El Vocero de Pablo Medina

Servir con la verdad. Bajo ese ideal, el periodista Pablo Medina Velázquez llegó a abrir dos periódicos en Capiibary (San Pedro) y Curuguaty (Canindeyú). Su intención era convertirse en el vocero de las inquietudes que aquejaban a los pobladores.

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Pablo tenía algo particular. Desde joven, cada vez que tomaba el micrófono y le pedían que se encargara de animar o encabezar alguna protesta, parecía transformarse. “Comenzó desde muy chiquito”, cuenta Francisco Medina, uno de sus hermanos.

Con apenas 19 años y tras haber terminado su servicio militar, se encargó de encabezar una marcha para salvarle a un niño de 13 que tenía problemas de salud y que no recibía cuidados necesarios. A pesar de las dificultades, consiguió captar la atención de las autoridades.

Su particular vozarrón y el estilo alegre, le valieron a Pablo para ganarse un espacio en Radio Nanawa de Luque, bajo el nombre de “La voz de la comuna luqueña”, donde se encargaba de recepcionar las denuncias de los ciudadanos. Además, tenía otro programa llamado “Cuna del folklore”.

La pasión por el periodismo y ser el vocero de las denuncias, comenzaba a crecer en aquel joven muchacho que terminaría siendo corresponsal del diario ABC Color en la zona baja de Canindeyú y cuyo trabajo revelando el actuar de grupos criminales le terminarían costando la vida el 16 de octubre de 2014, en un solitario camino de tierra del distrito de Villa Ygatimí.

Tiempo después de sus primeras incursiones radiales, volvería a su Capiibary natal. Allí debía recorrer todos los sábados el camino que por aquel entonces era de tierra para llegar hasta Coronel Oviedo, donde a través de la radio Difusora Caaguazú tenía un programa llamado “La Voz de Capiibary”. El estilo era el suyo: poner en conocimiento público las problemáticas que aquejaban a los pobladores de su distrito.

En aquellos días, a Pablo una idea se le pasaría por la cabeza y no descansaría hasta convencer a sus hermanos de llevarla adelante: quería fundar un periódico, una publicación que permitiera hacer conocer las preocupaciones de sus compueblanos.

Fue así que en 1994 veía la luz “El Vocero de Capiibary”. Era el primer periódico de la zona. Pablo se encargaba de la dirección periodística. Con él trabajaban su hermano Salvador -quien sería asesinado por rollotraficantes en 2001-, Francisco y Gaspar.

En el editorial que escribió para el primer número, Pablo dejó bien en claro lo que quería para “El Vocero de Capiibary y el Espejo del Distrito”: “Servir con la verdad”. Quería un periodismo de profundidad, claro, con ideas y capacidad de interpretar los hechos.

“Entendemos que asumimos una posición que tiene sus riesgos. Pero hasta la vida intrascendente y opaca es riesgosa. Y correr riesgos por la libertad es algo que se acerca a lo sublime. Y es porque anhelamos ser mejores, porque deseamos trascender, porque buscamos ese más allá que mueve y motiva los avances y los logros, es que nos lanzamos a esta cruzada. Hay que ser sinceros. Nunca seremos dueños de la verdad, puesto que la verdad no tiene dueños. La nuestra es una opinión. Lo que tiene de meritorio es que será siempre una opinión libre”, señala parte del editorial del primer número.

La publicación quincenal duró apenas un año. Eran pocos los que compraban el periódico en una zona en la que el interés por la lectura es escaso.

Pero Pablo no se resignó y un par de años más tarde, volvería a fundar otro periódico, esta vez en Curuguaty con el nombre de “El Vocero de Curuguaty, el peso de las ideas”.

“Che la ha’esea, ha’ese libremente”, le dijo alguna vez a sus hermanos, poco antes de renunciar a la radio en la que trabajó poco tiempo y pertenecía al político colorado Julio Colmán, quien fue uno de los que lo persiguió constantemente en los últimos años.

Por su riqueza, y por ser una clara muestra del estilo de Pablo, reproducimos a continuación el editorial del primer número de El Vocero de Capiibary:

No es el hecho de existir lo que define. Tampoco la manera como se accede a la existencia. Menos importa para lo trascendente, la envoltura que reviste quien vive o comienza a vivir. Lo que realmente define e importa, lo que realmente trasciende es el propósito.

Hemos resuelto existir con un propósito marcado: hacer un tipo de periodismo que supere lo simplemente narrativo o impactante para calar mucho más profundo. Queremos hacer un periodismo de fondo, interpretativo, de ideas. Un periodismo que sea al mismo tiempo comprobación reiterada y estandarte de nuestra libertad.

