La historia detrás de la Orquesta de Cateura

Esta es la historia de la Orquesta de Cateura, un proyecto que alguna vez diseñó con escasos recursos, y que hoy lleva recorridos más de 25 países, teloneó a Metallica y tiene a la Reina Sofía de España como una seguidora más.

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La historia de Favio Hernán Chávez parece haber salido de un cuento, cuyo protagonista no deja de cumplir los sueños de su niñez. Eso sí, a costa de esfuerzos, formación y mucho trabajo.

El director de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura conoció la magia de la música desde muy pequeño, cuando con 7 u 8 años empezó a tomar clases de guitarra popular con el maestro Felipe Miranda, en su Carapeguá natal.

Poco tiempo después incursionó en grupos musicales, formando parte del coro de su ciudad y, a los 13 años, impartiendo clases de guitarra a sus compañeros –pagado por el mismo colegio del que formaba parte, el instituto Mariscal Estigarribia–. “No había un profesor de ese instrumento”, comenta hoy el director.

Fue así como aquel niño aprendió a tomar liderazgo, disciplina y capacidad de organización.

Ya con 15 años integró y dirigió el coro de niños de la catedral de Carapeguá. Tiempo después ingresó al Seminario, donde aprovechó el conocimiento de sus profesores religiosos, quienes lo enriquecieron en música y cultura general.

Finalmente, decidió dejar el camino para estudiar Teología; Filosofía en la Universidad Católica y la carrera de ingeniería en ecología humana en la Universidad Nacional de Asunción. “Por esa carrera fui a trabajar a Cateura como técnico ambiental”, comenta.

Pero la música, para él, era solo una actividad adicional, complementaria. “Siempre trabajé de otra cosa formalmente”, señala. De esa forma, enseñó Filosofía en varios colegios de Asunción, Fernando de la Mora y Luque; enseñó Administración Agropecuaria en Carapeguá y se desempeñó como administrador del vivero municipal en esa ciudad.

Chávez llegó a la humilde zona de Cateura como responsable de educación ambiental, como parte del proyecto Procicla. Desde allí, algo nuevo y fundamental en su vida se empezaría a forjar.

“Cuando trabajé en el vertedero comencé a enseñar música a los niños. Primeramente, a los hijos de las personas que trabajaban en la planta de procesamiento de residuos; luego se abrió a la comunidad y ahí comenzó la historia de enseñar música en ese lugar, en ese contexto”, relata el docente.

A partir de esa situación social, surgió en él la necesidad de crear instrumentos de materiales reciclados.

“Para nosotros fue fácil porque dábamos clases de música en el mismo lugar donde se trabajaba, en la planta de procesamiento de residuos sólidos. Solo teníamos que extender la mano y agarrar materiales que llegaba todos los días por tonelada”, recuerda.

Los primeros instrumentos que surgieron fueron los de percusión y uno de viento: un humilde violín, fabricado a partir de un viejo colador de acero y caño de agua. “Utilizaba eso más bien para mostrarlo como simulacro de instrumento. Llevaba eso a los colegios, para concienciar a las personas sobre la importancia del reciclaje”.

La sorpresa, para él, fue cuando de esos bocetos de instrumentos empezaron a emerger sonidos. Desde allí contó con la colaboración de personas como Nicolás Gómez, y empezaron a experimentar con nuevos materiales, para lograr una mejor calidad.

Una fuente de inspiración para Chávez fueron los instrumentos que la popular agrupación de humor argentina Les Luthiers utiliza para sus presentaciones. Esos instrumentos fabricados con materiales alternativos – “no necesariamente residuos, sino alternativos”, acota Chávez– sirvieron para que el paraguayo pensara en fabricar algo similar, con fines didácticos.

“Ahí empezamos a investigar. En ese momento había pocos lugares adonde acudir, y la mayoría de los instrumentos fueron resultado de nuestro propio ingenio”, menciona, sin falsa modestia.

De esta manera, la agrupación paraguaya se convirtió en la pionera en creación de instrumentos reciclados e implementados para su uso, de la mano de niños y jóvenes considerados en situación de vulnerabilidad.

Cierto día la productora paraguaya Alejandra Amarilla y la colombiana Juana Peña Aranda empezaron a hurgar en posibles temáticas para la realización de un documental en Paraguay.

“Hasta que se enteraron de esa pequeña experiencia que todavía hacíamos en Cateura, cuando visitaron la comunidad y vieron a los chicos tocando música en ese mismo lugar, se les ocurrió que podía ser un buen tema para crear un documental”, relata Chávez.

Entonces empezaron a grabar un breve documental. Por cuestiones de presupuesto no pudieron regresar al país; hasta que, tiempo después, volvieron y se encontraron con un crecimiento excepcional. “Tuvieron que cambiar su guión y emprendieron un documental de 90 minutos. Eso implica un trabajo enorme”, explica el músico.

Así fue que se esbozó Landfill Harmonic (La armonía del vertedero), documental dirigido por el estadounidense Graham Townsley, y cuyo primer tráiler se empezó a difundir en las principales redes sociales en 2012.

Las reacciones de distintas personalidades del mundo fueron inmediatas. Desde el violinista de Madonna, Jason Yang, hasta músicos de la legendaria banda de thrash metal, Megadeth, o la prestigiosa actriz británica Emma Watson y el cantante español David Bisbal, todos compartieron en sus redes sociales su admiración por la creativa formación guaraní.

En su recorrido internacional, los paraguayos no olvidarán la inédita experiencia de telonear los shows de Metallica en la gira que la agrupación de thrash metal dio en países de Sudamérica este año.

