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En Paraguay y en todo el mundo existen tareas, oficios o profesiones que hasta hace poco estaban reservados exclusivamente para los hombres, pero de a poco y cada tanto aparecen mujeres como Blanca y Nélida, dispuestas a cambiar esquemas con su trabajo.
Nélida Giménez y Blanca Verónica Otazú son mujeres de diferentes ciudades, edades, con diferentes grados de instrucción, físico e historia de vida, pero ambas guardan en común el impulso por el trabajo digno y, más notable aún, el abrirse paso en oficios que tradicionalmente solían ser reservados exclusivamente para los hombres.
La fuerza de la juventud debe ser una ventaja para Blanca -21 años, rubia de la larga cabellera y madre de una niña de dos años- a la hora de preparar la mezcla de cemento, cargar ladrillos o “sentar pisos”, pero más que fuerza física, las ganas de salir adelante impulsan a esta joven pedrojuanina a trabajar como albañil desde hace algunos años. Comenzó a aprender el oficio de la mano de su padre Ramón Otazú cuando tenía 17 años, hace cinco.
“Le dije que quería hacer también y él me dijo: ‘Adelante, probá’… Me gustó y empezamos a trabajar juntos”, comentó a ABC Color. Sobre el aprendizaje, dice que todo es difícil al comienzo pero se aprende: desde hacer una mezcla hasta construir una casa. Dijo que ya construyó varias con su padre. Ahora el movimiento está un poco parado, tanto por la época misma como por la crisis que afecta la frontera; sin embargo, siempre hay algo para hacer, asegura.
“Hay muchos que no quieren trabajar, pero tenemos que esforzamos un poco. Algunas dicen: ‘Yo no puedo, necesito de hombre…'. Yo no necesito de hombre, yo sola me viro”, señala la joven.
Como Blanca, Nélida se destaca por su empeño y su trabajo. Tiene 40 años, es madre de dos hijos, y no completó sus estudios secundarios, pero no se detuvo a la hora de hacer cualquier trabajo honesto que les permitiera a ella y a sus hijos vivir bien.
Su verdadera pasión siempre fue el volante. Apenas tuvo la mayoría de edad, probó trabajar como chofer en una línea interna, pero no resultó. En otro momento, cuando ya tenía su “autito” comenzó a prestar servicios de traslado de forma particular, una especie de remis. Llegó a imprimir tarjetas y la gente colaboraba con la publicidad de boca en boca.
Hace poco tiempo, Nélida volvió a su viejo amor. Vio un anuncio de búsqueda de choferes para la empresa ES SA, que explota la Línea 12, y allá fue a interiorizarse sobre las pruebas que debía hacer. Fueron tres pruebas difíciles, dijo, pero todo depende del talento y el empeño que uno le pone, consideró.
“La verdad que sí, desde mi juventud me encantaba, pero nunca pensé que iban a dar oportunidad a una mujer (de ser chofer de un colectivo)”, expresó tras apenas una semana de haber empezado a trabajar como chofer. Ella es consciente de la responsabilidad que implica su trabajo y dice que de a poco le está tomando el hilo, ya que ahora circula por transitadas avenidas como Mariscal López.
Nélida espera que en el futuro haya más mujeres en el puesto de chofer. Sabe que actualmente otra mujer está pasando por las pruebas para entrar a la empresa –de la cual habla muy bien y dice estar agradecida por la oportunidad- y espera que le vaya bien.