El periodismo que procuramos hacer, no puede existir sin libertad.

No se puede analizar, comentar, interpretar u opinar sin libertad. Ese derecho que nace con nuestro nacimiento y se extingue únicamente con nuestra muerte, nos señala con singular claridad que en tanto no penetremos en el sagrado ámbito del otro ser humano, somos dueños de nuestro destino, dueños de nuestras palabras, dueños de nuestras ideas, de nuestros actos, y esto nos lleva a definir nuestro propósito en su real dimensión.

Ser libre significa demostrar que somos libres, y sobretodo enseñar hasta que la idea prenda en los espíritus, de que siendo libres somos y seremos siempre mejores.

Entendemos que asumimos una posición que tiene sus riesgos. Pero hasta la vida intrascendente y opaca es riesgosa. Y correr riesgos por la libertad es algo que se acerca a lo sublime. Y es porque anhelamos ser mejores, porque deseamos trascender, porque buscamos ese más allá que mueve y motiva los avances y los logros, es que nos lanzamos a esta cruzada. Hay que ser sinceros. Nunca seremos dueños de la verdad, puesto que la verdad no tiene dueños. La nuestra es una opinión. Lo que tiene de meritorio es que será siempre una opinión libre.

Al ser libres estamos en condiciones de defender nuestros argumentos o rectificarlos, según la razón lo vaya demostrando. No pretendemos otra cosa que ejercer nuestro derecho de pensar, nuestro derecho de hablar y escribir, y nuestro derecho de que conozcan lo que pensamos, decimos y escribimos.

Nuestros deseos y anhelos, nuestros logros y realizaciones, con su parte de errores como toda obra humana, tienen elocuencia contundente de los hechos.

Tenemos plena conciencia que cotidianamente debemos superar el examen que la opinión pública, con razón, hace de nuestras tareas. Y estamos dispuestos a continuar honrando esa fe que han depositado en nosotros.

Al iracundo Administrador del Hospital, le pedimos una atenta lectura a la Constitución Nacional, tal vez así encuentre la luz en medio de cerradas nubes conceptuales y aprenda a expresarse con el criterio y mesura que corresponden a su investidura.

Los que nos siguen, los que nos apoyan con su confianza, con sus elogios y también con sus críticas constructivas, son los jueces de nuestra posición periodística. No vamos a cambiar nuestra línea. No vamos a aceptar provocaciones sin sentido. Seguiremos criticando aquellos que están mal, observando lo que puede y debe mejorarse, y apoyaremos las conductas y posiciones que traigan beneficios a la sociedad. Tenemos un solo compromiso: SERVIR A CAPIIBARY CON LA VERDAD y albergamos un solo temor: NO SER SUFICIENTEMENTE CLAROS Y PROFUNDOS EN NUESTRAS OPINIONES, y por ende involuntariamente no hacer el aporte necesario -nunca será suficiente- para que la sociedad encuentre los caminos que posibiliten el gran cambio, y alcanzaremos los destinos de plenitud que nuestros mayores con justicia nos lo demandan desde el pasado pletórico de honras y glorias.

Vamos a seguir mostrando las cosas buenas, las regulares y las francamente malas. Si les decimos que aspiramos a tener un día tranquilo, mentiríamos. Si les dijéramos que tenemos un día tedioso, también.

Tenemos amigos y adversarios. No nos encandilan los primeros ni nos asustan los segundos. Tenemos a los indiferentes, a los que viven amarrados en un egoísmo lleno de tinieblas.

Anhelamos convertirnos en una parte importante y trascendente del pensamiento ciudadano.

Esto nos da la medida que el público nos acepta, nos quiere y que nos sigue apoyando. Sin caer en la soberbia, nos tenemos fe. Creemos en el triunfo de las grandes causas, y por ellas bregamos por un Capiibary con destino de grandeza.

No vamos a decir que somos artífices, pero nadie nos quitará la satisfacción de intentar constituirnos en uno de los factores de gravitación en las ideas que determina nuestra suerte como república de ciudadano, conviviendo en paz y libertad.

EL VOCERO está sólido en sus bases, seguro en sus objetivos y con la fortaleza espiritual para superar calumnias, ingratitudes e incomprensiones. No vamos a rehuir nuestro compromiso. Que no les quepa la menor duda.

juan.lezcano@abc.com.py - @juankilezcano

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