Del pasatiempo a la adicción

Los videojuegos son el pasatiempo preferido por muchas personas de distintas edades; sin embargo, esto puede convertirse en una adicción cuando se pasan ciertos límites. Por eso, la OMS incluirá este trastorno en la clasificación de enfermedades.

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Los videojuegos han creado clubes, organizaciones y grupos de competidores que dedican gran parte de su tiempo a esta actividad, lo cual contribuye -en mucha gente- a centrar la atención, disminuir el estrés y desarrollar la creatividad, además de otras habilidades.

Esta distracción no es negativa en sí; no obstante, el peligro para la salud se da cuando se cruza esta barrera y llega a una adicción.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió que a partir de 2022 el trastorno por uso del videojuego se incluya oficialmente dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11). Esta noticia no ha sido bien recibida por las empresas de videojuegos y los aficionados, quienes sostienen que no hay estudios avanzados sobre los alcances de esta adicción.

Al respecto, Patricia Calderini, médica especialista en neuropsicología y neuroeducación del Departamento de Salud Mental del Ministerio, explica que el objetivo de esta inclusión es lograr cifras exactas a nivel internacional de esta afección.

“Esto va a hacer que todo el personal de salud hablemos el mismo idioma, entonces se va a poder tener una estadística exacta. Además que se vio que gente de todas las edades está teniendo este problema”, enfatiza.

La especialista explica que se debe diferenciar entre adicción a los videojuegos y el uso en exceso de ellos. “Se puede considerar una adicción cuando esto ya afecta la vida de la persona en el ámbito social, personal y familiar. Prefiere jugar a vivir el día a día, va dejando de hacer otras cosas, ya es un deseo insaciable y cada vez le dedica más horas, incluso deja de ir a trabajar o al colegio”, refiere.

Puntualiza que la adicción se da cuando la pérdida de control es constante y llega a los 12 meses, al menos que cumpla con todos los síntomas de alerta en menos tiempo. “Persiste en su conducta, por eso es considerada una enfermedad del comportamiento: la persona pierde su capacidad de disfrutar la vida y se siente mal si no está jugando”, señala.

Calderini agrega que en estos casos se da una dependencia incluso similar a la del cannabis. “Actualmente, está en segundo lugar de adicción después de las drogas ilícitas en algunos países. Nosotros todavía no tenemos estadísticas”, aclara.

Afirma que este trastorno causa lo mismo que las drogas: la persona se siente insaciable, no tiene autocontrol en esa actividad, no se puede autorregular ni frenar. "Cuando se trata simplemente de un exceso, la persona puede trabajar y relacionarse”, especifica.

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Calderini indica que en nuestro país hay guías sobre cómo abordar este problema mental. “Normalmente, los profesionales de salud mental contamos con un protocolo para ir tratando todo tipo de adicciones y actualmente en el Ministerio tenemos las unidades móviles que van al interior cada cierto tiempo. Estamos preparando más material, porque cuando se lance en el 2022 la nueva clasificación, tenemos que tener ya más medidas de apoyo y tratamiento”, sostiene.

Hasta el momento, todavía no existen estadísticas concretas en nuestro país, como ya lo había adelantado, porque hasta hace poco esta adicción no era considerada una enfermedad. Sin embargo, la especialista reconoce que en los consultorios reciben a mucha gente con este problema y en su mayoría son adolescentes.

“A veces algunos van a consultar por depresión, pero esto es más como una consecuencia: hay personas que, por ejemplo, gastan todo su sueldo en eso, lo cual les produce problemas familiares y altera el estado de ánimo”, ejemplifica. Por ese motivo, resalta la importancia de que sea clasificada y definida dentro de la clasificación de enfermedades.

El artículo denominado “Hacia una mejor delimitación del trastorno por uso de videojuegos”, publicado recientemente por la OMS, incluye la postura de algunos detractores y señala cuanto sigue: “Las asociaciones del sector de los videojuegos y algunos investigadores y profesionales de la salud mental opinan que -puesto que no contamos con suficientes conocimientos sobre los efectos de los videojuegos en las personas- esta inclusión es prematura; podría dar lugar a un sobrediagnóstico y alimentar el denominado «pánico moral» acerca de los videojuegos en línea y la estigmatización de los jugadores”.

