Los burdeles de 4 Mojones

Los burdeles o “casas de cita” de la zona roja de Cuatro Mojones encierran trágicas historias que abarcan desde la trata de persona, el abuso de niñas y el proxenetismo. A pesar de eso, las municipalidades de Lambaré y Asunción los siguen habilitando.

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“Te queremos” dice la entrada principal de “La Tablita”, un lúgubre local que funciona como “casa de citas” en la zona roja de Cuatro Mojones, en donde el pasado 4 de octubre, la Fiscalía ingresó para buscar el supuesto cuerpo de una menor que estaría enterrado en el patio. La denuncia fue realizada en la Comisaría 15 por una niña, de apenas 12 años, que pudo escaparse del lugar, en donde, según todos los indicios, era sometida sexualmente.

La historia de “La Tablita” no es reciente en el submundo de la trata de personas y proxenetismo. En 1995, la Policía Nacional hizo un operativo para rescatar a mujeres que eran obligadas a brindar servicios sexuales en tres prostíbulos de Asunción, Lambaré y Fernando de la Mora. Entre los locales allanados estaba “La Tablita”. En aquella ocasión, la incursión policial finalizó con 20 mujeres rescatadas, 16 de ellas eran menores de edad. Este tipo de procedimientos se fueron repitiendo en varias ocasiones en el mismo lugar, con los mismos resultados; menores rescatadas y ningún responsable preso.

En un país que olvida a sus niños y jóvenes y en donde el machismo hace de la mujer una cuestión netamente sexual, la historia de los lupanares es la muestra perfecta de cómo las autoridades competentes cierran los ojos ante una realidad cruel para cientos de niñas y adolescentes. En la zona de Cuatro Mojones operan al menos cuatro burdeles. Los dos que corresponden a la Municipalidad de Lambaré cuentan con las patentes comerciales, pero desde el departamento comercial de este municipio indicaron a ABC Color que “La Tablita” está en mora y no presenta su balance desde el 2011. Más allá de lo comercial, este lugar, como los otros locales de la zona, se muestra totalmente insalubre, sin las condiciones mínimas para ofrecer ningún tipo de servicio.

En la esquina del viaducto de cuatro mojones hay unos precarios departamentos. En esas húmedas paredes y oscuros pasillos viven las mujeres que trabajan en los burdeles, criando a sus hijos a la par de brindar sus servicios sexuales. El denominador común con ellas es que son del interior y vinieron a la capital engañadas. Muchas llegaron a la “gran Asunción” con la intención de trabajar en casas de familia, como limpiadoras, pero finalmente terminaron en los prostíbulos. Con el paso de los años, muchas ya no quisieron dejar esta vida. Se acostumbraron a vivir casi encerrada y a estas alturas ya no ven la posibilidad de conseguir más dinero trabajando en labores domésticos, que es el trabajo más alto al que aspiran en caso de salir de estos lupanares.

“Ningún ser humano merece estar en estas condiciones”, dijo Aurelia Melgarejo, vecina del lugar y que en más de una ocasión conversó con las mujeres que trabajan en estas “casas de visitas”. Melgarejo señaló que decenas de mujeres llegan y salen cada semana. Todas son del interior del país y vienen para tratar de trabajar en lo que sea. “En estos años logré que solo una mujer pueda dejar este trabajo, porque con mi iglesia me acerco a todas y trato de escucharlas. No es fácil por lo que pasan. Muchas con el tiempo ya no quieren salir, pero las condiciones en las que viven y trabajan es de terror”, expresó casi con la voz quebrada.

En 1997, en otra de las intervenciones en “La Tablita”, la Policía rescató a una joven menor de 20 años que vivía en el lugar totalmente encerrada. La habitación en la que ofrecía sus servicios sexuales tenía barrotes en las puertas y ventanas, como en la cárcel, y solamente podía salir de la pieza con acompañamiento de algún “guardia”. Para rescatarla, los agentes policiales tuvieron que entrar por el techo. A pesar de este tipo de antecedentes, el lugar nunca fue clausurado.

Melgarejo aclara que no está en contra de los burdeles, pero sí de la forma en la que trabajan estas mujeres de la zona de Cuatro Mojones, ya que considera que están en condiciones infrahumanas. “Conozco historias de mujeres que no podían ni salir a la calle. Esas son las que vienen engañadas y con el paso de los años se acostumbran”, señaló Melgarejo.

