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“Si la población de niños y adolescentes no está en buenas condiciones, el país está fuera de condiciones”, dijo la experta, en el marco de la Semana de los Derechos de la Infancia y Adolescencia, del 12 al 17 de agosto.
Actualmente, en Paraguay existe un mayor porcentaje de niños y adolescentes, que en unos años se convertirán en la fuerza productiva del país. Este fenómeno demográfico -conocido como bono demográfico- es una oportunidad que se presenta al Gobierno paraguayo de invertir en la niñez y adolescencia para superar la pobreza.
Sin embargo, más del 40 por ciento de los niños se encuentra en situación de pobreza. Esta cifra supera los niveles de la población en general, que se encuentra por el 30 por ciento. Esta situación dificulta que los niños luego puedan superar la pobreza cuando sean adultos.
“Los niños y niñas dentro de este contexto son los más perjudicados por esta falta de equidad. La pobreza es la violencia más dura para los niños”, agregó la experta.
También es urgente la inversión en la salud y la educación, explicó Otero. El Gobierno paraguayo invierte alrededor del 6 por ciento del presupuesto nacional en educación, y este porcentaje debería estar cerca del 20 por ciento.
“En educación hace falta asegurar calidad, lo que involucra también a los docentes; los docentes deben estar capacitados para dar una educación de mayor calidad”, expresó la experta.
En Paraguay, de 10 niños que entran al sistema escolar, sólo tres egresan de la secundaria. “Eso no es bueno, deberían egresar siete u ocho niños”, agregó Otero.
Por otro lado, explicó que si bien las estadísticas segregadas escasean, según encuestas que maneja la organización, 7 de cada 10 niños declararon que han sido maltratados. La trata de personas “tiene un efecto devastador” en los niños y adolescentes.
“Hay un tema central que es el cambio de cultura de los adultos hacia los niños; hay que comenzar a verlos como personas completas con derechos, con respeto y dignidad”, destacó.
El Gobierno debe enfocarse en trabajar con este sector de la población para que estos niños logren superar la pobreza a medida que se vayan convirtiendo en adultos.
“Se necesita asegurar una inversión sostenida y constante de parte del Estado, y no solo del gobierno central, sino los gobiernos locales”, concluyó Otero.