Desigualdad en números

El Observatorio Laboral presentó los resultados de un trabajo estadístico sobre el movimiento y demanda laboral. Entre los datos significativos se destaca el alto índice de jóvenes desocupados y la desigualdad entre hombres y mujeres en varios niveles.

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Tomando como parámetro los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, un equipo multidisciplinario dependiente del Ministerio de Trabajo llevó adelante un proceso de recolección de datos estadísticos, a fin de identificar el movimiento laboral de los últimos cuatro años, como también los sectores que han experimentado un crecimiento de la demanda laboral, especialmente para el sector juvenil.

Los resultados fueron presentados el pasado 13 de agosto, si bien los resultados no son absolutos, ya que se debe complementar con investigaciones de mayor profundidad. Los mismos buscan acercar a la realidad de la dinámica laboral más allá de los grandilocuentes discursos que se suelen escuchar cuando asume una nueva administración, especialmente cuando se trata de cuestiones básicas para el desarrollo de una nación, como salud, educación y empleo.

Los números dan cuenta que al 2017 la Población en Edad de Trabajar llega a los 4.821.570 personas, cerca de un 70% de la población total del Paraguay de 6.873.496 habitantes. La Población en Edad de Trabajar se divide nuevamente en las Personas Económicamente Activas, que totalizan 3.406. 276, mientras que la Población Económicamene Inactiva alcanza a 1.425.294 habitantes.

El desempleo abierto que se aplica en aquellas personas con la fuerza laboral suficiente y la disponibilidad de incorporación inmediata, pero que no encuentran un puesto durante sus búsquedas permanentes, esta situación afecta, siempre según el estudio a 177.640 personas, los desempleados cesantes llegan a 150.619 personas y los desempleados de primera vez son 27.021 personas.

Entre el 2014 al 2017, unas 251.000 personas se sumaron a la cifra de ocupados, 215.000 corresponden al área urbana mientras que unas 36.000 corresponden el área rural. Según el observatorio se ha reducido el índice de desocupación de 190.000 personas en 2014 a 177.000 en 2017, no obstante se destaca el alto porcentaje de jóvenes desocupados en comparación a los demás sectores incluidos en el estudio. De las 177.000 personas desocupadas, cerca del 65% corresponde a la franja etaria de 15 hasta 29 años.

Esto se debe principalmente a la falta de formación y de experiencia. En ese sentido los impulsores del estudio consideran que una alternativa para reducir estos números apunta a que los procesos formativos tengan en cuenta las características del empleo en específico e incentivar a las empresas a que además de ofrecer un lugar de trabajo, le otorgue al empleado la posibilidad del aprendizaje, expresó Natalia Torres, responsable del estudio sobre demanda ocupacional.

Otro aspecto relevante del estudio tiene relación con las tasas de ocupación y actividad laboral de género, donde el incremento en el porcentaje de actividad sigue siendo ampliamente inferior si se compara con el del sector masculino. En 2017 la tasa de actividad por sexo ubicó a los hombres en un 84.2% y un 57.2% de mujeres. La tasa de actividad en mujeres aumentó apenas 1% entre el 2014 y el 2017, según el Observatorio.

En lo que respecta a la tasa de ocupación, el panorama tampoco muestra variación significativa, ya que también la población femenina se encuentra en desventaja porcentual con la población masculina. De esta manera, la tasa de ocupación en mujeres llega al 53.8%, mientras que en los hombres se sitúa en el 80.3%.

Aunque la tasa de desocupación en las mujeres se redujo del 8 al 5.9% en el citado periodo de tiempo, sigue siendo superior a la de los hombres, cerca de un 11.2% de las mujeres desocupadas tienen entre 15 a 29 años de edad.

La distribución de ingresos producto del trabajo tiende a certificar la brecha existente entre hombres y mujeres. Es así que que en las cuatro categorías laborales (empleado público, privado, cuenta propia y doméstico), que abarca el trabajo investigativo, en todas ellas los hombres tienen un promedio salarial superior al de las mujeres.

Si bien se percibe un aumento del ingreso promedio entre el 2016 a 2015, persiste una brecha a favor de los hombres. El nivel de ingresos por área urbana y rural también es superior al de las mujeres. Se revela además que a pesar del aumento de los ingresos en el área rural, estos se mantienen por debajo del mínimo legal vigente.

Los responsables del trabajo consideran que los números aunque sean desfavorables en varios aspectos, pueden servir para identificar la raíz de los problemas y delinear acciones para que más jóvenes ingresen al mercado laboral y mejorar la distribución de ingresos.

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