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De todos los subgéneros y variedades de la ciencia ficción, las historias que se centran en los viajes en el tiempo son de las que encuentro más fascinantes.
Como humanos, frecuentemente nos encontramos mirando hacia atrás, reviviendo en nuestras mentes acontecimientos pasados y, quizá, imaginando cómo serían las cosas si pudiéramos volver en el tiempo y hacer algo distinto: apostar dinero a un resultado deportivo que ya conocemos, impedir una tragedia, etcétera.
Pero nuestras vidas son inexorablemente líneas rectas. Cada segundo que pasa es uno que no podemos recuperar, y parte de un suministro limitado. Sólo por medio de la ficción podemos explorar cómo sería percibir el tiempo no como una línea recta, sino como una que puede doblarse en bucles. Y los arquitectos de esas historias de ficción deben ser particularmente habilidosos y precisos para evitar contradicciones o paradojas. Si un realizador es capaz de hacer un buen filme sobre viajes en el tiempo, es uno a tener en cuenta siempre.
Rian Johnson, quien este jueves estrenó Star Wars: Los Últimos Jedi, es uno de esos realizadores, y lo probó con su excelente filme de 2012 Looper.
Looper trascurre en el año 2044, e imagina un mundo que parece haberse estancado no mucho después de nuestro presente: más allá de la ocasional motocicleta aerodeslizadora, los vehículos parecen ser simplemente modelos de principios de siglo con modificaciones; la tecnología en general no es muy distinta a lo que tenemos ahora, y las calles están abarrotadas de mendigos y una sensación general de deterioro.
En su narración, nuestro protagonista Joe (Joseph Gordon-Levitt) nos informa que treinta años después del presente de la película se inventarán los viajes en el tiempo, pero son tan ilegales que solo los principales sindicatos criminales lo utilizan, y con un solo propósito: mandar a gente que desean hacer desaparecer al pasado para ser asesinados por sicarios especiales llamados “loopers”. Joe es uno de estos loopers.
Como una reacción a un mundo sin demasiado futuro, los loopers son personas que no piensan en el futuro a largo plazo. Inevitablemente la carrera de un looper tiene que acabar de una sola forma: su yo del futuro es enviado al pasado como cualquier otra víctima, con un generoso pago final para el looper, que debe ejecutar a su yo futuro a modo de retiro. Entonces tienen treinta años para vivir con su fortuna acumulada antes de volver en el tiempo y enfrentar la escopeta de su yo más joven. Un loop (bucle) cerrado.
Es fácil ver cómo el hecho de que el Joe del futuro (Bruce Willis) logra escapar de su versión más joven complica un poco las cosas para nuestro protagonista.
Asi, Looper comienza su exploración de cómo las acciones se traducen en consecuencias cuando el pasado y el presente no están en el orden correcto. El viejo Joe vino al pasado con un objetivo, tomar vidas en el pasado para salvar una vida (y varias más por asociación) en el futuro, mientras que el joven Joe solo quiere matarlo para poder recuperar su vida. El filme nos muestra lo que los jefes de Joe están dispuestos a hacer para cerrar un bucle fugitivo, así que sabemos lo que está en juego.
Haciendo honor a su título, Looper tiene como centro la exploración del concepto del bucle temporal, con personajes atrapados en un círculo de acciones y consecuencias.
El viejo Joe ve cómo sus recuerdos se van desvaneciendo a medida que va cambiando su pasado, los hechos de su vida convertidos en simples posibilidades en el futuro de su yo más joven; en la escena en la que finalmente los dos Joe se ven cara a cara, el Joe del futuro se niega a mostrarle a su otro yo la foto de su esposa, cuando este le promete que simplemente se casará con alguien más para proteger su vida, lo que supondría que el Joe del futuro perdería sus recuerdos con ella.
Pero es precisamente la presencia del Joe del futuro, que echa por tierra la vida cómoda de drogas y dinero de su versión joven, lo que hace que el Joe del pasado pueda ver las cosas de forma distinta. Repentinamente, el Joe joven puede ver (metafóricamente) el futuro que el otro Joe parece estar olvidando, y los acontecimientos que llevan a él.
Eventualmente, la solución al conflicto acaba siendo no mantener el bucle, sino romperlo. Y en esa escena final la película, que ha estado introduciendo de forma magistralmente concisa elementos y mecánicas bastante complicadas de viajes en el tiempo y otros conceptos de ciencia ficción, logra cerrarlo todo de forma que encaje a la perfección. Al cerrar su propio “loop”, Johnson prueba ser un prodigio a la hora de armar una historia y presentarla.
Así que si necesitan una razón más para ir a ver Star Wars: Los Últimos Jedi este fin de semana, es esta: la persona que la escribió y dirigió es alguien que verdaderamente sabe lo que hace.