Entre enfermedad, soja y fumigación

En el campo existe un serio conflicto entre campesinos y sojeros, que se agudiza. Labriegos están en contra del cultivo y la fumigación, principalmente por los aparentes daños a la salud y al ambiente, pero ¿qué dicen los médicos paraguayos sobre esto?

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Tanto el Ministerio de Salud Pública (MSP) como el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave) han reconocido que no han estudiado la real relación entre las enfermedades –especialmente cáncer y malformaciones– y las fumigaciones.

Sin embargo, representantes de dichas instituciones declararon que no se puede garantizar que estas prácticas se efectúen estrictamente bajo los parámetros establecidos en la ley.

Básicamente, no se sabe si las fumigaciones que se hacen ahora mismo en algún lugar del campo están cumpliendo con las leyes ambientales y sanitarias, y por ende, no se sabe si dañan a alguien o a la naturaleza.

A pesar de que desde el Gobierno no se ha encarado una seria investigación que lleve a “resultados oficiales”, médicos que trabajan en los servicios públicos de salud han estudiado la relación entre las fumigaciones y las enfermedades que, llamativamente, han aumentado en los últimos años.

Una de las investigaciones fue liderada por el doctor José Luis Insfrán, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y médico del Hospital de Clínicas.

El profesional asegura que los casos de cáncer aumentaron “en forma desmedida” durante los últimos diez años. Solamente entre los pacientes adultos de dicho centro asistencial, de tener 390 al año, se pasó a 920 en la última década.

Llama la atención que, en coincidencia con este alarmante aumento de casos de la enfermedad, haya habido un auge del monocultivo mecanizado, la plantación de soja transgénica y las descontroladas fumigaciones en el campo, reconoció.

Otros problemas severos se pudieron notar entre los pacientes pediátricos, quienes podrían ser los que más sufren. Muchas mujeres están sufriendo abortos espontáneos y otras dan a luz a niños con malformaciones, siempre con mayor incidencia en las zonas de sojales, indicó.

Insfrán citó a Estela Benítez, otra colega suya de la Facultad de Medicina de la UNA, quien habría sido la primera en comparar la cantidad de abortos y malformaciones en pacientes bebés, entre una zona donde se fumiga y en otra donde no.

Como esperaba, los casos negativos se registraban con mayor incidencia en el primer escenario, recordó el catedrático. “Ella fue la primera en demostrar esto”, manifestó.

Por su parte, la jefa de Cardiología del Hospital Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”, Nancy Garay, señaló que desde hace tres años han notado junto con otros profesionales que muchos niños con severas malformaciones cardíacas son de zonas rurales muy pobres, cercanas a cultivos de soja.

“Recibimos niños con malformaciones muy severas que antes no se veían tanto. Cuando evaluamos, vemos que son gente del área rural, de extrema pobreza y que vive cerca de plantaciones de soja”, indicó la profesional.

Ambos médicos reiteraron la urgente necesidad de que se efectúen más investigaciones al respecto y, al mismo tiempo, que haya un control real en las zonas en las que se realizan las plantaciones.

Insfrán dijo que, a pesar del anuncio del Gobierno de que harían el estudio, todavía no han recibido ni siquiera una llamada de convocatoria, siendo que ellos ya iniciaron investigaciones al respecto y, por lo tanto, ya conocen mucho sobre el tema.

“Hasta el momento no hubo ningún contacto con el Gobierno. Seguramente nosotros vamos a ofrecernos”, expresó el profesional.

Aseguró que su intención y la de otros profesionales que han manifestado interés en el tema es la de hacer una rigurosa investigación científica. “No es una investigación ideológica, nada que ver; queremos investigar”, resaltó.

Así también, Garay recordó que en el Hospital Pediátrico han elaborado un documento previo de protocolo para un posible estudio, pero aseveró que sin un fuerte apoyo financiero no será posible desarrollarlo.

El conflicto por las fumigaciones ya lleva mucho tiempo. Sin embargo, tomó mayor fuerza durante las últimas semanas, luego de una serie de enfrentamientos entre campesinos y policías, en diferentes sitios del interior del país; estos últimos, siempre en su papel de custodiar las fumigaciones o la preparación de las tierras para las plantaciones.

Recordamos especialmente dos episodios recientes, representantivos y hasta ahora escasamente aclarados.

El primero, cuando el campesino Aníbal Alegre perdió un ojo por el impacto de un balín de goma, durante un enfrentamiento en el límite entre San Pedro y Canindeyú, a finales del mes pasado.

El segundo, el asesinato de Nery Benítez Galeano, quien fue ultimado tras una reunión de la Federación Nacional Campesina (FNC), en la que se debatió sobre un reciente enfrentamiento en Luz Bella, Guayaibí.

En esa ocasión, los labriegos trataron de impedir que avance una plantación de soja hacia las comunidades. El hecho dejó 14 campesinos heridos por balines de goma y un detenido.

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