Los últimos Jedi y el futuro de Star Wars

En "Los Últimos Jedi", la saga "Star Wars" comienza a desvincularse de lo que pasó hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana.

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(Este artículo contiene spoilers leves de Star Wars: Los Últimos Jedi)

En una escena en la parte final de Star Wars: Los Últimos Jedi, los textos sagrados de la Orden de los Jedi, que Luke Skywalker guardaba consigo, son consumidos por las llamas. Es la culminación y la exposición menos sutil de uno de los temas centrales de la película y toda una declaración de intenciones de su director y guionista Rian Johnson: para acceder a su futuro, Star Wars debe desatarse de su pasado.

“Deja al pasado morir. Mátalo, si es necesario”.

Desde que Luke Skywalker acabó con el Imperio Galáctico al final de la trilogía original, Star Wars ha estado cargando con el peso de su legado, y el de la percepción de sus fans, como una mochila demasiado pesada. Nuestro mundo permeaba el mundo de fantasía espacial de George Lucas.

Por la gigantesca popularidad de Darth Vader, un villano extremadamente icónico que en la trilogía original igual no pasaba de ser simplemente la mano derecha del Emperador, George Lucas creó toda una trilogía en la que Vader (alias Anakin Skywalker) era retroactivamente imaginado como literalmente Jesús del espacio, concebido inmaculadamente por obra y gracia de la Fuerza y objeto de una profecía que decía que sería clave en el balance de la galaxia.

Estas precuelas de Lucas resultaron ser desastres incoherentes y la saga entró en coma, periodo en que los fans se dedicaron a analizar una y otra vez los fracasos de la saga de origen de Vader con pocas distracciones más allá de los cómics y novelas del llamado Universo Extendido de Star Wars, los ocasionales videojuegos o la serie animada Clone Wars, que llenaba el espacio de tiempo entre los episodios II y III de Lucas.

Diez años después del Episodio III Lucasfilm – ahora sin Lucas y bajo el estandarte de Disney – se disponía a devolver Star Wars a la pantalla grande, pero este primer filme, El Despertar de la Fuerza, también venía inevitablemente atado al pasado de la saga, tanto en la ficción como en nuestra realidad.

J.J. Abrams, director de El Despertar de la Fuerza, estaba a cargo de recuperar la confianza de los fans que se “quemaron” con la trilogía de precuelas, y lo hizo estableciendo la estética y la técnica de su filme de forma que emule lo más cercanamente posible a las películas originales; gran alarde se hizo del extenso uso de efectos especiales prácticos – grandes sets, marionetas aniatrónicas de las criaturas alienígenas, etcétera, en contraste con el universo casi totalmente digital de las precuelas, donde casi todo aparte de los actores eran creaciones hechas por computadora.

Dentro de su ficción, Abrams también hacía paralelismos directos con la realidad, haciendo a sus nuevos héroes, en particular Rey, avatares del fan de Star Wars que creció rodeado de la iconografía clásica de la saga y con cuentos sobre los legendarios Luke Skywalker, Leia Organa y Han Solo. En una de sus primeras escenas vemos que Rey ha hecho su hogar dentro de los restos de uno de los emblemáticos “caminadores” imperiales, y mientras cena se pone un casco de un piloto rebelde, como un niño pasearía por su casa en un disfraz de Star Wars. Incluso el villano, Kylo Ren, venera el casco derretido de Darth Vader como si fuera una reliquia religiosa.

Pero en Los Últimos Jedi, Rian Johnson establece la importancia de dejar atrás el pasado, sin olvidarlo por completo pero al mismo tiempo sin dejarse gobernar por él. Si El Despertar de la Fuerza era un recordatorio de lo que a la gente le gusta de Star Wars, Los Últimos Jedi comienza a explorar qué rumbos nuevos tomar con la historia para que deje de retroalimentarse consigo misma.

Esto se traduce en los primeros momentos genuinamente chocantes que Star Wars ha tenido en sus filmes... probablemente desde el final de El Regreso del Jedi, hace 34 años. Se traduce en decisiones imprevistas, nuevas habilidades y caracterizaciones que a veces parecen chocar con la imagen de ciertos personajes que habíamos visto por última vez hace tres décadas pero que los fans por reflejo esperan que sean básicamente los mismos en personalidad.

Pero el tiempo cambia a las personas, y también ha cambiado a Star Wars. La historia que Johnson plasmó en este Episodio VIII es una que no es principalmente para el fan de la saga que creció con la saga desde los años '70 u '80, o para los que se pasaron los diez años entre La Venganza de los Sith y El Despertar de la Fuerza haciendo análisis e imaginándose sus propias versiones de a dónde podía ir la historia en el futuro.

Me atrevería a decir que con Los Últimos Jedi Johnson quiso comenzar a contar una historia para aquellos que nacieron entre el Episodio III y el VII, y que ahora están descubriendo Star Wars como aquellos que en 1977 se encontraron con algo totalmente nuevo en el cine.

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