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Energía móvil y ecológica fue la idea de seis jóvenes estudiantes. Entonces utilizaron el motor de una motocicleta y una batería seca, que luego pasaron a un invertidor de corriente para que no consuma mucha energía.
El combustible que utiliza la motoneta es un combustible eco flex, consistente en una mezcla de alcohol y gasolina, que también produjeron los jóvenes para este proyecto.
La idea surgió a partir de un desfile para el que realizaron un mini alumbrado público y lo alimentaron con un generador que tenían en el colegio. Entonces notaron que el mismo expedía en exceso el CO2, que resulta bastante contaminante.
Luis Vega, Ignacio Mosqueda, Víctor Benítez, José Tomás Morinigo, César Martínez y Jesús Vera, decidieron entonces buscar una opción más ecológica, entre las cuales nació la posibilidad de elaborar un biocombustible.
Primero buscaron preparar el combustible con naranjas y mandarinas, pero no funcionó porque al momento de destilar se arrastró más agua que alcohol, lo cual hizo inutilizable el experimento.
“Nuestra realización es ecológica porque no emite CO2 y el vapor que despide es más limpio”, expresó al respecto Jesús Vera (18).
Para disponer la estructura que habían planteado el principal inconveniente fue el dinero, explica Vera. Toda la máquina armaron con repuestos reciclados de motocicletas ya en desuso. El proceso abarcó cerca de tres meses, debido a la falta de accesibilidad a insumos y herramientas. “El primer prototipo fue complicado porque nunca antes armamos una moto así”, añadió.
Posteriormente hicieron una segunda máquina mejorada. “Conocimos grandes personalidades como el profesor Pascual Caballero y nuestro maestro empírico Carlos Vega. El señor Carlos fue nuestro mayor profesor y nos puso su taller a disposición para poder hacer nuestro segundo prototipo. Gracias a él el trabajo de tres meses y medio se simplificó en una semana”, relató Jesús Vera.
La motoneta generadora de energía tiene un pequeño enchufe en el lado izquierdo, y así es posible su uso. A la misma se puede conectar una heladera, un frezzer, un equipo de sonido o un celular. Con un tanque lleno utilizaría cerca de 12 litros de combustible, que significan como siete a ocho horas de uso y su potencia es de 220 v con 3.000 watts.
Jesús Vera contó que para el equipo una experiencia única el poder exponer ese artefacto después de meses de arduo trabajo, momento en que todo fue puesto a prueba, puesto que a medida en que llega la fecha de la feria de Ciencias en la institución, se presentaban más problemas.
Señaló que a pesar de los contratiempos no se desanimaron y cuando surgían más problemas veían la forma más rápida de solucionarlos. “No teníamos palabras cuando se nos aviso: ‘Ustedes son los ganadores del premio Pierre et Marie Curie’. Literalmente, fue un momento de euforia, en el cual todos gritamos”, añadió.
El concurso Pierre et Marie Curie es organizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y destinado a estudiantes del nivel medio de todo el país para promover las actitudes de investigación científica. Al final del mismo se premia a los alumnos, profesores e institución educativa.
Luego de ganar el premio, el Conacyt los invitó a participar en el local de la Expo Feria 2017, en el cual dieron a conocer su trabajo a la sociedad, a través de videos y explicaciones. “Fue una experiencia aún mayor el poder exponer no solamente a alumnos sino también al público general y que ellos vean el fruto del esfuerzo de unos alumnos de la media”, concluyó.
Actualmente, todos los integrantes de este grupo se encuentran en la universidad estudiando diferentes carreras pero se reúnen cada tanto para tratar de hallar un mejor prototipo.