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Un informe del Observatorio Regional de Responsabilidad Social América Latina y El Caribe (Orsalc), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), cuyos datos se compilaron entre 2012 y 2016, revela que, sustancialmente, la educación terciaria en varios países, entre ellos Paraguay, tiene mucho que mejorar.
Entre las conclusiones de este observatorio, que analizó a profundidad a 16 instituciones de educación terciaria en el Paraguay bajo los indicadores de Educación, Equidad, Gobernanza, Medio Ambiente y Patrimonio, se concluyó que la educación superior sigue teniendo en una consideración de promoción social, de mejoramiento de las condiciones salariales y del crecimiento familiar y personal.
El colombiano Humberto Grimaldo Durán, coordinador del observatorio, comentó en conversación con ABC Color que el acceso de las personas a la educación superior aumentó en un 400% en América Latina desde 1965 hasta este año. Esto denota que la posibilidad de acceso de ciudadanos a este nivel educativo es más fácil; sin embargo, el observatorio lo que hace es verificar qué tipo de educación terciaria ofrecen estas instituciones educativas.
Grimaldo Durán no sitúa el análisis solo el caso de Paraguay, sino que toma como ejemplo la educación superior de América Latina. Las tendencias son similares: la educación muchas veces se ve como una mercancía y no existe una planificación correcta en cuanto a la implementación de los conocimientos de ese centro en concreto. “Hay investigaciones que se proyectan en una universidad (de América Latina) pero solo pueden ejecutarse en los Estados Unidos”, contó. Ese es uno de los aspectos a tener en cuenta: llevar la educación a niveles locales para el desarrollo de la comunidad.
El coordinador del Orsalc también se refiere a las llamadas “universidades garaje” que pululan en toda América Latina, incluido el Paraguay. Él manifiesta estar de acuerdo con todos los centros educativos que se habiliten en el país, siempre y cuando cumplan con los estándares de calidad de algo que él llama Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en el ámbito educativo. La existencia de estas entidades es beneficiosa en cuanto a la facilidad de acceso para la población. El problema se genera cuando el dinero prima sobre la calidad de la enseñanza. “Educarse es superarse. Hoy más que la cobertura es la calidad de la educación (el objeto de debate). La educación tiene el concepto erróneo de que hay clientes. La educación es un bien público”, explicó.
Otra de las conclusiones del observatorio fue que las investigaciones que se hacen en América Latina así como su difusión pertenecen a un “reducido grupo institucional”. “Los trabajos en este campo son de corto alcance y de poca repercusión institucional; en ocasiones son vistos como loable acción filantrópica carente de rigor científico, sobre todo en el campo de las ciencias sociales y humanas”, detalló el informe. Es decir, las investigaciones se hacen para una cierta élite que solo cumple con una función de hacer figurar las conclusiones sin los elementos científicos para que sean válidas.
El informe también cuestiona las nuevas formas de enseñar. La responsabilidad social no se enfoca solo en el impacto que la educación pueda tener. Es decir, los entes se adscriben al concepto de docencia y no de aprendizaje del estudiante. "La educación sigue siendo vertical y se observa una estructura organizacional vivida dentro de los entes “como gestión de personas y no como gestión con personas”, afirmaron las tendencias del documento final.
“Se observa que los estudios universitarios, focalizados en la enseñanza más que en el aprendizaje, no entusiasman a los jóvenes como sí lo hacen otros medios; por el contrario, son fuente de deserción y apatía. En cambio, el fomento de ‘aprendizajes rehumanizadores’ (vivenciales-afectivos) son acogidos con aprecio”, detalló el informe.
Grimaldo comentó que en nuestro país más de 70 entidades fueron invitadas a ser evaluadas, ya que el observatorio no obliga a los centros de estudios terciarios para este informe. De ese total, tuvo respuestas de 28 entidades, de las cuales solo terminaron el proceso un total de 16. El experto manifestó que muchos de los centros en nuestro país “solo se ponen el traje y la corbata” cuando buscan las acreditaciones internacionales, para luego caer nuevamente en estándares regulares. Es como que la preparación para la calidad solo llega cuando se toma un examen de evaluación.
El observatorio continuará su trabajo este y en los años próximos y se espera un nuevo informe en cuatro años. Grimaldo insiste: si no se reconocen los problemas de la educación terciaria, no se encontrarán las soluciones que hacen falta.