En las familias adineradas también hay maltrato y abuso

El abuso y el maltrato a los menores no respetan clases ni estatus sociales; la pobreza y la falta de educación no son los únicos factores en este tipo de situaciones, señala la ministra de la Niñez y la Adolescencia, Liz Torres.

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“Mi voz es tu voz... denunciá la violencia sexual”, es el rótulo que presenta la campaña que lleva adelante la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia contra casos muy delicados como son el abuso y la explotación, tanto sexual como laboral, de los menores en el Paraguay.

El día fijado para recordar este pernicioso delito es el 31 de mayo, fecha en que ocurrió uno de los crimenes más deleznables en la historia paraguaya: la violación y asesinato de Felicita Estigarribia que ocurrió en el 2004. Y lo más lamentable en este caso es que hasta la fecha, ocho años después, no existe castigo para el culpable, que sigue prófugo.

La ministra Liz Torres recuerda el caso de Felicita porque la niña representa varias situaciones: en primer lugar, el hecho de ser una menor trabajadora del sector informal porque se dedicaba a la venta de frutas y verduras; y, en segundo lugar, el hecho de ser una niña, mujer, que fue víctima de una violación y posterior extrangulamiento. A esto se suma la pobreza, como otro factor que expuso a esta niña a sufrir este crimen.

El trabajo infantil es un grave drama que afecta todo el mundo, donde adultos utilizan a los menores para conseguir dinero, exponiendo a estos a situaciones de riesgo y ambientes hostiles. Lo segundo, el abuso y la violencia contra los menores que son vulnerables.

“Es una triple marginación”, señala Torres, quien explica que la campaña busca que hechos de esta naturaleza sean denunciados para “sacar de la invisibilidad del silencio un tema como el maltrato, abuso, explotacion sexual”.

“Tenemos muchos casos que no se denuncian”, señala la ministra de la Niñez, al tiempo de expresar que no existe una base de datos que concentre la cantidad de casos que se registran en el Paraguay.

Si bien los hechos de abuso y maltrato son comunes en familias de escasos recursos residentes en zonas marginales en la mayoría de los casos, también se registran en familias que tienen un buen estatus económico.

“La violencia hacia menores no respeta clases sociales, no pueden ser la pobreza y la educación como único factor”, indica Liz Torres, refiriéndose a que los casos ocurren en hogares de la clase alta.

Los menores de familias de escasos recursos están más expuestos a ser víctimas de explotación laboral y sexual. Las víctimas de explotación tienen entre 15 y 17 años y son todas mujeres, muchas de las cuales provienen de zonas aledañas de Asunción y Central, además de Caaguazú. En cuanto a la trata de personas, afecta a mujeres y menores de las zonas ubicadas en la triple frontera, señala un informe de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia.

En el Paraguay, dos de cada tres trabajadoras sexuales son menores de 18 años y se inician entre los 12 y 13 años de edad. La unidad especializada de Trata de Personas y Explotación Sexual Infantil del Ministerio Público, durante el 2011 y 2012, rescató a 37 adolescentes víctimas de la explotación, de los cuales ocho eran obligados a realizar pornografía.

La SNNA señala además que desde el 2011, a través del sistema Fono Ayuda, se registraron 169 denuncias por abuso sexual en niños, sin dejar de lado aquellos que no se denuncian, sea por temor de los afectados o las amenazas de los victimarios.

“El 58% de los casos que se presentan en la Fiscalía es porque ellos fueron maltratados y violentados”, cuenta la autoridad.

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