Bonsái, naturaleza a pequeña escala

Lograr un árbol en miniatura con la apariencia de uno añoso es todo un arte que envuelve una serie de técnicas, cuidados y, por sobre todo, paciencia. Especialistas en esta materia hablan de la elaboración y tips para su cuidado.

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La técnica milenaria de origen oriental lleva el nombre de “bonsái”, palabra que se compone del japonés bon (bandeja) y sai (árbol o arbusto). Los conocedores de esta práctica hacen hincapié en que es un arte viviente que está en movimiento constante.

Justamente esta tendencia de que el proceso de elaboración debe adaptarse al tipo de árbol que se elije y el objetivo al que se quiere llegar, hace que sea prácticamente imposible resumir todos los secretos de una buena práctica en un artículo, pero es posible dar un panorama de qué se necesita para elaborarlo, además de los consejos para cuidarlo.

"Cada bonsaísta tiene un estilo propio y particular. Por eso se menciona que el bonsái es una obra de arte viviente, donde el ojo experimentado puede observar los trazos característicos de su cultivador", comenta Víctor Suárez, presidente de la Asociación Paraguaya de Bonsái y dueño de la empresa Bosques de Oriente.

Entretanto, cabe resaltar que un bonsái no se remite solo a la belleza que puede proporcionar a un espacio. Ricardo Presentado, dueño de Bonsái Ki, remarca la contribución que esto puede significar para la preservación de una especie nativa o de la flora de un país.

“En el caso de que se extinga una especie, se podría volver a plantar nuestro bonsái en el suelo o buscar otras técnicas de reproducción para rescatar dicha especie”, subraya.

Suárez recuerda que existen herramientas diseñadas específicamente para esta labor, entre ellas podemos citar a la cortadora cóncava y la esférica; estas dos no tienen prácticamente reemplazo puesto que cumplen funciones específicas en la técnica.

"En cuanto a las herramientas hay mucha variedad, en tipo como en precio, de entre 20 a 200 dólares (G. 122.000 a 1.220.000), de acuerdo a la marca y a la calidad”, señala.

Aclara que no es necesario tener un amplio equipo de herramientas para empezar a trabajar los bonsáis, ya que podemos utilizar algunas básicas. Además hay que elegir la planta que queremos cultivar y una maceta o bandeja.

Se puede partir de una semilla, que significará un trabajo mucho más lento –es decir esperar un tiempo hasta que se convierta en planta–, también se puede empezar desde un árbol comprado en un vivero o incluso de algún ejemplar del jardín.

"La forma generalmente se consigue por medio de la poda y el alambrado, que se utilizan como tutores para direccionar el nuevo crecimiento. Pero lo más importante es aprender a esperar y escuchar al árbol y a la naturaleza; aprender sus necesidades. Nunca debemos anteponer nuestras expectativas o deseos de una determinada forma a la salud del árbol", referencia Suárez.

Los meses ideales para empezar a hacer un bonsái son marzo, abril y setiembre, que tienen temperaturas más templadas. 

Ricardo Presentado señala algunos de los métodos utilizados para dar forma a las raíces, tallo, ramas y la hojas, como por ejemplo el alambrado, trasplante y la poda.

Para la poda hay que detenerse en la distribución de las ramas principales y las secundarias. Por ejemplo, se podan las ramas ubicadas en forma paralela, que están muy enmarañadas o las que están inclinadas hacia adentro.

“Gran parte del trabajo de poda es mantener las ramas terminales controladas para que el árbol no crezca solo en altura y no tenga vegetación en los puntos laterales que son de importancia para el modelado de un bonsái”, explica.

Víctor Suárez recuerda que en primavera y verano el crecimiento es más vigoroso, por lo tanto, se poda cada semana o cada 15 días, mientras que en invierno u otoño casi no se realiza esta tarea.

Presentado habla sobre el pinzado que consiste en usar el dedo índice y el pulgar con ayuda de las uñas para quitar la vegetación aérea. “En conclusión la poda permite reorientar el crecimiento y reconstruir la copa o distribución armónica del diseño para que quede atractivo el árbol”, asevera.

El alambrado ayuda a la orientación geométrica que deseamos dar al bonsái, ya sean formas circulares, ovaladas o rectas. Se usa el alambre de cobre para evitar que el contacto del metal con el agua genere la corrosión, lo cual podría enfermar al árbol, advierte.

