Imprimiendo el futuro

La impresión 3D, de rareza disponible para unos pocos, a una tecnología que podría ser el próximo gran paso hacia adelante.

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Los últimos años han visto el surgimiento a gran escala y la universalización de la tecnología de impresión en 3D, que muchos consideran la próxima gran revolución industrial.

Introducir ciertos tipos de químicos en una máquina y producir en un instante un objeto sólido puede parecer, aun con los increíbles avances de la tecnología en los últimos años, cosa de ciencia ficción, algo que veríamos sólo en el cine o la televisión. Sin embargo, es una realidad desde hace décadas, aunque solo recientemente se está convirtiendo en algo accesible al público en general.

La tecnología de impresión en 3D ha estado llegando mucho a los titulares en los últimos años, con médicos generando huesos e incluso órganos artificiales a base de la fabricación aditiva, un concepto totalmente opuesto al de la fabricación tradicional que por definición, ya que consiste en remover materiales por medio de cortes o perforaciones, es substractiva.

En la fabricación aditiva que actúa como el concepto base de las impresoras 3D, los materiales son colocados en finas capas de formas acordes a las que requiere el objeto que se busca hacer.

Desde sus primeras incepciones en la década de 1980, las impresoras 3D se han utilizado principalmente para la creación de prototipos por parte de universidades y empresas diversas de modelos. Sin embargo, los avances en la tecnología han llevado a materiales que son adecuados para la manufactura directa de productos.

Hasta ahora, la lentitud de la fabricación en 3D -una pieza pequeña como una figura de ajedrez hecha en una impresora 3D puede tomar alrededor de una hora en terminarse- ha impedido aún su uso en la fabricación de productos a escala masiva. Sin embargo, la tecnología ha encontrado numerosas aplicaciones impresionantes y llamativas.

Las impresoras actuales son capaces de diseños tan detallados como los engranajes de un reloj, y de hecho un reloj hecho exclusivamente de partes creadas a través de una impresora 3D es algo que ya existe.

La tecnología ha estado también haciendo ruido en el ámbito de la medicina, siendo utilizada principalmente en campos como la ortodoncia, ya que permite crear dientes postizos con mayor precisión y rapidez; utilizando tomografías dentales, una impresora 3D puede en unas siete horas crear cerca de 200 dientes distintos. Animales lesionados han recibido prótesis hechas con impresión 3D.

Recientemente, en China anunciaron la creación de la primera impresora 3D capaz de generar órganos humanos imprimiendo tejido vivo, lo que supondría un enorme paso hacia adelante en la medicina regenerativa, aunque los especialistas estiman que el perfeccionamiento de esta aplicación específica de la tecnología está aún a unos diez o veinte años. China dedica un presupuesto de casi 500 millones de dólares al desarrollo de este tipo de tecnología.

Mientras tanto, la industria espacial también tiene sus miras puestas en la impresión 3D. Partes de cohetes espaciales impresos con la tecnología ya han comenzado a ser sujetos a pruebas por la NASA, la agencia espacial estadounidense, soportando temperaturas de hasta 6.000ºC y presión extrema tan bien como sus equivalentes hechos de forma tradicional.

Pero la ambición es mucho más grande. Existe un proyecto en el cual la tecnología de impresión 3D podría convertirse en la base de la construcción de estructuras humanas fuera del planeta. La NASA se halla estudiando la impresión 3D en entornos sin gravedad, con la finalidad enviar al espacio impresoras que no solo creen partes de repuesto de sí mismas, sino que puedan procesar la regolita, el mineral predominante en la superficie de la Luna, para crear bloques para la construcción.

Otros campos de la ciencia también están utilizando la tecnología para diversas aplicaciones, con potencial que va desde paleontólogos reproduciendo fósiles hasta arqueólogos replicando invaluables hallazgos de siglos de antigüedad.

Y eso es sin tener en cuenta los usos que le dan y podrían darle en el futuro los usuarios particulares de la tecnología. La fabricación de artículos pequeños facilitada por la impresión 3D podría permitir a cualquier persona, por ejemplo, imprimir sus propios implementos domésticos como tazas, vasos o platos, evitando así tener que comprarlos.

¿Le gustaría, pues comenzar a imprimir sus propios objetos? Estas máquinas, que hace unos diez años hubiera podido conseguir sólo si disponía de decenas de miles de dólares, hoy pueden adquirirse por precios que rondan los 1.500 dólares en sitios de venta de productos en línea como Amazon.

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