La escuela popular de adobe de Areguá

La tranquila ciudad de Areguá, conocida por su rico mercado de artesanía en cerámica, es la sede de la Escuela Popular El Cántaro, edificada con adobe por sus propios alumnos y que ahora cuenta con un gigante tatacuá como mediateca. Ésta es su historia.

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La Bio Escuela Popular El Cántaro concentra a alrededor de 300 alumnos de todos los rincones de Areguá, a través de sus 18 talleres. Probablemente, hasta aquí no se trataría de ninguna hazaña, no hasta conocer su historia.

Joe Giménez, directora cultural de El Cántaro, relató que los talleres están en funcionamiento desde hace 7 años y que comenzaron con un puñado de alumnos en la Galería de Arte que lleva el mismo nombre de la escuela, pero que debido a la creciente cantidad de interesados se vieron obligados a buscar un lugar más grande.

“Nos vimos obligados a salir a las calles, tres años recorrimos patios de las casas, las plazas, pero era muy incómodo estar cambiándonos de lugar, entonces dijimos que era tiempo de tener un lugar propio”, comentó.

Fue así que lograron un acuerdo para ocupar una casa abandonada en las cercanías del lago Ypacaraí, la cual fue restaurada con los propios alumnos para funcionar como sede de la escuela; sin embargo, la necesidad de contar con un edificio propio fue en poco tiempo una necesidad.

Poco tiempo después, con una importante donación del Fondec y un esfuerzo casi sobrehumano de los responsables de la escuela, Joe, su marido Gustavo Díaz y algunos voluntarios lograron adquirir un terreno de G. 70 millones a pocos metros de la histórica estación del tren de la ciudad, con lo que el sueño empezaba a tomar forma.

La siguiente consigna era edificar la escuela, pero, ¿cómo hacerlo si se trataba de un emprendimiento completamente voluntario y no contaban con suficientes recursos?

Entonces -explica Joe- mi marido Gustavo dijo: ‘Vamos a empezar a construir de adobe. La consigna era rescatar esa técnica que estaba quedando en el olvido y era un recurso válido, ya que no teníamos dinero, entonces era una forma económica de demostrar que se puede edificar así.

De esta forma, el Oga Guasu fue naciendo de la tierra misma, esculpido por las manos de los propios alumnos a través de la ancestral técnica que en siglos pasados fue el método de construcción por excelencia.

La construcción demoró casi dos años, entre enero de 2012 y diciembre de 2013, ya que solo se trabajaba en ella los fines de semana y feriados, pero finalmente tenían ante ellos el espacio que tanto anhelaban.

Los deseos de seguir creciendo no se detuvieron, por lo que, a pesar de estar exhaustos tras la construcción del Oga Guasu, ya empezaban a proyectar el siguiente emprendimiento: una mediateca que esté disponible para la comunidad.

Sin embargo, como el edificio principal de la escuela les había tomado un prolongado tiempo en terminarlo, la nueva consigna era idear una estructura económica y que no requiera demasiado esfuerzo y tiempo.

Entonces nació la idea de hacer una construcción con forma de domo, o iglú, con el fin de ahorrar en recursos como vigas y tirantes de madera que normalmente se utilizan en el techo. Fue así que, gracias a la importante donación del Banco de Desarrollo de América Latina y el apoyo de la Gobernación de Central, la comuna local y la Secretaría de Cultural, la edificación de la mediateca se puso en marcha.

“Esta construcción especial (…) hicimos un tatacuá gigante, el beneficio es que no usa maderas, las paredes forman el techo y es otro ejemplo de que se puede construir a bajo costo y también ayuda a que no se derriben árboles”, detalló Joe.

Llamada “Flor de Tatacuá”, por su forma, la mediateca recientemente inaugurada albergará las decenas de libros con que cuenta la escuela, dividida por secciones de interés, como historia, ecología y cultura general. “Además, contará con una sección de cine paraguayo, para que los alumnos puedan ver las películas aquí o llevarlas a sus casas, como en alquiler”, adelantó.

El sitio también cuenta con computadoras con acceso a internet y una fotocopiadora, es decir, todo lo necesario para fomentar la investigación en los alumnos.

“Es un logro súper importante, porque Areguá no tiene un espacio así, porque tenemos chicos que vienen de villas muy conflictivas, y que tengan un espacio para estudiar es un logro muy importante”, expresó.

“La mediateca tiene capacidad para 25 a 30 personas así con las sillas y mesas, pero quitándolas como para un cine por ejemplo, pueden entrar hasta 40 personas”, explicó.

Por otro lado, dijo que durante este año todas las actividades de la escuela se centrarán en un único tema: la recuperación del lago Ypacaraí.

Joe sostuvo que “Flor de Tatacuá” está disponible para empresas o particulares que estén interesados en alquilarlas para jornadas o charlas. El sitio es ideal, ya que se sitúa en el centro de la ciudad de Areguá y en medio de sitios históricos, como la vieja estación del tren.

La escuela concentra a 300 alumnos, en 18 talleres, los cuales giran en torno a tres ejes temáticos:

Talleres de concienciación: enfocados al medio ambiente y cultura cívica;

Talleres de oficios: destinados a adolescentes que culminan el colegio, para que por medio de ellos puedan generar sus propios ingresos. En este grupo se encuentran los cursos de panadería, serigrafía y mosaicos, entre otros. “Nosotros les damos materia prima, el profesor, les ayudamos a vender, ellos lo venden y lo que producen el 75% queda para ellos y el 25% para la escuela y así solventamos los insumos para la siguiente grupo”, aclara la directora.

Talleres de rescate de arte popular: “Vienen artesanos de Itá a enseñar; son talleres de arte que tienden a desaparecer, y nosotros contratamos a los mismos portadores de las técnicas para que vengan a enseñar y difundir, de esa manera no se corta la transmisión”, sostiene.

El sueño al que ahora apuntan es que la escuela popular pueda ser completamente autosustentable en los próximos dos años.

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