El askarel en la sangre

El periodista y bombero Blas Cuenca trabajó en el incendio de la subestación de la ANDE en San Lorenzo, primero como cronista de Cáritas y luego como prensa de los bomberos. Hoy su sangre está contaminada con askarel en un nivel superior a lo normal.

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Blas estaba realizando su labor cotidiana como cronista para la 680 AM la tarde del 14 de octubre cuando le avisaron del incendio en la subestación de la Ande en Laurelty, San Lorenzo. Se fue hasta el lugar para informar a la radio de lo que ocurría y luego se quedó hasta altas horas de la noche trabajando para los demás colegas, facilitando la información por parte de los Bomberos, ya que también se desempeña como jefe de prensa del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay. Igualmente, Blas es voluntario de los bomberos desde hace 14 años, haciendo operativos.

“Yo ni siquiera trabajé en combate ese día. Me quedé afuera más que nada a coordinar información para los medios después de que hice mi cobertura para la radio. En ningún momento entré directo al lugar del siniestro pero estuve cerca, rondando. Evidente que este producto se quedó en el aire o en el ambiente” dice Blas en conversación con ABC color.

Tras aquel incidente, la ANDE, la Secretaría del Ambiente (SEAM), el Ministerio de Salud y el Cuerpo de Bomberos formaron un equipo interistitucional para trabajar sobre el tema y principalmente en las posibles víctimas de intoxicación por el humo que salió esa tarde-noche. Resulta que aquel no fue un incendio convencional, sino lo que ardió en llamas fueron 20.000 transformadores que contenían –cientos o miles de ellos- un aceite compuesto por askarel-PCB, un producto químico altamente tóxico para el ambiente y la salud humana, y cuya utilización está prohibida hace años por convenios internacionales.

Los últimos datos oficiales sobre los posibles intoxicados por restos de askarel, indicaban que el total de personas ascendió a 238 personas que presentan síntomas de intoxicación por el aceite florado askarel. Entre ellos figuran bomberos, periodistas y los vecinos de Laurelty, zona afectada por el descomunal incendio. 

Blas quedó en el grupo de bomberos que tuvo que hacerse los estudios toxicológicos en el laboratorio Díaz Gill, a fin de determinar el nivel de contaminación en sus organismos. Según el reporte que hace el propio Cuerpo de Bomberos en su página web, los parámetros establecidos por los médicos fueron los siguientes: Hasta 20 ng/mL de nivel de PCB en la sangre, puede considerarse aún como “Población normal no expuesta”. De los 285 bomberos que estuvieron aquel día en el operativo y que fueron sometidos a los exámenes toxicológicos, solo Blas registró un nivel superior al 20 ng/mL permitido, llegando al 28,3 ng/mL. Igualmente, 3 llegaron a tener un nivel de entre 10 ng/mL y 15 ng/mL en la sangre, 21 tuvieron de 5 a 10 ng/mL y 260 inferior a 1 ng/mL.

Para Cuenca, la noticia fue un golpe duro, pero asegura que no se va a dejar vencer. “Esto implica un cambio completo de vida. La toxicóloga que me atendió se mostró muy preocupada por mi caso, porque el nivel de PCB es realmente alto. Tengo que dejar de fumar –siendo yo fumador-, empezar a hacer ejercicios, modificar mi hábito de alimentación y tomar mucha agua todos los días, esos son apenas de las primeras recomendaciones que ya tengo que hacer” explica Cuenca.

El periodista y bombero es consciente de que se trata de una situación grave, teniendo en cuenta que la posibilidad de adquirir cualquier tipo de cáncer aumenta con esta contaminación en la sangre. En efecto, una de las razones por la que se prohibió seguir utilizando el askarel fue el alto nivel cancerígeno que tiene una vez que contamina el organismo de una persona. En nuestro país hay varios casos de funcionarios de la Ande que hasta hoy sufren las consecuencias del accidente ocurrido en 2004 en la represa Acaray, cuando también se registró pérdida de askarel.

Padre de tres hijos que tienen 7, 5 y 4 años, Cuenca habla de que lo peor ante una situación así es enfrentar a los hijos y explicarles de que hay una posibilidad de que su padre tenga una enfermedad grave. “El mayor está en España pero a mi hija de 5 años me cuesta hablarle, explicarle que puede pasar algo. En casa realmente están desesperados pero yo estoy con mucha fuerza, me siento bien, sólo tengo que seguir los tratamientos desde ahora” dice Cuenca.

Sobre el apoyo que está teniendo de las instituciones estatales responsables, Cuenca menciona que todo lo que recibió del Ministerio de Salud fueron dos llamadas telefónicas preguntándole sobre “cómo se sentía”, como una muestra más de la desprolijidad con la que están manejando desde el Estado este caso. Este accidente pudo haberse evitado si la ANDE cumplía con los protocolos de manejo de PCB que está en el Manual “Manejo de PBC en los equipos eléctricos” que se publicó en 2008. Las autoridades de la ANDE aprobaron cada párrafo y punto de este documento, pero no cumplieron con las exigencias establecidas en el mismo. Ni siquiera saben qué cantidad de transformadores tiene este producto químico en los 27 "cementerios"  que posee la institución en todo el país y en donde el riesgo de ocurrir este tipo de incidente es alto. 

Cuenca dice que de la ANDE no obtuvo absolutamente nada hasta ahora y que la única entidad que lo apoya en este momento es el Cuerpo de Bomberos. “Gracias a las gestiones del Cuerpo es que me hice el primer análisis. Debo decir que la Directora de Toxicología que me atendió sí se mostró preocupada por mi caso y me dijo que debo hacerme otro estudio en forma obligatoria el próximo 22 de enero de 2016, pero para esa fecha ya tengo que estar cambiando de hábitos en varias cosas, principalmente en la comida y en dejar de fumar” cuenta el periodista y comunicador.

Para Cuenca, la preocupación pasa ahora por encontrar la forma de sobrellevar los gastos de los estudios que tiene que hacerse, porque según los primeros informes que le dieron, los mismos podrían durar décadas. “Tengo que hacerme estudio de la sangre cada seis meses en principio, ir a una nutricionista, bajar de peso de manera urgente y otros análisis que me van a ir pidiendo. Todo esto implica dinero, y la verdad, debo ver la forma de cómo financiar todo esto” señala Cuenca, quien a pesar del momento, se hace escuchar con buena vibra y optimismo.

La vida de Cuenca tuvo un giro drástico desde aquella cobertura del 14 de octubre. Un mes después del voraz incendio en la subestación de la ANDE, ahora los estudios, análisis y otros elementos médicos pasan a formar parte de su lenguaje diario y todos sus hábitos deben modificarse. Pero como bombero que ama su profesión, sabe que no se puede dejar vencer en un momento crítico y que debe ir al rescate, pero esta vez de él, por él mismo y por su familia.

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