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Sin duda los principales hitos criminales este año vinieron de la mano del Primer Comando Capital (PCC), este grupo criminal brasileño que sin dudas se va arraigando también en Paraguay, aunque el caso del megaasalto en Ciudad del Este a la sede de la empresa de caudales Prosegur fue solamente la cúspide de una escalada de hechos criminales previos.
Unos US$ 11.720.255 es la cifra oficial de lo sustraído de las bóvedas de Prosegur, pero el costo para el Estado paraguayo fue mucho mayor, ya que desnudó las falencias de un sistema de seguridad que quedó arrodillado por varias horas al imperio de los criminales que declararon un estado de sitio en una de las ciudades más importantes del país.
El ataque inició a la madrugada del 24 de abril una manera sumamente estudiada. Mientras un grupo hacía volar con potentes explosivos la bóveda de la empresa de seguridad privada, otro grupo se encargaba de colocar retenes, quemando vehículos, para cubrir la huida. El suboficial primero Sabino Ramón Benítez, personal del Grupo Especial de Operaciones (GEO) fue asesinado por los delincuentes.
Los criminales incluso anularon con los piquetes la Jefatura Policial de Alto Paraná y dejaron vía libre para la huida a Ruta Internacional Nº7 y la Supercarretera rumbo a Hernandarias que fue finalmente la puerta de salida de los criminales, varios de los cuales fueron detenidos y abatidos casi inmediatamente por la Policía Brasileña.
De este lado de la frontera, los resultados de las pesquisas y las detenciones fueron más escasas, y ya posteriormente se pudo determinar que la organización se realizó desde uno de los lugares más exclusivos de esta zona del país, el Paraná Country Club, donde ya empieza a sonar un nombre que más tarde también sería noticia destacada, Marcelo Fernando Pinheiro Veiga, alias “Marcelo Piloto”, aunque realmente no estaba directamente relacionado a este caso.
El ataque de sicarios era algo que se limitaba a la zona de frontera. De hecho según datos del 2016 (los más actualizados hasta la fecha, a falta del reporte de este año de la Policía) reportan que el departamento de Amambay encabeza la lista de los mayor cantidad de asesinatos, con el 21,1% del total a nivel país. Le sigue Alto Paraná con el 15,7%.
Si bien no todos los asesinatos son atribuibles a sicarios (ya que el reporte de la Policía no discrimina los motivos), quienes viven el día a día principalmente en ciudades de Amambay como Pedro Juan Caballero y Salto del Guairá saben que los reportes de asesinatos ligados a crímenes como el narcotráfico son diarios.
Sin embargo, este año apenas iniciado ya alertaba sobre la llegada de los crímenes por encargo hasta Asunción, la misma Capital del país. El 3 de enero, Paulo Jacques, un ciudadano brasileño ligado al acusado de narcotráfico Jarvis Chimenes Pavão fue ultimado junto a su pareja en las calles Cantalupi casi Pizarro de Asunción, zona del bañado sur, cerca del campus de la concurrida Universidad Católica de Asunción y a plena luz del día.
En ese caso el crimen se atribuyó a un nuevo grupo delictivo organizado del Brasil, Bala na cara (Bala en el rostro), cuyos responsables fueron detenidos por la policía y expulsados al Brasil donde ya era buscados por otros varios crímenes.
Sin embargo el hecho que más conmocionó a la mayoría de la ciudadanía ocurrió en pleno Barrio Madame Lynch, en una de las zonas más exclusivas de la Capital. Gabriel Giménez González, un niño de apenas cinco años, murió acribillado por sicarios que aparentemente apuntaban a su padre, Willian Giménez Bernal, quien también falleció, pero según la investigación de la Policía, por un tiro autoinfringido, luego de no soportar ver a su hijo destrozado por las balas.
De vuelta los vínculos con el narcotráfico suenan como móvil del crimen y con ellos los nombres ya bastante conocidos, el Primer Comando Capital y Jarvis Chimenes Pavão de vuelta como blanco indirecto, ya que Giménez Bernal era otro allegado a él. También se mencionan otras organizaciones en constante disputa en nuestro país, el Comando Vermelho, al igual que otros conocidos nombres del crimen organizado, entre ellos Rolando Benites, alias “Galán”, así como resquicios del asesinato del año pasado de Jorge Rafaat.
