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Esta bonita ciudad que se volvió la cita imperdible de la temporada, goza de muchos aspectos positivos que invitan a visitarla, como las paradisíacas playas, que afortunadamente aún se mantienen bien cuidadas gracias a los encargados. No obstante, la famosa Perla del Sur, todavía tiene varios puntos que mejorar para llegar a la excelencia esperada por los turistas.
Abordemos primero los detalles destacables, como por ejemplo la playa San José que es uno de los principales puntos de encuentro. La misma cuenta con un amplio estacionamiento decorado con pequeños árboles que en un futuro darán una frondosa sombra a los vehículos.
Para ingresar no se abona un solo guaraní a diferencia de otras ciudades. El sitio es resguardado por un personal de seguridad que se encarga de intervenir en caso de que surja una eventual riña o tumulto, además de controlar que los veraneantes no lleven botellas de vidrio u objetos cortantes. Tampoco se permite ingresar al agua con latitas de cerveza o con alimentos.
Igualmente hay basureros en distintos puntos de la playa, apelando a la consciencia de los visitantes que a pesar de ello, se dan el lujo de ensuciar el lugar.
Asimismo, el Paraná está marcado con objetos de color amarillo que señalan hasta dónde puede usted llegar. No obstante, muchos desobedientes se arriesgan a desafiar los límites, pero afortunadamente ante el primer intento, son advertidos de inmediato por el sonido de un silbato emitido por un joven y atlético salvavidas que desde su casilla ubicada a una altura considerable le otorga una vista privilegiada del panorama, desde donde permanece al pendiente del comportamiento de los bañistas.
Como punto a favor, no podemos dejar de mencionar que a diferencia de Asunción, el infinito horizonte no se ve interrumpido por los desagradables y enredadizos cables de las columnas de la ANDE, al menos en la zona de la Costanera. De esta forma el panorama se torna más grato y fluido para los ojos.
Por otro lado, y tratando ya las falencias, es lamentable que a pesar de los cuidados de los encargados de la playa, la gente se empeñe en arrojar sus residuos en el suelo e incluso al agua. No es de extrañar, que mientras uno se toma un chapuzón vea flotando un pañal sucio en el río, despreciable desde todo punto de vista.
En cuanto a los puestos de comida, si bien es grato observar un ambiente despejado de vendedores ambulantes que invadan el sitio, al parecer los tres o cuatro restaurantes ubicados en la playa San José, no está preparados para recibir tanta cantidad de gente.
Durante una visita, intentamos comprar una pizza para la cena a lo que el administrador respondió que las decenas de mesas instaladas en su local más las que ya estaban en el ribera, esperaban el mismo pedido,–que por cierto tardaría bastante– por lo que ya no podía preparar nada.
Lo mismo ocurre con los hoteles, los cuales se ven colapsados con la llegada de los viajeros tanto de nacionales como de otros países. Actualmente existen 17 hoteles habilitados de diferentes categorías en la ciudad, y tres que muy pronto empezarán a operar según la Secretaría Nacional de Turismo (Sentatur). Sin embargo, ante la falta de lugares lo que resta es buscar casas.
Sin duda esta es la época de mayor afluencia de personas, donde los lugareños lograrán generar jugosos ingresos gracias a los atractivos de la ciudad y a las diversas actividades que se organizan como el tradicional carnaval, los torneos de vóley, fútbol, etc. Sin embargo, para aprovechar esta ventaja necesitan estar mejor preparados para no verse sobrepasados por la cantidad de turistas.
En cuanto a las calles aledañas a la Costanera, es evidente que quien va por primera vez, o no es muy asiduo del sitio va a perderse con facilidad. La cuestión es que hay excesivas curvas y rotondas que además de carecer carteles y señalizaciones, provoca que cualquiera termine mareado.
Sería estupendo que la municipalidad local tome nota al respecto y considere solucionar el embrollo para así lograr que los visitantes se sientan a gusto.