La artesanía paraguaya que mira al exterior

Aunque el mercado internacional aún es incipiente para la artesanía nacional, muchos paraguayos tomaron el desafío y conquistaron con su trabajo nichos en los países vecinos e incluso puntos más distantes como Francia, Alemania e Italia.

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En el 2012, el país logró un ingreso de 204.137.579 guaraníes gracias a la exportación de productos artesanales, según un balance oficial del Instituto Paraguayo de Artesanía.

La cifra puede ser aún mayor, ya que no incluye a los trabajadores que decidieron llevar adelante gestiones por su lado, sin el respaldo de la entidad estatal, según explica Miguel Baranda, director general de Promoción y Desarrollo.

Los productos paraguayos obtuvieron un espacio en mercados como Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Bolivia.

Igualmente, hubo envíos a México, Puerto Rico y Estados Unidos e incluso puntos europeos, como Portugal, España, Italia y Alemania, de acuerdo al informe del IPA.

“Acá hacemos las gestiones para ayudarlos con los papeleos y gestiones ante las embajadas u otras instancias”, explica Baranda, que aclara que los propios artesanos son quienes generalmente consiguen sus clientes.

El responsable del instituto señala que no es fácil lograr un nicho en el exigente mercado internacional.

“La artesanía paraguaya va a competir con otros productos similares. Nuestra artesanía tiene calidad y atractivo, tiene una identidad, pero no por eso se asegura un mercado”, recalca.

Las conquistas en el exterior son producto de un sacrificio duro y a veces de varias décadas.

Baranda aclara que prácticamente todos los grupos exportadores están compuestos por cooperativas o comités, ya que -además del trabajo y esmero- se necesita ganar número en productos, considerando que los pedidos son de cientos y a veces miles de unidades.

Al realizar una evaluación en base a la planilla de exportaciones, se percibe una notable preferencia por los productos textiles, específicamente el tradicional ao po’i.

Solo el año pasado, se exportaron 4.738 camisas de este tipo de diferentes diseños, además de 1.400 chombas y más de 700 vestidos de ao po’i, según el informe del IPA.

El segundo rubro de mayor interés en el exterior es la mantelería en ao po’i, que incluye además individuales, toallas y otros productos similares.

En total, 4.697 unidades de artesanía de este tipo fueron enviadas al exterior en el 2012, detalla el documento.

Ya en los últimos lugares se encuentran los trabajos en platería, donde predominan las cadenas, pulseras, aros y dijes; madera, con figuras de santería, máscaras, collares y pulseras; y de cuero, rubro en que se incluyen termos forrados, billeteras, cintos y carteras.

Igualmente, ocupa un espacio pequeño pero importante la cerámica paraguaya, que logró posicionar más de 1.000 unidades en el exterior, entre ellas jarrones y apliques de pared.

Al explicar este comportamiento, Baranda señala que es razonable que los productos utilitarios sean los más demandados, en comparación con los ornamentales.

“Los productos más vendidos en el exterior son las camisas, bolsos, porque es lo que de alguna manera es atractivo y la a vez de uso cotidiano”, refiere.

Baranda reconoce que, aunque se trata de volúmenes importantes, la cantidad es aún insignificante en comparación con otros rubros económicos y las expectativas de los propios artesanos.

Al ser abordado respecto a los planes para impulsar aún más las exportaciones, garantiza que el instituto tiene abiertos cursos para los interesados en ingresar al rubro.

Igualmente, señala que existe un trabajo coordinado con algunas embajadas para promocionar los productos paraguayos en todos los continentes.

Baranda señala que la artesanía tampoco escapa a las trabas comerciales, principalmente en la Argentina.

“Tenemos algunas trabas con este tema. Se están endureciendo las medidas, los controles y las condiciones de ingreso de los productos”, explica.

De esta manera, la política proteccionista del vecino país encarece los elementos artesanales y de esta manera quedan en desventaja en el mercado.

La exportación, en definitiva, se traduce en una odisea, que requiere esfuerzo y persistencia de los artesanos paraguayos que se deciden a mirar más allá de las fronteras.

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