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Con este drama no elegido, pues se implantó en sus genes desde la concepción, cientos de precoces y valientes niños deben luchar cada día de sus vidas.
No hay tiempo para pensar “¿por qué a mí?”. Solo resta tomarse de lo que promete la vida por delante, ser disciplinado con la medicación y no perder la esperanza en que, algún día, más presente que futuro, la ciencia brinde la respuesta.
Son cientos, pero esta semana, en el hogar Jardín de Esperanza, conocimos a 11 de ellos. Menores de todas las edades, entre 8 y 16 años, pasan sus días en este albergue dirigido por el pastor Reinaldo Mongelós , su esposa y sus hijos. Esta familia completa hace uso de sus conocimientos en diferentes ámbitos para llevar adelante la Fundación con todo el rigor posible, y que a estos 11 niños no les falte alimentación, medicamentos y atención. Incluso piensan en el derecho a la diversión de los pequeños, pues se aseguran de destinar una pequeña parte del presupuesto a regalarles al menos una visita al cine cada mes.
La fundación está en funcionamiento desde el año 2009, y creció mediante la donación de tres terrenos en la ciudad de Villa Elisa.
Con una absoluta autogestión y compromiso entre amigos inició este compromiso con un grupo de menores que se encuentran en la segunda etapa de la enfermedad viral VIH/SIDA.
En el 2015, tuvieron una mala época y estuvieron a punto de cerrar, pero la fuerza de la solidaridad pudo más. Fue entonces cuando el pastor Reinaldo y su familia tomaron la posta. Hoy el equipo cuenta con una sicóloga, hija de Reinaldo, una encargada de salud, quien es la otra hija del pastor y estudia el5º año de Medicina, una trabajadora social y un administrador, que también es hijo dela familia. Juntos procuran cuidar cada área del hogar de la manera más profesional posible, sin descuidar ningún detalle relacionado con la delicada salud de los chicos que lo habitan, y las cuestiones legales propias de una fundación.
Este 1 de diciembre, se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Teniendo en cuenta la fecha, que también coincide con la cercanía a las fiestas de fin de año, Reinaldo, encargado del hogar y considerado el “papá”para los miembros más chiquitos del albergue, consideró propicio hacer un llamado a la solidaridad a todas aquellas personas que sientan en el corazón compartir un poco de lo suyo con estos pequeños. Muchos de ellos, más que desear bienes materiales, sueñan con pasar una Navidad en familia, contemplando un árbol de Navidad, y maravillándose con las cosas ricas que se presentan para compartir en la mesa.
El pastor Reinaldo aclara que no pide una “limosna”. “No queremos que nos den lo que les sobre, sino que simplemente, si tienen dos ropas, que nos den una”, manifestó el líder del albergue, al tiempo de añadir: “Yo tengo mucha fe que en Paraguay hay todavía mucha gente buena. Que cada familia paraguaya por más humilde que sea, le va a convidar un pedazo del último pan que tiene a estos chicos”, manifestó Reinaldo.
Muchos vecinos de buen corazón que habitan en las cercanías del hogar, incluso traen sus bocaditos y globos, y celebran los cumpleaños de sus niños con los chicos del albergue. Así, les brindan a estos niños un poco de esa compañía, diversión y amistad que tanto necesitan.
Quienes sientan en el corazón brindar una mano solidaria a estos pequeños, pueden comunicarse al (0972) 128-710 o la línea baja (021) 930 561 y coordinar cómo hacer llegar la ayuda que les sea posible.
Si quiere visitar el lugar personalmente, este se encuentra en las calles Américo Picco casi Río Aquidabán, al costado de Parque Serenidad y a dos cuadras de la Petropar, en la ciudad de Villa Elisa.
Los aportes pueden incluir ropas, alimentos, calzados, juguetes, pelotas, utensilios de cocina, etcétera. Si alguna persona quiere aportar dinero en efectivo, desde la fundación aclaran que cuentan con una factura legal para manejar las donaciones con regularidad.
El costo operativo para sostener el hogar está calculado en US$ 300 por niño, por mes.
Además del pastor y su familia, que trabajan en el hogar de lunes a sábados de 08:00 a 18:00, en el albergue hay una familia que vive con los niños.
No tienen ningún apoyo del gobierno, solo de personas particulares que les acercan comida, ropas y medicamentos.
Para conocer más información sobre el sitio, puede visitar su página de Facebook. Los encontrará como Hogar Jardín de Esperanza.Allí comparten datos y actividades que hacen con la gente.
El gobierno les brinda los medicamentos principales, pero deben tener otros complementarios. Por fortuna existen laboratorios solidarios que les envían muestras médicas, y así van sorteando las necesidades. No obstante, son muchas las veces en que deben sacar dinero de sus propios bolsillos.
No es extraño que en una de las noches más intensas, uno o dos niños a la vez se “descompongan”, expresa Reinaldo, dando a entender que los pequeños muchas veces tienen cuadros febriles y deben atenderlos urgentemente.
Llenos de sueños, los chicos del Hogar Jardín de Esperanza esperan durante todo este mes a los tíos y tías que se acerquen a regalar, más que cualquier bien material, una hora de juego, una ojeada a sus libretas de calificaciones, una pregunta sobre su día a día, en fin, un poco de ese cariño que tanta falta les hace.