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Itajaí es una de las ciudades pertenecientes a la denominada Costa Verde Mar de Santa Catarina, Brasil, ubicada en el centro-norte de ese Estado y distante de Asunción, a unos 1.200 kilómetros.
Fue fundada en 1860 y en la misma viven unas 200.000 personas. Su principal ingreso económico se basa en el movimiento portuario, además de comercios e industrias. Esta ciudad se encuentra dentro de la ruta de un paseo turístico, que parte desde Balneario Camboriú, cuya duración es de una hora y el costo es de unos R$ 60 (aproximadamente G. 102.000, dependiendo del cambio de la moneda).
Uno de los destinos más llamativos es la catedral Santísimo Sacramento, ubicada en el centro en la plaza Gobernador Irineu Bornhausen. Cuentan los guías que la misma fue construida en 1940 por el vicario P. Jose Locks, pero recién la inauguraron 15 años después.
Arquitectónicamente posee detalles románticos y neogóticos, señalan, además de pinturas italianas en su interior y columnas enchapadas en oro. Para el municipio, este es su mayor monumento artístico y de noche cobra una mejor relevancia con el contraste que hacen las luces con su arquitectura. Sin embargo, el grupo turístico no pudo apreciar este espectáculo debido a que el bus pasó por allí en plena tarde.
La catedral ostenta en la fachada un reloj analógico que todavía brinda la hora. Para visitarla, está abierta todo el año, de lunes a viernes, de 8:30 a 11:30, y de 13:30 a 18:00. La entrada es gratuita y no se necesitan de guías para conocer su interior.
A unas seis o siete cuadras de allí se encuentra el popular Mercado Velho, sobre la avenida Paulo Bauer, que es mantenido por la Fundación Cultural del municipio.
Este sitio es una mezcla de alegría y melancolía al tener inmerso en su estructura la cultura popular de un centenar de años coronado en el centro con un chafariz al estilo ibérico —una fuente de agua– fuera de funcionamiento. Como a las 17:00, en su interior, se podía escuchar música tradicional brasileña en vivo, ver gente compartiendo comidas, bebidas y risas, sentadas en diversas mesas, como en un patio de comida en un ambiente muy divertido.
Fue construido en 1917, cuenta con restaurantes, locales donde venden artículos para el hogar, y sitios en los que preparan todo tipo de bebidas. Según el relato popular fue restaurado en 1936 tras un incendio, ocasión en que lo declararon patrimonio cultural y desde entonces, además de los comercios, normalmente se realizan actos culturales. Se encuentra abierto de lunes a domingos, de 10:00 a 00:00, y la entrada es libre y gratuita. Allí al costado del mercado se puede observar la Marina de Itajaí.
Como a 4 km está la playa Cabeçudas (Cabezudas), con niños pequeños disfrutando de las olas y embarazadas realizando sesiones de fotos es el panorama que regalaba este lugar. Justo al frente hay una plaza, por la que circulan ciclistas y un hotel con vista al mar que lleva el mismo nombre de la playa, una buena opción para visitarla durante el paso por esta bella y sencilla ciudad veraniega. El resto de los sitios que se logran apreciar durante el paseo es a través del bus mientras los guías van explicando más sobre esos lugares.
Itajaí está pegada a las ciudades de Camboriú y Balneario Camboriú, a la que sigue el distrito de Itapema, estas últimas tienen una serie de playas un poco más privadas, que son mayormente concurridas por un sector del nivel más alto de la sociedad, relatan los guías.
Visitamos algunas en un día en que la famosa frase: sol, playa y arena no pudo concretarse debido a la ausencia del astro rey; sin embargo, este detalle de las nubes grises no lograron ocultar el encanto de estos sitios con características especiales.
A la playa de Estaleirinho, de Itapema, se puede acceder a través de la avenida Interpraias, con el ómnibus de servicio público, Expressul, cuyo costo ronda entre los R$ 4 y 6. Sin embargo, los buses grandes de excursión no pueden ingresar por ese tramo según el guía, solo los minibuses. Aquí se pueden ver a familias caminando a la orilla del mar, hay una pila de sombrillas y sillones de playa esperando a que la gente venga a ubicarse y dan la bienvenida unas florecillas coloridas abajo del puentecito de madera que está en la entrada de la playa.
Estaleiro, la siguiente parada, pertenece al distrito de Balneario Camboriú, una playa con poca afluencia de gente, y el color de la arena en esta zona parece ser más naranja o al menos más oscura que las otras. Una tranquila playa con un tono melancólico, menos jovial, especial para la gente que quiera un día de completa paz.
La playa de Taquaras (Tacuaras) es caracterizada por su arena gruesa, al parecer resultado de que los caracoles arrastrados por las olas se vayan triturando en la costa del mar, haciendo el suelo más consistente. Aquí son fuertes y grandes las olas que se alzaban constantemente ante la atenta mirada de los visitantes.
Tacuarinhas (Tacuariñas) está también a 2 kilómetros y lo más resaltante de esta área son las enormes rocas, un sitio preferido por marcas y modelos para realizar sesiones fotográficas debido al vacío escenario que presenta, sin cúmulo de personas que "arruinen la fotografías". Estas playas y lugares culturales son también una buena opción para vacacionar en Brasil, país preferido por los paraguayos por su cercanía y sus playas con aguas más cálidas.