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Se la conoce como “escuela coquito” desde hace algunos años porque los chicos que asistían a esta institución solían comer solamente cocos de los árboles durante los recreos para saciar el hambre, según relatan los mismos vecinos.
Años pasaron desde esta triste anécdota, difundida por diferentes medios de comunicación en su momento. Eso hizo que en 2013 se inicie el programa de almuerzo escolar en la institución.
Las profesoras dicen que, gracias a que había comida en la escuela, los chicos iban más a clases. Sin embargo, la permanencia dentro de las aulas nunca dejó de ser incómoda, fría, peligrosa.
Como se puede ver en la serie de fotografías, la precaria estructura ni siquiera está terminada, lo cual constituye un grave peligro para los chicos, así como las conexiones eléctricas.
La humedad puso color en las paredes, en el piso y en los muebles. Los pequeños baños, igualmente descuidados, sin puertas y con pintura dañada. Muchas de las ventanas ni siquiera tienen vidrios o algún otro material que pueda brindar protección.
Varillas de hierro de aulas sin terminar están totalmente descubiertas. Puertas, ventiladores (en las aulas donde hay), sillas y otros pocos muebles están totalmente dañados. Fácilmente se podría hablar de peligro de derrumbe en algunas aulas, aseguran los docentes y vecinos.
Dos salones son compartidos por dos grados diferentes. Uno de ellos, inclusive, es utilizado como dirección, todo al mismo tiempo.
Ni siquiera estamos hablando de una institución educativa alejada. Está en Asunción, a la vista de las autoridades gubernamentales.
Sin embargo, a pesar de todas estas características, no ha sido seleccionada para ser reparada con recursos del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide).
Las carencias que anecdóticamente simbolizó “el coquito” se acentúan. En estas condiciones los estudiantes del Nivel Inicial al noveno grado de la escuela estudiarán desde el 24 de febrero, primer día de clases.
Este es solamente un ejemplo de entre los cientos de instituciones educativas que se encuentran en deplorables condiciones, a tan solo días de iniciar las clases del año 2014.
El Fonacide, para ellos, no pasó de ser “una buena idea” a nuevamente la realidad. Sufrirán por el momento las carencias a las que ya están acostumbrados, todo por querer estudiar.
En 2013, el Ministerio de Hacienda desembolsó un total de G. 287.185.220.243, alrededor de US$ 64 millones, para 246 municipios del país, en concepto de Fonacide.
La mitad de este monto debía ser invertido -como indica la ley- en infraestructura escolar. Este es el único medio a través del cual las escuelas pueden ser reparadas o construidas, ya que el Ministerio de Educación no cuenta con presupuesto para ello.