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Mucha gente no se explica cómo pueden existir personas capaces de realizar aberrantes actos, tan sangrientos o brutales, como asesinatos seriales y violaciones, y para colmo, disfrutarlo. La respuesta a esta locura se podría caratular en el área de psiquiatría como trastorno de la personalidad antisocial, también llamado en algún momento sociopatía o psicopatía.
El último caso de asesinato por placer, evidenciado crudamente a través de conversaciones de WhatsApp entre la pareja asesina condenada a 40 años de prisión, escandalizó a un gran sector de la ciudadanía por los términos y las descripciones tan explícitas del sentimiento que les causó a estas dos personas la muerte de su víctima.
Según el doctor José Vera, psiquiatra forense del Ministerio Público, las personas que padecen de este trastorno saben que lo que llevan a cabo está mal, pero eso no las detiene porque no sienten ningún tipo de culpa.
“El trastorno antisocial de la personalidad se diagnostica en psiquiatría a partir de los 18 años, si existe antes se llama trastorno de conducta, generalmente estas personas presentan problemas de tipo agresivos contra las personas y animales”, agregó el psiquiatra.
Las características principales de quienes lo padecen es que son fríos, manipuladores, narcisistas, no aprenden de la experiencia y no tienen en cuenta el derecho de los demás, por lo que es muy frecuente que tengan problemas legales.
El psiquiatra forense José Vera comentó que este tipo de trastornos abundan en las penitenciarías, sin embargo, el diagnóstico no sirve de mucho al menos en el área fiscal, porque detectarlo no disminuye la condena de la persona.
El Código Penal establece en el artículo 23 que la sentencia solo puede ser atenuada si el autor del hecho en el momento de la acción u omisión, por causa de un trastorno mental grave o perturbación de la conciencia, es incapaz de reconocer que está cometiendo una infracción, lo cual no se aplica en este caso.
El American Psychiatric Publishing en su guía de consulta de los Criterios Diagnósticos del DSM-5 describe esta alteración como un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás. Añade un listado de conductas que caracterizan a estas personas.
Entre estas particularidades se manifiestan el engaño repetido, la estafa para provecho personal, irritabilidad y agresividad que se manifiesta por peleas físicas repetidas, desatención imprudente de la seguridad propia, irresponsabilidad constante, incapacidad de mantener un comportamiento laboral y cumplir con obligaciones.
Según el psiquiatra forense del Ministerio Público, existen varias teorías en relación al origen de esta alteración. Están las causas biológicas y las psicológicas. “Yo creo que en realidad es un conjunto de cosas, porque cada caso es particular”, puntualizó el médico.
No existe un tratamiento específico y según referencias psiquiátricas pueden atenuarse con la edad, incluso desaparecer después de los 50. Se desconoce si eso tiene que ver con el avance de la edad física o el aumento de la conciencia que se adquiere con el pasar de los años. Pero en la mayoría de los casos es un trastorno mental sin cura.
Vera confirmó que todo el tiempo trata con personas que padecen de este trastorno, que son principalmente los criminales y ladrones. Un artículo publicado en noviembre del año pasado por la Organización Mundial de la Salud refiere que entre uno de los factores de riesgo de violencia de pareja y violencia sexual se encuentra esta alteración. También está en la lista de los causantes de suicidios.
El especialista recomendó finalmente que si una persona detecta las características de este trastorno en un conocido o ser querido cercano le recomiende “amablemente” que acuda a un profesional médico.
Lastimosamente en Paraguay carecemos de estadísticas actualizadas y artículos informativos al respecto, puesto que es un área muy poco desarrollada, en este sentido, por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Se trata de un problema más bien relegado al Ministerio Público, en los casos puntuales.
Además en muchos sectores sociales todavía persiste un gran porcentaje de ignorancia en cuanto a problemas mentales o de conducta, lo cual evita que las personas acudan a profesionales para el diagnóstico y tratamiento correspondientes.