Cargando...
Era una mañana común y corriente del 10 de octubre de 1994, el general Ramón Rosa Rodríguez fue a llevar a su hija al colegio Internacional. Cuando llegó frente a la institución, desde una camioneta, balearon al militar.
Pedro Abundio Fleitas, chofer del militar, quedó mal herido, y semanas después murió. En ese primer incidente el general solo fue alcanzado por los vidrios rotos de la camioneta y alguna que otra esquirla que no le produjeron más que cortes superficiales.
Aparece en escena poco después, en medio del tumulto producto de los disparos, el capitán Juan Emiliano Ruiz Díaz, subalterno del general, tratando de ayudar pero Rosa Rodríguez ordena el arresto del capitán de inmediato.
Para el jefe antidrogas no quedaban dudas que su mano derecha, el capitán Ruiz Díaz, fue el que trató de matarlo. Según testigos, el general Rodríguez le dijo al capitán: “Fallaste en tu intento de matarme, Ruiz Díaz”.
El mismo Rosa Rodríguez desarmó a Ruiz Díaz y como militar de la vieja escuela, decidió que sería él mismo quien llevaría al capitán hasta el Comando en Jefe, para dejarlo detenido.
Entonces subieron en un jeep militar, Ruiz Díaz, el general Rodríguez y dos oficiales más, y se dirigieron hacia la unidad militar, pero al llegar a la Curva San Miguel, metros antes de salir a la avenida General Santos, se dio el segundo atentado.
La versión que consta en el expediente señala que Ruiz Díaz, tenía una pistola 6.65 mm oculta en una de sus botas, y le disparó al general quien iba sentado al lado del chofer.
Después el capitán trató de suicidarse, pero uno de los custodios, que también estaba en el jeep, le dio un golpe con la culata de su fusil a Ruiz Díaz, eso hizo que la bala que iba a ingresar por la sien derecha se incrustara casi en el medio de la frente del uniformado.
Ambos heridos fueron llevados al hospital Militar, donde se constató el deceso del general y el capitán quedó mal herido por varias semanas.
El juez del Crimen del Undécimo Turno, Atilio Rodríguez, fue el encargado de investigar el atentado. Tres años después el caso llegó a su estado de sentencia, donde el único procesado, el capitán Juan Emiliano Ruiz Díaz, fue condenado a 25 años de cárcel.
Sin embargo muchas incógnitas giraron en torno al segundo atentado. Hoy, a 19 años del hecho hay tantos cabos sueltos que es imposible encontrar muchas respuestas.
Entre las interrogantes que se dieron ese 10 de octubre, se encuentra la actitud que tomó el general Rosa Rodríguez de ser él quien llevara a la persona que minutos antes trató de matarlo, en un jeep, sin esposas y sin haber sido revisado minuciosamente, para saber si tenía otra arma.
Tampoco se pudo explicar como es que los dos militares que estaban en el móvil no pudieron evitar que el capitán mate al zar antidrogas, con tanta facilidad ante sus ojos.
El punto más oscuro de todos se relaciona al maletín que tenía el general Rodríguez, esa mañana y que según se decía tenía documentos muy comprometedores que apuntaban a personas influyentes del gobierno del entonces presidente de la República, Juan Carlos Wasmosy, que estarían ligadas al narcotráfico.
Según se decía el general iba a presentar esas pruebas al presidente, luego de dejar a su hija en el colegio. Ese maletín fue incautado por los militares tras el segundo atentado.
El juez Atilio Rodríguez solicitó varias veces la entrega del maletín, que fue enviado hasta el juzgado varias semanas después del hecho por el entonces influyente general César Lino Oviedo.
Dentro del maletín, como era de esperarse, no habían más que unos papeles sin importancia y una agenda electrónica que estaba con la memoria vacía.
¿Qué fue lo que el jefe antidrogas iba mostrar al presidente Wasmosy? Los nombres de personas ligadas al narcotráfico, la ubicación de pistas de aterrizajes clandestinos o tal vez otro dato de relevancia, se perdieron con la eliminación física del general.
El capitán Juan Emiliano Ruiz Díaz fue la única persona detenida, procesada y condenada por el crimen del general Ramón Rosa Rodríguez y su chofer Pedro Abundio Fleitas. La pena: 25 años de encierro en una cárcel militar.
A mediados de julio de 2011, el juez Carlos Escobar le concedió la libertad condicional, tras haber cumplido las dos terceras partes de su condena.
Tras 17 años de encierro, el hombre condenado por la muerte del jefe de la Senad recobró su libertad. Hoy poco se conoce del paradero del capitán, quien tras salir en libertad nunca se mostró y tampoco habló del caso.
Muchos intentos se hicieron para tener una conversación con Ruiz Díaz, pero el hombre mantiene hasta hoy ese silencio que guarda desde 1994.