“Fue lo más impactante en cuanto a lo artístico”, comenta el músico. “Nosotros nunca nos vimos en ese contexto, de esa forma, esa manera; participar de un evento de tanta trascendencia, con tanta gente y producción de por medio. Nosotros, lo que hacemos artísticamente, es muy humilde, somos muy conscientes de nuestras limitaciones, pero habernos proyectado a esa situación, para nosotros fue un desafío”, reconoce Chávez.

El director se sincera y confiesa que nunca antes había asistido a un recital de rock. “No sabía cómo uno tiene que comportarse, qué se decía ni dejaba de decir”.

En el primer concierto de la gira –en Bogotá, Colombia–, una fuerte lluvia casi interrumpió la presentación. Hasta que el temporal pasó y los paraguayos salieron a escena. “Había 35 mil personas atentas, bajo la lluvia, y que empezaron a corear con nosotros y gritar: ‘¡Paraguay, Paraguay! Para nosotros fue realmente impactante”.

Para el recital en Asunción, en marzo de este año, el mismo James Hetfield, líder de Metallica, se ubicó detrás del escenario para saludar y desear éxitos a cada integrante, antes de subir a tocar. “Ellos mismos acompañaron a los chicos antes de la entrada, ellos mismos salieron de su propio protocolo de seguridad”, recuerda el director.

Pero otro momento no menos importante fue compartir escenario con otra gigante del metal: Megadeth. En agosto de 2013, los paraguayos interpretaron junto a la banda de David Ellefson aquel himno de Symphony of Destruction, en Broomfield, Colorado, Estados Unidos.

“Fue casi una coincidencia porque viajamos a Estados Unidos por otro motivo, otra presentación; y coincidía que era la siguiente ciudad donde ellos daban un concierto. Cuando fuimos coincidiendo, a partir de ahí vimos que existía la posibilidad de tocar con ellos. Nuestro bautismo, en ese contexto, fue allí”, revela Chávez.

Tiempo antes, en mayo de 2013, el bajista de Megadeth, David Ellefson, había llegado de sorpresa al vertedero de Cateura para compartir una jornada con los jóvenes músicos.

“Con Megadeth nos sentimos más arropados porque tocamos con ellos. Lo de Metallica fue una exposición enorme. Ellos nos decían: ‘Sean ustedes mismos’”.

Quizás la fan más ‘importante’ de los chicos de Cateura sea nada menos que la reina Sofía de España, quien quedó fascinada con la creatividad y el talento de los niños y jóvenes paraguayos del grupo.

“Nuestra visita a España tuvo tantas expectativas –a la conferencia de prensa asistieron todos los canales de televisión y diarios–; y llegó hasta los oídos de la Reina. Alguien les había hablado ya de nosotros; y de manera muy informal primero pidió estar en un curso de capacitación que estábamos dando a niños de la comunidad de Madrid”, recuerda.

“No sabíamos que una persona tan importante se sienta con nosotros de igual a igual, a compartir con nosotros”, relata el músico, con entusiasmo. Finalmente, fue la misma reina Sofía quien presidió el concierto de la Orquesta de Cateura en el Auditorio Nacional de Madrid.

Fue tanto el entusiasmo, que la reina Sofía apadrinará un proyecto de música en España inspirado en la experiencia de instrumentos reciclados de Cateura.

Favio Chávez es consciente de cierta crítica que gira en torno a la continuidad del uso de instrumentos reciclados, en lugar de los tradicionales, a los cuales ya pueden acceder.

“Los instrumentos reciclados forman parte del proceso, no son el final”, explica. “En la mayoría de los casos (los chicos) vienen sin padre ni madre; a veces pasa un año sin que sepamos quiénes son sus padres… esos chicos, por lo general, no tienen la experiencia ni antecedentes ni habilidad para cuidar un instrumento, de saber cómo hay que tener cuidado para que ese instrumento no se rompa. Y a veces no vienen con la disciplina y obediencia que se puede controlar en una escuela de música formal”, refiere.

Es por eso que los niños y jóvenes principiantes harán uso de los instrumentos reciclados de basuras, y los tradicionales serán de uso para los alumnos avanzados. “Imaginate un niño con su casa inundada, ¿cómo va a trasladar un chelo o contrabajo de madera con esta situación?”, se pregunta el docente.

“Para cambiar la vida de un chico tienen que pasar cosas más complejas en relación a su familia, a él mismo, porque la pobreza no es una condición; es una forma de ser. La pobreza es una actitud, y estos chicos están camino a superarla”.

Actualmente, unos 40 niños y jóvenes forman parte de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura. Por otra parte, son 200 las personas que aprenden música en la escuela de música que dirige Chávez en el nuevo local, que igualmente “queda chico”, según comenta.

En miras al futuro, y después de llevar su música a más de 25 países, la orquesta de Cateura promete no detenerse. “No solamente en lo artístico, queremos seguir creciendo en un nivel musical, de repertorio, de habilidad musical en varios géneros”.

El maestro Favio Chávez fue recientemente reconocido por la Cámara de Diputados con la Orden Nacional al Mérito Comuneros, en honor a la labor social que desarrolla con la Orquesta de Cateura.

“Lo veo grato para mí y para todos los integrantes de la orquesta”, dice el músico sobre el homenaje. “Pero eso no nos quita de vista el hecho de que falta mucho todavía por hacer. Nosotros necesitamos realmente un acompañamiento, no solamente un reconocimiento. El gobierno tiene mucho por hacer para ayudar a nuestra labor”.

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