Menú de hoy: Costillitas de perro

En Paraguay no existe una normativa que prohíba el consumo de carne de perro coinciden varias autoridades nacionales, muy a pesar de los activistas que luchan para proteger a estos tiernos mamíferos.

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El debate sobre el consumo de carne de perro surge a raíz del atropello a la casa de un ciudadano coreano en Paraguay. El hecho se registró tras la sospecha de los  activistas que supuestamente los orientales criaban dichos animales para su consumo personal.

Tanto la Fiscalía del Medio Ambiente, como el Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición como el Servicio Nacional de Calidad y Salud Ambiental coinciden al señalar que en Paraguay no existe una ley o en ninguna de la leyes vigentes, se prohíbe el consumo de carne de perro. Recién ahora se desarrolló una ley de Protección Animal, la cual aún se encuentra en estudio en el Congreso Nacional.

Si bien los amantes de los caninos no verán con buenos ojos esta noticia es la realidad del país. La fiscala del Medio Ambiente, María Bernarda Álvarez señaló que la ley vigente protege de la caza y la comercialización solo a las especies silvestres y actúa en el caso de que el consumidor sea engañado, por ejemplo, en la compra de carne de perro, como de animal silvestre.

“Si hay comercialización de alimentos nocivos como carne en mal estado que provocan después efectos sobre la salud, en todo caso entraría en ese tipo de cosas”, agrega.

La directora del INAN Laura Mendoza por su parte, señala que el consumo no está prohibido siempre que se certifique las condiciones en que fue criado el animal de tal manera que no constituya en un riesgo a la salud humana.

Es decir, que el ser humano puede consumir la carne de las diferentes especies animales, siempre que se cumpla con las normativas sanitarias que garanticen que su consumo no es nocivo para la salud humana.

Álvarez señala que en Paraguay el consumo de la carne de perro es visto con cierto desprecio por una cuestión social, es decir que no estamos acostumbrados a comer carne de perro, sin embargo, la carne vacuna es el principal alimento nacional, así como el pollo y el cerdo, que se comercializan a gran escala.

En países como Corea, Filipinas, Vietnam, también Camboya, Japón, Laos, Taiwán, Indonesia, Birmania, Angola, Camerún, Lagos, Nigeria y China, es común el consumo de carne de perro. Entre las razones esta la falta de lugares para criar animales vacunos, en especial en las zonas frías, ya que no soportan las temperaturas heladas. 

Otro motivo es que la carne posee propiedades que otorgan vigor al cuerpo y mejoran la piel, por el alto contenído proteíco y de ácidos grasos insaturados que previenen el colesterol y enfermedades coronarias.

Mientras que en algunos países los perros son vistos como compañías de cuatro patas por su inteligencia y sensibilidad, otros los crían como animales guardianes exponiendolos a la intemperie para utilizar su instinto y así proteger el patrimonio a cambio de unos pedazos de carne y un hogar.

También están aquellos que crían perros como si fuesen humanos, algo que no se condice con su naturaleza animal, siendo paseados en públicos luciendo trajecitos, perfumados con esencias o talcos, entre otros elementos propios del aseo humano.

En el Paraguay, la cultura enseña que el perro es el mejor amigo del hombre, por lo tanto sirve para crear un vínculo de amistad o trabajo. Este pensamiento se extiende a más países de occidente, y pese a ello, su consumo se práctica entre cuatro paredes. 

La carne de gato llegó a consumirse en Argentina durante el periodo en que el país atravesó una grave crisis. Muchos argentinos y de otras nacionalidades que vivían en zonas humildes tuvieron que recurrir a esa carne para alimentarse.

La carne de rana (Fuente: Informe 21.com) es otro manjar prohibido. Muchos países ofrecen incluso las patas de ranas como una “delikatessen”. Es considerada un alimento sabroso, de fácil digestión, muy rica en proteínas y sales minerales pero con bajo tenor de gorduras y calorías.

A esto se suma la carne de rata, muy popular en Vietnam, que además de ser apetecible se convirtió en una forma de luchar contra la proliferación de la plaga. Cada año se venden al menos 3.600 toneladas de ratas en el sur de Vietnam, es decir unos 25 millones de roedores.

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