Los dolorosos traspasos

El mercado de pases del fútbol paraguayo tuvo dos fuertes sacudidas esta semana con la llegada al Olimpia de dos jugadores identificados con su tradicional rival, Cerro Porteño. No es la primera vez, y quizás no sea la última, que esto pasa. Un recuento.

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Eran los primeros minutos del pasado 1 de julio cuando aparecieron en redes sociales los mensajes que confirmaban oficialmente los dos golpes más importantes del mercado de pase invernal del fútbol paraguayo. Como es habitual de un tiempo a esta parte, Olimpia confirmaba la llegada de dos nuevos refuerzos, pero esta vez eran dos jugadores que llegaban desde el tradicional rival, Cerro Porteño: el arquero Diego Barreto y el mediocampista Miguel Paniagua.

Definitivamente, el caso de Barreto podría ser el más “traumático” de ambos. Diego debutó en el arco cerrista con 22 años en la temporada 2003, haciendo un gran partido justamente contra el Olimpia, sus muy buenas condiciones le valieron para ganarse rápidamente la titularidad, en detrimento de Aldo Bobadilla.

Junto a su hermano menor Édgar, también formado en las inferiores del club de Barrio Obrero, nunca escondieron su fanatismo por Cerro Porteño, un fanatismo heredado de su padre. Pensar en la posibilidad de una recalada en Para Uno era prácticamente imposible justamente por ello y por su gran identificación con el Ciclón.

Pero las cosas son muy cambiantes para los futbolistas profesionales. Diego defendió la azulgrana durante 13 temporadas distribuidas en cuatro etapas diferentes (2003-2005, 2006-2007; 2008; y 2009-2015). También tuvo pasos por equipos de España, Argentina y Suiza. Su contrato con la institución de Barrio Obrero llegó a su final el 30 de junio pasado y desde hace varios meses se especulaba con su salida.

Lo que no se esperaba nunca era el destino que podría llegar a tener.

Consciente de que a sus 34 años no le quedaban tal vez muchos años más de carrera como futbolista profesional, decidió aceptar la oferta de la comisión directiva del Olimpia, encabezada por Marco Trovato, quien ya había dado un golpe similar al contratar como entrenador a Francisco Arce, otro gran ídolo de Barrio Obrero. El Decano buscaba un arquero para cubrir la salida del argentino Christian Campestrini, quien llegó a principios de año luego de varios meses de inactividad y tras un primer semestre en el que se lució en el arco franjeado terminó siendo transferido al fútbol mexicano.

El cambio no va a ser fácil de asimilar ni para el jugador ni para la hinchada, pero se trata de un profesional que buscaba continuar con su carrera.

El caso de Miguel Paniagua tal vez no sea tan traumático como el de Barreto, pero también fue un importante golpe de mercado asestado por el Olimpia a su tradicional rival. El nacido en Ciudad del Este fue parte importante del título conquistado por el Ciclón en la primera mitad del año y se esperaba su continuidad en Barrio Obrero.

Sin embargo, la institución no se comunicó con él y el presidente Juan José Zapag salió a declarar públicamente que en caso de que se produjera el regreso del uruguayo Matías Corujo, entonces no se necesitaría del servicio de Miguel.

“Esperé hasta el último minuto”, relató en su primera práctica con el plantel franjeado. El volante debutó en Nacional en 2004 y pasó por Guaraní, el Deportivo Cuenca ecuatoriano y el River Plate argentino.

Pero los de Diego Barreto y Miguel Paniagua no son los primeros casos -es seguro que tampoco serán los últimos- de jugadores identificados con Olimpia o Cerro Porteño que terminan recalando en el tradicional rival. Hagamos un recuento de algunos casos.

Quienes vieron jugar a Hugo Ricardo Talavera lo describen como un 10 de enorme talento. Fue pieza clave en el Olimpia que conquistó todo lo que le se le puso delante bajo el timón del uruguayo Luis Cubilla. Lo que pocos recuerdan -o tal vez no quieran recordar- es que el “arquitecto” franjeado tuvo su paso previo por el tradicional rival.

En 1971 fichó por el Ciclón. “En el Ciclón jugaba de 6 ó de 8, porque Arrúa ocupaba el puesto de 10 desde el año 1968 y era la figura de Cerro, y recién cuando fue transferido a España pude adueñarme de la camiseta 10”, recordaba hace un par de años en una entrevista con ABC Color.

Con la azulgrana conquistó un tricampeonato local: 1972, 1973 y 1974. Era el líder indiscutible y gran director de orquesta del onceno azulgrana. Sin embargo, cuando en 1975 el Dr. Abraham Zapag (presidente entonces y padre del actual titular de la entidad azulgrana) decidió transferir a casi todas sus estrellas, Talavera, Alcides Bareiro (su compadre) y Silverio Troche, terminarían pasando a Para Uno, donde rápidamente iniciarían una etapa imparable de ganar títulos y a formarse con la casaca decana.

Con Olimpia vivió una racha inolvidable: ganó un hexacampeonato (1978-1983), una Copa Libertadores, una Copa Interamericana y una Copa Intercontinental. Además fue parte de la selección paraguaya que conquistó el título de campeón en la Copa América de 1979.

Estando en sus años de mayor vigencia y siendo el arquero titular de la selección argentina, Sergio Goycochea llegaría a Paraguay en 1992 para fichar por Cerro Porteño. Su paso por el Ciclón fue esporádico, pues apenas unos meses después terminaría cambiando la azulgrana por la franja negra.

