La lucha de Iren

Iren tiene 34 años, es defensora de los Derechos Humanos y representante de la comunidad trans en Paraguay. La lucha que comenzó hace unos 8 años la ha llevado lejos, geográficamente y también en su desarrollo personal. Hoy sigue luchando.

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Iren Rotela es presidenta de la organización Panambí, que lucha por los derechos de las personas trans en Paraguay. Forma parte de la asesoría de ONU Mujeres, y es también referente titular del colectivo trans en el Mecanismo de Coordinación País del Ministerio de Salud de Paraguay; y es conocida por su trabajo en defensa no solo del colectivo trans, sino también por su lucha a favor de los derechos humanos para todos.

“Defiendo a las mujeres violentadas, trabajo con niños, niñas y adolescentes, trabajo con personas adultas mayores, impulso el tema de la educación y la justicia para el sector de campesinos, en todos los sectores”, cuenta durante una entrevista en las oficinas de Panambí, que está en el centro de Asunción.

A sus 34 años tiene proyectos trazados, por eso retomó el colegio hace un tiempo y este año terminará sus estudios secundarios, ya que pretende cursar después la carrera de Derecho. Si Iren estudia ahora, es porque hace más de 20 años, cuando asumió su identidad sexual fue expulsada de la institución educativa a la que asistía.

“Queremos que las chicas trans nuevas, que las adolescentes ya no sean expulsadas de sus hogares, que sus familias les apoyen, les comprendan y que tengan todo el derecho a estudiar, a elegir libremente quiénes quieren ser ellas. Una travesti como cualquier otra persona puede estudiar, trabajar e independizarse, desarrollarse como ser humano”, explica, en un intento por romper el estigma que rodea a las personas trans. Iren es clara, hay personas buenas y malas entre todos, heterosexuales, homosexuales, trans; quien cometa errores debe responder ante la justicia.

Así como en la escuela, también hubo un momento de quiebre en la familia de Iren cuando a sus 13 años asumió su identidad sexual, sin embargo, hoy día está segura de que las familias de las personas LGBT reaccionan más que nada por miedo a lo qué dirá la sociedad. “Yo siempre digo que un padre no te va a discriminar seas lo que seas, lo que tiene es miedo a enfrentarse a la sociedad, al qué dirán, de eso tienen miedo y porque saben que van a sufrir también sus hijos, porque es (Paraguay) un país que discrimina, un país machista, un país con alto grado de discriminación y de estigma”, concluye sobre el tema ya que tiene muy buena relación con sus padres, de hecho, en su Facebook mostró hace poco una fotografía festejando el día del padre.

Iren es católica, conoce la Biblia y la interpreta a su manera. Cuenta que su visión actual de la religión es muy diferente a la visión que tenía en su niñez, cuando pensaba más bien en un Dios que la castigaría o la condenaría. Hoy dice que no sabe si existirá el cielo o el infierno, pero siente que existe un ser supremo que la escucha y la acompaña, y que quiere que ella esté aquí, pues es ella no estaría aquí si ese ser supremo no lo quisiese, dice. “Yo creo en un Dios que es amor, no como los que odian y te condenan y te dicen que vas a morir en una hoguera”.

Algo que Iren sí cuestiona enfáticamente es que los gobernantes gobiernen de acuerdo a sus creencias religiosas, pues según la Constitución Nacional el Estado es laico y debe representar a todos, algo que usualmente no ocurre. “Nosotros atacamos que ellos gobiernan con sus creencias religiosas y personales y se olvidan que ellos están ahí como representantes de un pueblo, que tienen que gobernar para todos sin distinción alguna”, dice.

Recuerda que el artículo 46 de la Constitución Nacional que habla de la no discriminación y de que el Estado buscará los mecanismos para romper con los obstáculos hacia ese objetivo, pero por el contrario, el Estado es el que pone los obstáculos porque no quiere trabajar estos temas, asegura.

Han pasado más de siete años desde que empezó su lucha por los derechos de la colectividad trans. Inicialmente, lo único que querían era terminar con los abusos de la Policía, quienes afirma son “los peores proxenetas de las trans en paraguay”. El cobro de dinero para que las trans que son trabajadoras sexuales permanezcan en sus lugares y también la demanda del servicio sexual gratuito eran, y siguen siendo, realidades que las oprimían y se relatan en el informe “Olvidadas Hasta en la Muerte”, que lanzaron hace unos meses.

Al final se dieron cuenta de que tenían más derechos, los mismos que todas las personas en la sociedad, y por eso lucha Panambí, por eso lucha Iren, y eso la ha llevado a pensar en la política. Tiene aspiraciones, algún día, quiere llegar a la Cámara de Diputados y ríe, pero lo dice, que si toda la comunidad LGTB de Paraguay le votará, lograría un escaño sin problemas.

“Por qué es importante que nosotros hagamos política, porque hacer política es servirle al pueblo”, dice y asegura que no hay que caer en el error de pensar que porque una persona trans pueda llegar a ser representante política, solamente gobernaría para esa colectividad. No es así, asegura; gobernaría para todos.

Según Iren el Estado se equivoca al afirmar que la sociedad no acepta a las personas trans, atendiendo la cantidad de amigos y amigas heterosexuales que tiene. Iren dice que esta es su lucha y seguirá con ella, porque hubo avances, pero muy escasos y aún queda mucho por hacer.

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