En este caso, si bien los delincuentes fueron detenidos, resalta la facilidad con que los delincuentes planearon y ejecutaron desde el área metropolita este violento crimen, para el cual ingresaron al país un potente arsenal.
Pese a que mediáticamente el Primer Comando Capital (PCC) suena frecuentemente como uno de los grupos criminales fuertemente asentados en nuestro país, el Comando Vermelho también le disputa este territorio codiciado para el tráfico de drogas y armas. A finales de este año, Marcelo Fernando Pinheiro Veiga, alias “Marcelo Piloto”, uno de sus líderes del Comando Vermelho asentados en nuestro país fue detenido en un operativo y expulsado al Brasil.
Pese a estar escondido en una “humilde” vivienda en el distrito de Cambyreta, Itapúa y no ofrecer resistencia, la vida de “Marcelo Piloto” no siempre habría sido tan austera. Se menciona que el mismo habría estado viviendo tranquilamente en el Ciudad del Este hasta el megaasalto a Prosegur, que si bien fue perpetrado por criminales de la facción contraria, del PCC, los allanamientos lo podrían haber alcanzado, por lo que decidió retirarse a una zona más tranquila.
A “Marcelo Piloto” se le atribuyen más de 20 de crímenes en el Brasil y el apodo se lo había ganado debido a sus habilidades para el tráfico de todo tipo de producto ilegal, pese a ser un prófugo de la justicia brasileña.
Durante este año también se logró dar un golpe grande, aunque no definitivo a una de las estructuras de tráfico aéreo de drogas más importantes hacia Argentina con el operativo denominado Dos Hermanos.
La Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) allanó una estancia, propiedad de Wilfrido Bareiro Vargas y Rigoberto Bareiro Vargas, ambos hermanos que contaban con pistas de aviación y aeronaves dedicadas al tráfico de marihuana. En la ocasión se incautó una tonelada de la droga, así como US$ 500.000 en efectivo.
El operativo hubiera terminado en un rotundo éxito si es que se detenía a los hermanos Bareiro Vargas, cabecillas de la estructura criminal.
Estos grupos criminales no solo se van arraigando en la sociedad, sino también en la Justicia y los órganos del Estado. No es evidencia nueva, tal como lo demuestra el caso de Vilmar “Neneco” Acosta, exintendente de Ypejhú y hoy ya condenado por el asesinato de nuestro compañero corresponsal Pablo Medina.
En esta misma tónica, pese no tener un cargo políticos pero sí mucha influencia económica, Felipe “Barón” Escurra, uno de los zares del tráfico de marihuana al Brasil desde Pedro Juan Caballero, pese a ser detenido por la justicia y por haber realizado amenazas de muerte contra nuestro compañero periodista Cándido Figueredo, quedó en libertad gracias a un cuestionado fallo del juez Leonjino Benítez Caballero.
Si bien la cámara de apelaciones de Amambay revocó la libertad de “Barón”, el mismo sigue prófugo de la Justicia. Este año también, un juez de faltas de Capitán Bado, Pablo César Isasi y un funcionario municipal Marcos Javier Galarza Saavedra fueron detenidos en el Brasil traficando un importante cargamento de marihuana.
No hay que olvidar el caso del narcoseccionalero colorado Fredy Alberto Godoy Segovia, que junto a otros dos paraguayos fue detenido cuestodiando 5 toneladas de marihuana en Bolivia.
Godoy Segovia se mostraba en fotos con importantes referentes del Partido Colorado, como la diputada Perla de Vázquez y el propio presidente de la República, Horacio Cartes.
No hay que olvidar que este año, toda la oficina regional de la Senad en Alto Paraná fue desmantelada por corrupción y apenas unos días después se desmateló una estructura de tráfico y procesamiento de cocaína en Ciudad del Este, que contaba con laboratorio y una importante estructura.
Entre los detenidos, parte de esta estructura liderada por un paraguayo de nombre Hugo Enrique Fanego Duarte, también fue detenido como presunto custodio el suboficial mayor de la Policía José Isacio Peralta Martínez.
Una de las vías bastante utilizadas para el tráfico principalmente de cocaína sigue siendo el aeropuerto Silvio Pettirossi, desde donde se realizan envíos con destino países de Europa y Africa.
Los traficantes se ingenian para tratar de enviar la droga escondida en cámaras de circuito cerrado, termos térmicos, y cualquier tipo de elemento que pueda ser un contenedor para ocultar la droga.