Con el Decano, Goycochea disputaría la final de la Copa Conmebol con el Atlético Mineiro. La historia terminaría con el “Galo” imponiéndose sobre el Franjeado.

Danilo Vicente Aceval debutaría en el arco de Cerro Porteño en 1994, con 19 años. El portero defendería los colores del Ciclón de Barrio Obrero durante casi 10 años divididos en tres períodos diferentes y conquistaría un total de cuatro títulos locales.

Cuando a principios del 2002, recaló en Para Uno, la sorpresa no fue menor. Formó parte del plantel del Franjeado que conquistó la Copa Libertadores de ese año y un año después, la Recopa. Un par de años más tarde, terminaría volviendo a Cerro Porteño.

El hincha cerrista recuerda aún con dolor el traspaso del “Mago” a la vereda del tradicional rival.

Era considerado el último gran “10” de Cerro Porteño y en 2002 terminaría fichando por Olimpia, algo impensable para el fanático azulgrana que esperaba que tras la finalización de su contrato con el León de México, podría volver a deleitar con su talento a la fanaticada cerrista.

Lo cierto es que luego de vestir la camiseta del Olimpia, no pudo volver a jugar más en Cerro Porteño y tuvo un paso también por Libertad, antes de dar por terminada su carrera como profesional.

Uno de los más recios defensores centrales paraguayos de los últimos tiempos. Debutó en la zaga de Cerro Porteño con apenas 20 años y a partir de ahí fomentó una brillante carrera. Siempre estuvo muy identificado con el Ciclón, institución a la que defendió durante cuatro años en dos períodos diferentes.

Luego de una larga carrera internacional que incluyó equipos de Argentina, Brasil, Grecia, España e Italia, entre los que sobresalen algunos nombres como Independiente de Avellaneda, Benfica, Inter de Porto Alegre, Inter de Milán, Atlético de Madrid o Palmeiras; el “Colorado” terminó recalando en Olimpia en 2006 y terminó su carrera profesional en el Decano.

Con 20 años, Julio César Enciso debutada en 1994 como jugador de Cerro Porteño. El mediocampista se mantuvo en la institución hasta 1996, año en el que fue transferido al Internacional de Porto Alegre, no sin antes consagrarse campeón del fútbol paraguayo con el cuadro de Barrio Obrero.

Sorpresivamente, en 2001 ficharía sorpresivamente por Olimpia. En poco tiempo se convertiría en pieza clave y líder indiscutible del cuadro franjeado dentro del campo de juego, hasta tal punto que se ganaría la capitanía indiscutida en el plantel que llevaría al Decano a conquistar la Copa Libertadores en 2002 y la Recopa en 2003.

Aldo Antonio Bobadilla debutó en el arco de Cerro Porteño en 1994 con apenas 18 años. De allí no lo sacaron durante toda una década, a lo largo de la cual conquistaría varios títulos locales con el Ciclón y amargaría en varias ocasiones a los hinchas del Olimpia en los superclásicos.

Luego de un recorrido por Gimnasia de La Plata, Libertad, Boca Juniors, Independiente de Medellín y Corinthians –recorrido que incluyó la consagración en una Copa Libertadores y una Recopa Sudamericana-, Aldo terminó recalando en Olimpia para la primera mitad de 2011.

La finalización de su contrato se dio de forma intempestiva luego de conseguir el subcampeonato del Torneo Apertura de aquel año con el Decano. Y su carrera como profesional también llegó a su final.

Cuando llegó a Cerro Porteño en 2010, proveniente del Cruz Azul mexicano, Pablo Zeballo se declaró hincha cerrista, nacido en el seno de una familia de fanáticos azulgranas. En varias oportunidades, el entonces goleador de la institución de Barrio Obrero llegó a afirmar que no vestiría nunca la camiseta del tradicional rival, Olimpia.

Apenas un año después terminaría fichando por el Decano. Fue recibido con recelo por parte de la hinchada franjeada, aunque a fuerza de grandes goles y actuaciones, se terminó convirtiendo en uno de los mimados de la afición, más aún después de la conquista del Torneo Clausura del 2011, el primer título local en más de una década para el Franjeado.

Es uno de los niños mimados de la hinchada franjeada. Surgió de las inferiores del Olimpia y debutó en Primera División con apenas 18 años en el 2006. Su talento y capacidad para distribuir el balón conquistaron a una afición que en aquellos días sufría los peores momentos del Decano.

Llegó a Cerro Porteño a principios de este año, cuando se murmuraba sobre su posible regreso al Franjeado. Si bien no jugó demasiado, demostró gran nivel durante los últimos partidos que llevaron a la consagración del Ciclón en el Torneo Apertura.

Luego de conquistar la Copa Libertadores y la Recopa con Olimpia, el lateral derecho recaló en Cerro Porteño en 2004 y se consagró campeón con el Ciclón. Un par de años más tarde, volvería a vestir la camiseta franjeada.

Dio sus primeros pasos como profesional vistiendo los colores del Olimpia, ganando cuatro títulos locales. En 2001 dio un golpe al fichar por Cerro Porteño con el que consiguió otro campeonato paraguayo, aunque terminaría volviendo un año después al Decano para conquistar con él la Copa Libertadores y la Recopa.

Fue una pieza inamovible en la conquista de la Copa Libertadores y la Recopa de la camada franjeada en 2002. Pasaría también por Cerro Porteño, donde conquistó también títulos y la hinchada cerrista le tomó cariño, para terminar volviendo al Decano.

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