Para el subjefe José Santacruz, de la Comisaría 15, a la que le corresponde cubrir Cuatro Mojones, la zona es literalmente “roja”. “En cada intervención que hacemos en el lugar encontramos a personas con antecedentes policiales o incluso con órdenes de captura. Generalmente hay disturbios también. Para nosotros representa siempre un punto de atención, principalmente porque siempre hay menores de edad involucrados”, resaltó Santacruz. Indicó además que el “cóctel” en la zona se completa con que los hijos de estas mujeres generalmente terminan en las calles, trabajando por la zona.

El jefe policial parece sentirse afectado cuando recuerda el caso de la niña que denunció la situación de “La Tablita”. “Imagínese, yo tengo una nena de 15 años. Recuerdo que ella llegó una mañana, parecía que estaba drogada, empezó a decir muchas cosas pero entendimos que hablaba de “La Tablita”. En ese mismo instante pedimos desde esta comisaría una intervención fiscal y luego hicimos el operativo con la fiscala Teresa Martínez”, recordó Santacruz.

En la última intervención, realizada el 4 de octubre, la fiscalía Finalmente imputó a David Cubilla Rojas y a Almiro Ayala Aguirre por proxenetismo y rufianería. En los registros municipales de Lambaré, “La Tablita” aparece a nombre de Ayala Aguirre, quien además ya cuenta con antecedentes por proxenetismo. A pesar de todo esto, a pesar de todas estas historias, estos locales siguen funcionando.

La niña que denunció el caso de “La Tablita” ahora tiene que ser sometida a unos estudios sicológicos. No se sabe, a ciencia cierta, cuánto tiempo aguantó en “La Tablita”. Se sabe, al menos, que es de Horqueta, Concepción, y que llegó supuestamente en un omnibus de pasajeros a principios de año. Desde la Fiscalía dicen que faltan las pruebas de laboratorio para comprobar las lesiones sexuales de la niña, que presenta, sin embargo, todos los síntomas de haber sido abusada. No pueden determinar el tiempo, igualmente, ya que la niña hasta confunde tiempo y espacio actualmente, probablemente, afectada por todo lo que pasó en este tiempo. Su pesadilla aún no ha terminado.

La Fiscala Martínez, a su vez, en conversación con ABC Color, fue tajante al afirmar que estos burdeles deben estar clausurados. “Estos lugares, por sus condiciones, tienen que ser clausurados y si es posible, demolidos, independientemente de lo que se realiza en su lugar. Tienen unas habitaciones en el fondo, que hacen de vivienda, todo es asquerosamente sucio”, dijo Martínez.

Agregó que para la Fiscalía, la habilitación de estos locales es ilegal. “Se está promoviendo un ilícito que es la rufianería o el proxenetismo e incluso la trata de persona”, indicó la agente del Ministerio Público. Martínez dijo además que desde la Fiscalía están trabajando actualmente para determinar la responsabilidad de las personas que habilitan estos lugares. “Hay una responsabilidad del tipo penal para las personas que habilitan estos lugares y vamos a profundizar eso”, afirmó.

Elvira Santos, coordinadora de Trata y Explotación de la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia (SNNA), indicó que para esa entidad la presencia de estos lugares representa una preocupación constante. Afirmó que a inicios de este mes se habilitó un albergue para niñas y adolescentes víctimas de trata de personas, en donde están brindando una atención integral para tratar de reincorporarlos a la sociedad. De acuerdo con datos de esta coordinación, en 2014 fueron rescatadas un total de 38 niñas y adolescentes víctimas de trata de personas en el país. A nivel macro, y según datos de la Unidad Especializada en la lucha contra la trata de personas y explotación sexual de niños y adolescentes del Ministerio Público, se han recibido 235 casos (30 trata de personas, 173 pornografía, 31 proxenetismo, 1 explotación sexual) en lo que va del año.

La Policía y la Fiscalía dicen que la habilitación y funcionamiento de estos locales no dependen de ellos y que son las municipalidades las encargadas de mantener operando estos sitios.

Muchas de las mujeres que hasta hoy trabajan en estos burdeles empezaron como la niña que denunció el caso de “La Tablita”. Llegaron siendo niñas, fueron engañadas y con el paso de los años se acostumbraron a ser abusadas en sus trabajos, a ser menospreciadas por la sociedad y a ser ignoradas por las autoridades.

“La Tablita” es apenas una muestra de la brutalidad con que se trata a una parte de la niñez paraguaya.

abenitez@abc.com.py

Fotos: Heber Carballo y Diego Peralbo, ABC Color.

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