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Corría el año 1986 cuando el sello RCA Ariola editaba Solos en América, un álbum fundamental en la historia de este artista y de su recordada agrupación ZAS. La Argentina de aquellos días estaba al mando de Alfonsín y apenas se instalaba la figura del “divorcio judicial”. Era cuando Miguel Mateos lanzaba canciones que compondrían la banda sonora de varias generaciones. En octubre de este año, ese mismo álbum será reeditado por Sony, a 30 años de su lanzamiento.
Ya en aquella década, sus canciones conquistaban emisoras de países como México, Perú, Chile, Estados Unidos y, obviamente, Paraguay no quedó atrás. Esta noche, Mateos se reencontrará con su público paraguayo en un concierto que tendrá lugar en el Centro de Convenciones Mariscal López, enmarcado en los festejos por el Día de la Amistad. “La idea es presentar un show que ya viene probadísimo (N. de R.: desde abril recorre escenarios de México y EE.UU.) y que no solo incluye canciones muy representativas del nuevo disco Electropop, sino que obviamente el show está armado por un gran caudal de tráfico de repertorio, así que es un show muy particular, muy potente, muy festivo”.
–¿Por qué Electropop?
–Electropop como idea, como contenido, como concepto, es la primera parte de una trilogía que yo tengo en mi cabeza: hacer tres discos con los géneros fundamentales de mi formación. Uno es, obviamente, el pop-rock o rock-pop o electropop o canciones representativas a lo largo de mi carrera. El otro disco va a ser un disco dedicado a lo acústico, a lo más folk y, por ultimo, la tercera parte de la trilogía (es) un disco dedicado al rock and roll. Eso llega de alguna manera una suerte de manifiesto respecto al género como primera parte de esa trilogía, Electropop, y de alguna u otra manera es un tributo ochentoso por su sonido, por las características de su composiciones y su producción, que tienen una gran empatía de repente con gran parte de mi material.
–¿Cómo lleva el desafío de romper las barreras generacionales y seguir renovando su público?
–Sencillamente soy muy afortunado, muy consistente, muy apegado y obviamente muy responsable de todo lo que tenga que ver con mi producción, con mi vocación, que en este caso sería la de componer música y tocarla en vivo. Así, efectivamente, soy una suerte de sobreviviente de los ‘80. Siempre digo que fui muy prolífico y, además, tanto los mejores shows que di en mi carrera fueron por diferentes razones: por madurez, por la energía, por la emoción, obviamente por tener también muchas canciones. Esa es la gran fortuna: a lo largo de 30 años, convertidas en el inconsciente colectivo de la gente, pero creo que hoy canto mejor, que doy un mejor show, que toco mejor el piano. Así que creo que la madurez me ha hecho bien.
En Electropop (2016) -también editado en vinilo-, Mateos publica creaciones como Euforia, El diablo enamorado, Cinco estrellas y Las cosas que hacemos por amor. Sus estrategias de lanzamiento, sin embargo, nunca pasaron por exponer su vida personal ni crear un personaje mitológico que busque seducir a los medios.
“En ciertas formas me he resguardado efectivamente y absolutamente; lo que pienso, lo que siento, está transfigurado en canciones”, confiesa. “A lo largo de todos esos años no me pareció oportuno salir de lo que es básicamente la misión del artista, que es la de trabajar, componer, estudiar, seguir creando y seguir pensando de repente que su arte y que su obra se mantenga”.
–¿Le tocó atravesar episodios de vacíos creativos durante su carrera?
–Sin duda que sí, obviamente. Hay momentos de gran vacío y de gran duda, los he pasado. Al principio me asustaba un poco porque pensaba que no se me iba a ocurrir nada más, pero esos momentos después lo supe manejar porque esos momentos en los que uno no se acerca al instrumento, al piano, a la guitarra; son momentos para estudiar. He estudiado armonía, piano, he leído de repente. Son momentos en donde de repente el hambre de cultura o el hambre para seguir expandiendo la imaginación pasa por otro lado. Así que me he dejado llevar por esos momentos y han sido muy enriquecedores por otro lado.
No hay karaoke que no lo tenga entre los más interpretados. De su extensa lista de hits, Cuando seas grande y Tirá para arriba son algunas de las más solicitadas. “Yo lo debo haber compuesto en el ‘85. Sencillamente una canción que tiene que ver con una posibilidad por ahí temática de tirar para arriba, aún con más dudas”, recuerda. “Tirá para arriba era una canción que yo escribí a partir de la reconversión y de la recuperación de la democracia en Argentina, después de muchos años de la dictadura fatal, militar”.
De Cuando seas grande apunta que la temática también pasa por ese lado. “Después es un rock and roll clásico, de repente y con mucha fuerza, con un riff que suena a los primeros compases. Apenas sale sonando el primer riff... son esas canciones tocadas por la mano de Dios”.
–¿Cuesta llevar el peso de tantos hits a cuestas?
–Por ahí al principio de mi carrera, cuando era más joven... siempre te piden las mismas canciones, uno se pone un poco como loco porque dice: ‘Bueno, paren un poco porque, obviamente, tengo canciones nuevas. Me gustaría cantar canciones nuevas”. Pero a lo largo del tiempo y la madurez, al haber entendido esas canciones escritas por ahí hace 20, 30 años atrás, siguen teniendo una vigencia tan fuerte que hace que la gente se emocione y yo vea desde el escenario (...) Yo he hecho un pacto desde hace mucho tiempo con eso y cada vez que subo al escenario y alguien pide una canción lo hago con esa consigna: sabiendo lo que significa para mucha gente a lo largo y ancho de América Latina.
Miguel Mateos se presenta esta noche en el Centro de Convenciones del Mariscal. Las entradas se venden en la Red UTS, a G. 120.000 (Generales) y G. 220.000 (VIP).