El tiempo permitido es de dos a tres meses porque de lo contrario, por el proceso de crecimiento del árbol, las ramas y el tronco crecen y pueden superar la presión del alambre, lo cual deja cicatrices profundas en el bonsái.

Esta técnica se puede hacer en cualquier época del año, dependiendo de las características de la planta, pero se recomienda que las mayores torsiones se realicen en invierno.

Otro método para ensanchar la raíz o el nebari es trasplantar la planta y cortarle las raíces que crecen de manera vertical, para así obligar a las raíces laterales a ensancharse.

Además existen varias otras técnicas como la defoliación, que consigue una pausa en el crecimiento foliar para que el bonsái rebrote con hojas mas pequeñas; el torniquete, para hacer que crezcan raíces aéreas y, la madera seca, la cual ayuda a que el árbol parezca mucho más viejo de lo que realmente es.

Víctor Suárez recuerda que lo primordial es el riego y más aún con las temperaturas elevadas de nuestro país. “La falta de agua es probablemente la principal causa de muerte de los bonsáis. No obstante siempre hay que abonar, realizar el cambio de sustrato (tierra) cada cierto tiempo. Atender que el árbol esté saludable y libre de parásitos o insectos que puedan perjudicar su salud”, aconseja.

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Además de la escasez del líquido vital, existen otros descuidos como la falta de luz solar necesaria, la presencia de parásitos, un suelo pobre en nutrientes o poco oxigenado, la exposición excesiva al viento o al sol de nuestro verano. La falta de poda hace perder la forma al bonsái. “Debemos encontrar una ubicación adecuada, los bonsáis no son plantas de interior; necesitan sol, lluvia y vientos moderados”, enfatiza.

Comenta que se pueden hacer bonsáis de árboles con frutas, las cuales mantienen sus características de los árboles grandes. “Es decir que se pueden comer si son comestibles y las semillas son fértiles. Lo que debemos tener en cuenta es que las frutas no achican su tamaño, por tanto, lo ideal es hacerlo con especies que tengan frutas pequeñas para que quede armónico en el bonsái como los de acerola, nangapiry, ivapurú, guaviju, guavirá y mora.

“Las especies exóticas son siempre las más raras, por así decirlo. Al cultivar acá probablemente sea el pino negro japonés y la familia de los acer, que son los árboles que toman coloración rojiza en otoño”, manifiesta.

Las especies más fáciles son las autóctonas, entre ellas probablemente el tatarê y el yvapurú. “El lapacho, si bien es autóctono, no es ideal para bonsái ya que por el tamaño grande de las hojas no queda muy armónico, aparte de eso es muy difícil que llegue a florecer como bonsái, siendo este su principal atractivo", aclara.

Suárez sostiene que entre las especies "difíciles" tenemos los pinos y juníperos, así como las especies exóticas de clima frío, que -por las condiciones climáticas de Paraguay- mantenerlos saludables se torna complicado y en la mayoría de los casos terminan muriendo.

Lo cierto es que hay un muchas personas interesadas y también, muchos cultivadores; el número va creciendo de manera permanente. “Tanto desde mi vivero como desde la Asociación Paraguaya de Bonsái, de la cual soy el actual presidente, estamos incentivando constantemente el amor hacia este milenario arte y, por sobre todo, el amor y respeto a la naturaleza”, acota.

En el Bosques de Oriente hacen cursos dos veces al año, en marzo y en setiembre, ya que son los meses que permiten aplicar mejor las técnicas de cultivo. Duran cuatro sábados y la gente puede optar por hacerlo en el turno mañana o tarde, el costo es de G. 450.000, lo cual incluye todos los materiales y cada participante trabaja su futuro bonsái para llevárselo a su casa al finalizar el curso.

Mientras tanto en Bonsái Ki realizan cursos cada tres a cuatro meses en dos modalidades: pre bonsái a partir de G. 50.000 y los Bonsái desde G. 400.000 para arriba (esto no incluye herramientas).

El precio de un bonsái puede variar bastante, desde G. 200.000 hasta US$ 5.000 dólares (G. 30 millones). Su precio depende de muchos factores: la especie de la planta, los años de cultivo, la maceta, la estética lograda por el cultivador y los años de trabajo.

Ver un bonsái añoso es un deleite para los ojos, pero los resultados no son inmediatos y hay muchos riesgos de que el árbol muera al no ser cuidado correctamente o de que se convierta en uno normal, si no se realiza la poda adecuada cada cierto tiempo. Elaborar y cuidar de un bonsái requiere de mucha técnica, dedicación, paciencia y perseverancia.

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