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Los pasados días lunes y martes, el experto español en manga Marc Bernabé dio sendas conferencias sobre la historia, alcance y realidad del cómic japonés, una de las partes más importantes del panorama editorial de ese país y una de las exportaciones más populares de la cultura popular nipona en el resto del mundo.
Bernabé, nacido en Barcelona en 1976, es el autor de una serie de exitosos libros titulados “Japonés en Viñetas”, unas herramientas pensadas para estudiar el idioma del país del Sol Naciente de forma autónoma, con la particularidad de que emplea ejemplos de manga para ilustrar sus lecciones y numerosos ejercicios.
“Desde muy pequeño siempre había tenido una afinidad muy especial con Japón, no por ningún motivo en especial, no sé por qué”, comenta Bernabé. “Por otro lado, también me gustaba mucho el cómic, era lector de Tintín, Astérix”.
A esa combinación de gustos se sumaría uno más con los primeros compaces de la popularización en España –y el resto del mundo– del anime, o series de animación producidas en Japón. “Cuando era adolescente, comenzaron a emitir por la televisión programas como “Dragon Ball” y “Súper Campeones”. A todos los de mi generación nos gustaban, pero a mí me llamaba la atención esas letras misteriosas que aparecían en los créditos, hasta el punto de pensar que en el futuro me gustaría estudiar japonés”.
Objetivo que consiguió cuando empezó a estudiar una licenciatura de “Traducción e Interpretación”. “Ahí se juntó todo, traducción, pude apuntarme al japonés, y como me gustaban las historietas, la suma de esos tres factores da igual a traductor de manga”.
Junto a una socia, Bernabé se introdujo a la traducción de anime en 2000, teniendo la “gran suerte” –en sus palabras– de recibir como primer encargo la localización al español de “Shin Chan”, una serie de comedia que alcanzó una enorme popularidad internacional (pudo verse en Latinoamérica a través del desaparecido canal de cable Fox Kids).
En esa época, comenta el catalán, la cantidad de manga que se editaba en España era aún muy pequeña, pero fue creciendo exponencialmente en los siguientes años, y de igual medida fue aumentando la carga laboral para Bernabé y su Daruma Serveis Lingüístics, que finalmente llegó a un acuerdo para supervisar las traducciones de las editoriales.
Pero series como “Shin Chan” y populares mangas de acción como los icónicos “Dragon Ball”, “Caballeros del Zodíaco”, “Samurai X” o las más recientes “Naruto” y “One Piece” son solo la punta de un iceberg inmenso, uno que compone casi el 40% de toda la producción editorial japonesa; una producción que en el resto del mundo aún suele ser medida solo en base a sus principales embajadores llenos de magia, humor y acción, y por lo tanto en muchos casos visto como simple cosa de niños o de personas inmaduras, pero que en realidad abarca tantos géneros y demografías como uno podría encontrar en cualquier librería.
“Lo que nos llega a Occidente es básicamente historias de acción, peleas, superpoderes. Entonces la idea que tiene la gente del manga es esa, pero la realidad es que uno va a Japón y entra en una librería, y tendrá por supuesto ese tipo de historias, pero también tendrá de todo”, cuenta Bernabé. “Mangas sobre vino, manga de cocina, de médicos, todo lo que puedas imaginar; pero en Occidente, ya que a nosotros nos llegan 'Naruto' y 'Dragon Ball', la gente termina pensando que todo el manga es eso. Es como decir que todo el cine es como las superproducciones de Hollywood, que todo el cine es como 'Terminator'. Estaríamos olvidando a Woody Allen, a Andy Warhol”.
“En el manga hay muchísimos géneros”, continúa. “Depende de la edad, el género y los gustos. Hay un manga más o menos para cada persona. Por ejemplo, para niños, 'Doraemon' es muy entretenido, es muy sano, no hay nada polémico. Para adolescentes chicos, últimamente están muy de moda 'Naruto' o 'One Piece', que están llenas de acción. Para niñas, va a depender también de la edad, porque hay cosas como 'Kilari', que son muy ligeras, y cosas como “Nana”, que va de un grupo de punk y es bastante pesada porque sale gente desde fumando, hasta drogándose, suicidios... o sea, no es para niñas”.
“Luego, para lectores adultos, si les gusta el thriller, cosas como 'Monster' y si les gusta lo histórico o lo que lleva carga que te haga pensar, se me ocurren tres de Osamu Tezuka: 'Fénix', 'Buda' y 'Adolf'. 'Fénix' es una serie de historias que giran en torno a la figura del Ave Fénix; 'Budha' es una especie de biografía de Buda, de Siddharta Gautama… digo 'especie de porque pone cosas de ficción; y 'Adolf' es la historia de tres personas llamadas Adolf, una de ellas Hitler, durante la época de antes de la Segunda Guerra Mundial”.
Justamente, el nombre de Osamu Tezuka es uno de los más prominentemente mencionados en la charla de Bernabé, como en cualquier recuento de la historia del manga. Una figura tan crucial que, según aventura el español, sin él, el manga y el anime como los conocemos en la actualidad simplemente no existirían.
Un ávido fan del cine –particularmente de las películas animadas de Disney–, Tezuka introdujo no solo algunas de las convenciones estéticas características del manga como los ojos grandes en sus personajes, sino que también fue el primero en aplicar un estilo visual cinematográfico para presentar la acción que relataba, plasmando visualmente en sus páginas emocionantes secuencias que no quedarían mal, como el “storyboard” de una película. Suyas son obras seminales como “Astro Boy”, uno de los personajes japoneses más populares en todo el planeta.
A partir de él, una serie de otros creadores inspirados por su trabajo comenzaron a publicar historias de todo tipo, para gente de todas las edades, y el manga fue creciendo en alcance e influencia debido a esta constante evolución y renovación, creciendo con sus lectores al mismo tiempo que seguía produciendo opciones para sus nuevos fans.
“De la gente que empezó leyendo mangas de Tezuka, en 1950, muchos han continuado leyendo hasta hoy, porque nunca lo han considerado una cosa para niños”, relata Bernabé.
“El manga es un método, un medio tan amplio como lo puede ser el cine o la literatura. Tenemos películas de acción, películas románticas, de humor, de arte y ensayo, pornográficas. Tenemos libros de todo. Y también tenemos manga de todo”, afirma. “En Occidente, el problema siempre ha sido que el cómic, la historieta, se ha asociado siempre a cosas para niños, así que cuando tenías 15 años más o menos, tus padres ya te decían '¿qué haces leyendo esto?'. En Japón, en cambio, el cómic ha evolucionado de una forma en que es tan válido como el cine o la literatura”.