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Con mayor frecuencia ocurre en el interior, donde los cementerios están prácticamente desprotegidos. Optan por panteones con algunos años de antigüedad. Un boquete abierto llama la atención de los cuidadores a la mañana: otra tumba fue profanada y algunos huesos de la persona a la que guardaba han sido robados.
Es muy poco probable encontrar a los responsables, pero es fácil adivinar el destino final de lo sustraído: estudiantes de Medicina y Odontología.
Algunos ven como “un mal necesario”, imprescindible, contar con huesos humanos durante los años de estudio. Incluso llegan a ser revendidos una vez terminada la etapa académica. Suelen ofrecerse en murales en las universidades de Medicina y en menor medida en internet.
No todas las veces son hurtados, en ocasiones se consigue usar los huesos de algún allegado enterrado en el panteón familiar. Hay muchos cuentos de cómo se accede a restos de un ser humano con fines académicos, pero nadie se anima a hacerse responsable, ya que se configura como un delito.
Los precios varían de acuerdo al oferente y de acuerdo a las partes, “combos” de extremidades completas en partes entre G 250.000 y G 300.000, cráneos a precio similar y esqueletos completos cuyo precio incluso puede superar el millón de guaraníes.
“Es ilegal conservarlos. No es ético ni moral”, advierte el antropólogo forense del Ministerio Público, Eduardo Cañete, quien intervino en el levantamiento de un cráneo y huesos del cuello de una mujer de unos 55 años que fueron arrojados a la calle, o tal vez alguien lo perdió, en el barrio Manorá de Asunción.
Esos restos humanos se encontraron después de la lluvia y a juzgar por sus características, fueron extraídos de algún cementerio, explica el profesional, ya que el escaso tejido blando que rodea el cráneo y las vértebras presenta putrefacción pero no por exposición a los elementos.
“Tenemos muchísimos huesos humanos en el depósito del Ministerio Público, que tienen el aspecto de haber sido desenterrados. Están deteriorados, se nota el olvido”, restos que fueron hallados de la misma manera que los de barrio Manorá.
Recuerda que en su época de estudiante se rumoreaba sobre personas que comercializaban huesos humanos y asegura nunca haber incurrido en esta práctica.
“Las universidades deberían tener su propia colección de huesos para los estudiantes. No hace falta que sean humanos, porque hay de diferentes modelos y materiales que son de muy buena calidad, tienen todas las características”.
Se trata de una vieja práctica que tiene tanto detractores como partidarios, sin embargo, que persiste en el tiempo pese a que las leyes lo califican como delito. El Código Penal, en su artículo 231 de “Perturbación de la paz de los difuntos” establece en el inciso A que “el que sustrajera un cadáver, partes del mismo o sus cenizas de la custodia de la persona encargada, será castigado con pena privativa de libertad de hasta tres años o con multa”, mientras que el inciso C establece que aquel que incurra en esto lo hace intención de lograr un beneficio patrimonial para sí o para otro, la pena podrá ser aumentada hasta cinco años.
Más allá de las leyes, el antropólogo afirma que más que nada, se trata de una cuestión de respeto hacia los humanos. “Esos huesos fueron de un ser humano, no son objetos para comprarlos y tenerlos, como una pintura o alguna antigüedad”.
Asunción cuenta con tres cementerios, el de la Recoleta, el del Este y el del Sur, siendo estos dos últimos los más vulnerables. El del Este carece de muralla perimetral en la parte trasera y solo se delimita con tejido metálico, mientras que el del Sur perdió parte de sus muros frontales durante una tormenta hace dos años.
Al respecto, el director de Necrópolis de la Municipalidad, Gerardo Arévalo, explicó que para garantizar la seguridad se pide colaboración de las comisarías aledañas para evitar que queden demasiados expuestos.
Además reveló que existe un gran porcentaje de abandono de espacios, que es directamente proporcional a la deuda por tasas que mantienen con la Comuna las familias.
Esta situación es una de las más propensas para que se hurten restos humanos sin que las familias se enteren, pues algunos panteones pueden permanecer abandonados por más de cinco años antes de ser recuperados para volver a dejarlos disponibles a la ciudadanía.