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Luego del parate sufrido por la Copa Mundial después de Francia 1938 a causa de la terrible II Guerra Mundial, este torneo ideado por don Jules Rimet llegaba a Brasil, la tierra donde se vivió, se vive y se vivirá por y para el fútbol.
En el congreso del año 1946 se decidió dar a Brasil la organización del Mundial y los mismos se prepararon con todo para recibir el evento. Nacía además el estadio Maracaná, en ese entonces, el más grande del mundo.
Fue la única copa que no tuvo una final, ya que para conocer al campeón se disputó un cuadrangular donde casualmente el último partido era entre los equipos de Brasil y Uruguay. La celeste, encabezada por el gran Obdulio Varela.
El Maracaná fue construido para el torneo. Allí, Brasil pensaba festejar su primer campeonato del mundo y la fiesta estaba preparada. El día del partido final ante Uruguay se registró una presencia de 199.854 personas.
Este es el relato que se encuentra en la página de la FIFA de aquel mundial, el andar de Brasil y la sorpresa que dieron los uruguayos.
“Después de una fácil victoria frente a México (4-0), la selección brasileña, ante la sorpresa de todo el mundo, empató (2-2) con Suiza. Yugoslavia, que había ganado los dos primeros encuentros disputados, sólo necesitaba empatar con Brasil para pasar a la siguiente ronda.
Pero, ante los 150.000 enfervorizados hinchas que ocupaban el estadio de Maracaná, Brasil se alzó con la victoria (2-0)”.
“Así fue como Brasil se clasificó, junto a otras tres selecciones (España, Uruguay y Suecia), no para las semifinales, sino para una serie de partidos de todos contra todos, en los que la gran sorpresa fue la ausencia de Inglaterra e Italia. Tras una semana de descanso, la selección brasileña salió a por todas. Primero aplastó a Suecia (7-1) y después a España (6-1)”.
“A nadie le cupo la menor duda de que Brasil estaba en racha y de que esos impresionantes resultados iban a repetirse en el encuentro contra Uruguay, una selección que, tras haber empatado con España, contaba con sólo tres puntos en su haber. (Recordando que en ese entonces los partidos ganados daban dos puntos)”.
Brasil necesitaba solo de un empate para consagrarse como el mejor e incluso logró adelantarse en el marcador a través de Friaça a los 47 minutos. Juan Schiaffino igualó a los 66 y a los 79 pasó lo inesperado, Alcides Ghiggia marcó el segundo y eso era el fin para los brasileños.
El arquero de Brasil, Barbosa, fue acusado de mufa y condenado de por vida por sus compatriotas.
La amargura fue total, la tristeza no tuvo fin por que las casi 200.000 personas veían cómo los celestes encabezados por su gran capitán Obdulio Varela levantaban su segunda Copa del Mundo, aquella que ellos ya creían suya antes de tiempo.