo un cambio total en su proyección de la vida y que, 40 años después, tiene sus resultados.
Este es solamente un caso de cómo la lectura puede potenciar grandes cambios, porque los beneficios que puede traer esta práctica tanto a nivel personal como a todo un país son innumerables. La educación, la salud e inclusive la política mejoran con una sociedad que lee.
Lo contado por Burián contempla dos aspectos fundamentales al querer hablar de la lectura como hábito. Primero, tuvo a su alcance el libro gracias a que otra persona le acercó los materiales y, por otro lado, tuvo la voluntad para aventurarse a leer.
El “querer” en el sentido de tener la voluntad y el “poder”, refiriéndose a la accesibilidad, es la combinación clave en esto, reflexiona Alejandro Hernández, vicepresidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).
Hernández dijo que hay libros que se consiguen a precios muy bajos, que pueden ser adquiridos fácilmente. No obstante, reconoció que para ello es necesario que la persona entienda la importancia de la lectura.
Entonces, debe haber un impulso. Si no es desde la propia familia –que sería lo ideal–, debería ser a través de políticas educativas reales, manifestó.
En ese sentido, las políticas de lectura no deben limitarse a la “instalación” de bibliotecas, dijo. A pesar de que esto puede ser un comienzo, no es lo que lleva a los niños y adolescentes a querer leer, reflexionó.
En su experiencia de visita a bibliotecas en instituciones educativas de todo el país pudo notar que, luego de que se montan estos espacios, nadie les da la importancia necesaria, o bien, no se acompaña el emprendimiento con un programa de lectura.
De hecho, muchas de las bibliotecas terminan convirtiéndose en sala de profesores o en depósitos, lamentó. Y eso que hablamos de aquellas escuelas en donde por lo menos se ha destinado un espacio a la lectura, porque existen también otras donde ni siquiera hay libros, lamentó.
A pesar de todas estas dificultades, cada vez hay más lectores en Paraguay, especialmente entre los jóvenes, según Hernández.
No solo la lectura científica, sino los cuentos, novelas y otros libros “de ocio” son los favoritos de este sector, precisó.
“Sentimos un aumento (de cantidad de lectores), pero es necesario tener más literatura en los colegios. Hay que promover la imaginación”, expresó el representante de la SEP.
Según datos de la Dirección General de Estadísticas, Encuenstas y Censos (DGEEC), el analfabetismo va reduciéndose entre los grupos más jóvenes de la población.
Esto apoya, en parte, lo que dijo el representante de la SEP, quien manifestó que hay mayor interés entre los más jóvenes por la lectura.
La tendencia en los últimos diez años fue de reducción del analfabetismo en todos los grupos etarios.
Sin embargo, el grupo compuesto por personas de entre 35 y más años sigue siendo el que mayor porcentaje de analfabetos tiene. Dentro de esta franja etaria, hay todavía un 9% que no sabe leer ni escribir.
En el grupo de 25 a 34 años hay un 2% de analfabetos. Entre aquellos que tienen 15 y 24 años, solamente hay un 1,4% que no sabe leer ni escribir.