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El zaguero que este año terminó ganándose la titularidad y siendo gran figura en los últimos juegos, tuvo que soportar hechos increíbles y muy duros en su camino para llegar a Primera.
Ríos siempre fue un eterno soldado de Cerro Corá, equipo con el que ya estuvo en Primera con apenas 16 años. Si bien fue promocionado al plantel principal, el zaguero no pudo debutar en la máxima categoría de nuestro fútbol ya que en el 2001, el equipo de Campo Grande descendió a la División Intermedia. Ese sería el primero de los grandes golpes que recibiría del cruel descenso.
Años después “Ruli”, como se lo conoce, fue a probar suerte en el programa de reality que buscaba talentos jóvenes "Supercrack". Estuvo muy cerca del éxito principal, quedó en segundo lugar entre los miles de atletas que fueron a probar y como recompensa lo llevaron a Libertad. Estuvo ahí un año, pero por problemas de con el pase se vio obligado a volver a su eterno hogar: Cerro Corá.
La suerte no acompañó al zaguero, que tiene como especialidad los tiros libres. Ya consolidado en el equipo principal del rojinegro, tuvo la desgracia de experimentar dos descensos seguidos: De la Intermedia a la Primera B y luego a la Primera C, la última categoría del fútbol paraguayo. “Puedo decir miedo que jugué en todo tipo de canchas, desde las más lindas de algunos equipos de Intermedia hasta los más horribles de la tercera de ascenso. Recuerdo que jugamos una vez contra Sport Colonial, ni yo sé cómo se jugo ese partido, en medio del barro”, comentó entre risas sabiendo que esa vivencia sumaría más su experiencia.
Después de volver a Cerro Corá a la Intermedia, Ríos vivió una de las etapas más difíciles no solo de su carrera, sino de su vida. Agobiado por problemas económicos y con el insuficiente ingreso que le generaba jugar en su club de siempre, tomó una decisión drástica, quizás de las mas difíciles de su vida: dejar el fútbol. “Es muy difícil sobrevivir con el dinero que se gana en el ascenso. En el 2009 decidí que ya no jugaría más y hablé con una tía que vive en Argentina, ella me dijo que vaya y que me encontraría algún trabajo. Fui allá e hice de todo, por suerte conocí a unas personas de la iglesia, me dieron algunos trabajitos ahí y así estuve unos tres meses, limpiando, arreglando, de todo hacía”, siguió relatando con mucho orgullo José, quien sabía que a pesar de que no era un gran trabajo, era por lo menos digno.
“Ruli” ya había abandonado su gran sueño de ser un jugador profesional; ya no realizaba trabajos físicos y había subido de peso considerablemente. Habían pasado tres meses desde que tomó la decisión hasta que un día recibió un inesperado llamado que volvería a cambiar todo su futuro. “Un día me llama una persona y me dice si quería jugar en Deportivo Santaní, me ofrecía una muy buen plata que me gustó. Presté plata de mi tía y volví, pero grande fue mi sorpresa, ya que la persona que me llamó, había desaparecido”, recordó riéndose, aunque reconoció que en ese momento no le salió ni una mueca en la cara.
Dejándose llevar por su sentimiento y víctima del "pyremoi" (le picaba todo el pie por volver a practicar), aceptó una invitación para "moverse" con el plantel de Cerro Corá, que en ese entonces estaba de nuevo en Intermedia. Tras una primera ronda casi perfecta, con el cuadro de Campo Grande como puntero la suerte parecía cambiar por fin. Pero no, increíblemente el club rojinegro fue protagonista de una desastrosa campaña en la segunda rueda y terminó descendiendo nuevamente, con ello el zaguero sumaba su cuarta pérdida de categoría, un hecho tan o quizás más doloroso que cualquier lesión.
Ayudado por familiares logró capear momentos difíciles en cuanto a lo económico y tras un buen desempeño en el Deportivo Caaguazú, a donde fue a probar suerte, fue llamado a reforzar el Deportivo Capiatá, otro equipo nuevo de la categoría semiprofesional. Nuevamente la suerte parecía ir cambiando a su favor ya que jugó casi todos los partidos de titular con el auriazul, siendo gran figura en el histórico ascenso a Primera. Pero, siempre había algo que no terminaba de cerrar el círculo de su éxito. Increíblemente, a pesar uno de los pilares del equipo, Capiatá le dio la espalda y le dijo que no contaría con él. “No entendía lo que pasaba, primero se dio la lista de la Primera y no estaba, después el de la Reserva y tampoco figuraba. Me acerqué a preguntar y me dijeron que en ese momento yo no iba a ser útil”.
Como había sido uno de los destacados del torneo anterior, los clubes no tardaron en llamarlo y fue Sportivo San Lorenzo el que lo sedujo con el proyecto. En el primer año (2013) tuvo una gran regularidad y al inicio de esta temporada se perfilaba nuevamente para ser un indiscutible en la zaga del equipo de Humberto Ovelar, pero pasó algo que casi lo dejó fuera del torneo. “El torneo comenzaba un domingo y yo un viernes fui a Caaguazú, donde estaba mi señora, que estaba a punto de tener a mi hijo. Luego volví y el 'Profe' me dijo que no avisé nada de que iría y por eso me dejó fuera del partido. Yo ya había hecho préstamo y todo, pensando que pagaría con lo que podía ganar como premio”, confesó.
Ríos fue “castigado” por el “Loro” Ovelar y no estuvo en el banco siquiera en los primeros cuatro partidos. De a poco fue ganándose de nuevo la confianza del DT y en la segunda rueda jugó casi todos los juegos decisivos, con una participación protagónica de cabeza y de tiro libre, una especialidad que pocos zagueros poseen y que él tiene como una de sus armas principales.
Con mucha confianza el defensor de 29 años cree que el 2015 será su año y con Sportivo San Lorenzo intentará demostrar lo que estuvo oculto varios años en las categorías del ascenso.