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Tenía 19 años. Desarrollaba mi primer taller de guión cinematográfico (previa selección entre periodistas, escritores, audiovisualistas y cinéfilos varios). Debíamos presentar como trabajo final un proyecto de guión cinematográfico que cumpla con las reglas básicas del formato internacional y desarrolle una estructura narrativa de forma prolija. Entre mis manos me encontraba con una historia juvenil que me apasionaba: un grupo de amigos deja la ciudad para acampar frente a un arroyo donde espíritus toman forman y convierten su fin de semana en una pesadilla.
Orgulloso de mi trabajo -que me llevó días de desarrollo y varias noches de insomnio-, entregué el proyecto final con las primeras escenas resueltas. A la espera de gratas devoluciones, grande fue mi sorpresa -sin embargo- cuando recibí el guión y el argumento repletos de tachaduras. "¿Qué?", "¿Por qué?", "¿Tiene sentido?", "Falta aquello...", "Es absurdo que ocurra esto porque...". Con el ego por el suelo y alta desilusión, simplemente me enojé. Varios años después -tras cierta maduración creativa- releí aquellos textos y concluí que el docente en cuestión incluso fue generoso.
La maldita autorreferencia -recurso que no acostumbro utilizar- sirve solo para remarcar la irresponsabilidad de un cineasta que filma un mal guión, con malos diálogos, omisiones y criterios fallidos. Tanto desde lo técnico como lo narrativo.
Probablemente Gritos del Monday -escrita por Justiniano Saracho Garay-, de haberse presentado a una clínica de guión con un argumentista y dialoguista con experiencia también hubiera vuelto a casa con los apuntes tachados, notas al pie y signos de interrogación a lo largo de sus líneas. Y probablemente se hubiera enojado... pero previniendo una mala cinta.
El filme dirigido por Héctor Rodríguez tiene todo lo que un filme (de terror) no debería tener. Y esta verdad le duele al mismo crítico que la ve, a la espera de un producto artísticamente interesante... pero también al público que concurre a las salas a la espera de un buen cine local. Ambos salen despavoridos... y no por los mejores motivos.
Gritos del Monday es uno de esos materiales que nunca hubieran traspasado las clases de un taller o universidad. Errores de forma y de fondo, cinematográficos, narrativos, actorales, fotográficos y sonoros ponen en riesgo la salud del buen cine paraguayo.
El epicentro de la historia es la reserva ecológica Maharishi, ubicado en el distrito de Presidente Franco (Alto Paraná). Es el destino que visita un grupo de alumnos de Ingeniería Ambiental, entre los bellísimos Saltos del Monday. Cierto descubrimiento -a partir de voces y apariciones varias- hace que los protagonistas intenten resolver un particular misterio.
El no-terror planteado en el filme es tal que las salas estallan de risas en momentos que -al menos para la trama- deberían ser claves. Ni hablar de los clichés ni de los vaivenes de su historia. Ni de los visibles errores de continuidad, precarios efectos especiales o la música incidental insoportable.
Las malas actuaciones son constantes a lo largo de sus más de 90 minutos. Solange Méndez Flores (Viviana) no puede sostener su personaje protagónico, al igual que su par Katia Marmori. También figuran en los créditos Constatino Masi, Carlos Rizzi y Teresa Villalba, ninguno con soltura escénica rescatable. Ni siquiera la veterana actiz Clotilde Cabral logra seducir la pantalla, cuando solo nos recuerda sus recordados papeles en el exitoso unitario televisivo mitológico de los '90, Sombras en la Noche. Aparece, sin embargo, un Javier Enciso sólido, tristemente desaprovechado para una escena única que, finalmente, no toma relevancia.
Ante una estructura deforme y con diálogos mal definidos (¿los paraguayos realmente hablamos así?), entre giros y actuaciones que rayan la parodia del filme de terror que alguna vez quiso ser, el único lucido elemento es el Salto del Monday. La belleza natural de Presidente Franco resalta entre las locaciones, de las que también se incluye el Paraná Country Club, de Hernandarias, y algunos paisajes de Encarnación, Ciudad del Este y Asunción.
La película debía llegar a los cines en febrero pasado, posponiéndose su sonado estreno por cuestiones técnicas. Hubo culpas a distribuidores, después a la ANDE... si la prórroga corría para su filmación, tras una intensa revisión creativa, el resultado hubiera sido distinto.
Un filme de búsqueda cinematográfica, tal vez. O un trabajo juvenil de fin de año. Pero cuesta ver en Gritos del Monday el largometraje anunciado como la primera película del género en el cine paraguayo. Filmes precarios en su lógica, estructura y técnica no dejan de ser un intento -perdido- de seguir construyendo un (buen) cine paraguayo.
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GRITOS DEL MONDAY
Dirigida por Héctor Rodríguez
Escrita por Justiniano Sáracho
Producida por Héctor Rodríguez y David Miranda
Dirección de fotografía por José Noguera Orrego
Elenco: Solange Méndez Flores, Katia Mármori, Constantino Masi, Clotilde Cabral, Ana Ivanova, Carlos Rizzi, Teresa Villalba de Rizzi, Eloísa Arroyos, Omar Mercado Fariña,Francisco Sosa, Lucía Sapena y Jorge Díaz de Bedoya