El trabajo digno a un brazo, sin escuchar ni hablar

Don Lelio Lezcano es albañil, especialista en revestimientos, padre de cuatro hijos y uno que viene en camino. Don Lelio es sordomudo y perdió un brazo en un accidente, pero él no se rinde y no espera favores.

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Hace cuarenta y cuatro años en una pequeña compañía de Itapúa, nacía Don Lelio Lezcano, un niño sordomudo, que dividió su infancia entre el fútbol y la escuela, y aunque solo llegó a sexto grado. Sueña todavía con ser arquitecto.

A los 17 años un tío lo llevó a Buenos Aires, Argentina, donde se inició en el mundo de la albañilería y aprendió las técnicas de revestimiento, que es a lo que se dedica actualmente. En esos años conoció a una mujer, la madre de su primer hijo y poco después la vida le dio su primer golpe, uno fuerte: ella había fallecido en un accidente.

Con su pequeño Pablo César a cuestas, volvió a Paraguay, a Encarnación, para trabajar y criar al niño. Más tarde conoció a Rosa Caballero, con quien está casado hace 14 años y con quien tiene tres hijos –una niña de 5 años y dos niños de 9 y 13 años-, además de un varón que está en camino.

Cuando la vida había retomado su rumbo “normal”, Don Lelio estaba volviendo de un día de trabajo sobre su bicicleta, cuando un automóvil lo atropelló, y como consecuencia del accidente perdió el brazo izquierdo. Por esa pérdida nadie lo indemnizó, solamente le ayudaron con la compra de medicamentos, no hubo institución pública o privada que apoyara su rehabilitación en Paraguay.

Para la amputación del brazo fue llevado a Buenos Aires y el tratamiento posterior lo siguió en Posadas, Argentina. Fue su familia la que lo acompañó. Al principio fue difícil, se sentía triste y toda su familia también. Solía decir que “con ayuda del Señor” saldría adelante.

Le tomó varios meses aprender a manejarse sin uno de sus brazos, y mientras el tiempo transcurría su esposa hacía alfajores que Pablo salía a vender para mantener de alguna forma a la familia.

De a poco, Don Lelio comenzó a reincorporarse a su oficio, en el que se destaca por la calidad de terminación, cuenta doña Mirtha Bado, en cuya casa está trabajando actualmente, todos los días desde temprano hasta eso de las cuatro de la tarde.

“Es una excelente persona y muy trabajador, y muchas veces hay que armarse de paciencia para conseguir contratarle por la demanda de trabajos que tiene”, asegura la mujer, quien justamente por la abnegación y el compromiso de Don Lelio, mostró en su cuenta de Facebook cómo a pesar de sus limitaciones, este hombre no se rinde y sigue siendo el sostén de su familia.

Don Lelio sigue trabajando, sigue soñando, sigue mostrando que con el trabajo honesto, el trabajo digno se puede, y que las adversidades, muchas veces son del tamaño que uno decide darles.

Agradecimiento: A la señora Mirtha Bado por el tiempo dedicado para que la entrevista sea posible a través de Facebook y a Pablo César Lezcano, quien actúa de intérprete entre su padre y la gente y que de hecho suele ayudarle cuando tiene mucho trabajo.

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