Sin embargo, Vladimir Poznyak, experto de la OMS, coincide con la profesional de nuestro país al señalar que “la inclusión de este trastorno en la CIE-11 se fundamenta en las conclusiones de un grupo de expertos de más de 20 países y en el aumento de la demanda de tratamiento de los problemas relacionados con los juegos en línea”.

En ese contexto, la doctora Patricia Calderini, del Ministerio de Salud de nuestro país, acota que “acá estigmatizamos mucho todo lo que se refiere a la salud mental y consideramos que prácticamente no existen los problemas mentales”.

“Pero en el consultorio nosotros sí vemos muchos pacientes cuyas vidas cambian completamente por este problema, incluso en el hábito del sueño: como esto acelera la neurotransmisión de las neuronas, entonces cuando la persona se acuesta ya no puede dormir porque está sobreestimulada con los videojuegos”, relata.

“Por eso, vemos a mucha gente burlarse porque las enfermedades mentales se estigmatizan, no saben que físicamente te pueden alterar, después mentalmente, porque tienen una persistencia en la conducta y socialmente porque tus habilidades sociales van disminuyendo porque ya no te relacionás con los demás”, reflexiona.

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El mencionado artículo publicado por la Organización Mundial de la Salud recoge una experiencia comentada por la doctora Sophia Achab, directora del programa sobre comportamientos adictivos en el Hospital Universitario de Ginebra.

La especialista relató que una joven de 22 años llegó a dejar la escuela dos años antes de incluirse a su programa y ya no quería salir de su habitación, donde jugaba alrededor de 18 horas diarias. Por el hecho de prácticamente solo dormir y jugar, de casi no moverse en todo el día, se le formaron coágulos en la sangre.

En ese contexto, el doctor Susumu Higuchi, director del Centro de Medicina y Tratamiento de Adicciones de Kurihama, en la Prefectura de Kanagawa (Japón), remarca que es más complicado tratar a los que tienen adicción a los videojuegos que a quienes son dependientes del alcohol o las drogas, principalmente "porque internet está en todas partes".

“Además, le parece muy acertado que la OMS publique directrices sobre la actividad física para los niños menores de cinco años en las que, entre otras cosas, recomienda que, durante su primer año de vida, los niños no estén expuestos a las pantallas, que entre el primero y segundo año lo estén muy poco tiempo, y que los niños de dos a cuatro años no pasen más de una hora al día frente a ellas”, menciona el artículo.

La doctora Patricia Calderini recuerda que existen niños que interiorizan las conductas del personaje de los videojuegos, por lo se tornan más violentos. “Lo recomendado es que menores de seis años no jueguen todavía con ellos, hasta los 10 años. A esta edad es cuando se desarrolla el pensamiento abstracto”, sostiene.

Los menores pueden jugar, pero se debe buscar que los videojuegos no sean agresivos, más si se trata de niños vulnerables, que tienen tendencia a ser violentos. “Sería bueno que no sea más de una hora al día; idealmente deberían estar expuestos a esta actividad solo los fines de semana”, añade.

Tampoco deberían jugar en horas de la noche, cerca de la hora del sueño, “porque disminuye la melatonina y altera el ritmo cardíaco, además aumenta el cortisol, que nos prepara para la acción”.

“Si son vigilados por adultos que les regulen la permanencia, los videojuegos sirven para potenciar la atención dividida, sostenida y la creatividad. Ellos construyen, imitan y crean. Entonces, depende de la personalidad, interacción familiar y amigos para replicar la conducta violenta”, recalca.

En ese contexto, la psicóloga Sonia Espínola, también de nuestro país, coincide en que los videojuegos son un problema principalmente en la conducta de los niños. "Muchas veces llegan a consultorio los padres muy preocupados porque sus hijos hablan solamente de los videojuegos a tal punto que en muchas situaciones familiares los menores consideran que la vida real es parte del juego, y toman decisiones como si fueran los autores del mismo", explica.

Relata que en una ocasión tuvo en su consultorio un caso en el que un niño le dijo a su padre que necesitaba llevar una pistola "para que extermine a los malos de su grado, así como lo hace tal personaje de su juego".

Espínola hace hincapié en que estos juegos también afectan el rendimiento académico de los estudiantes. "El hecho de que niños y jóvenes estén más tiempo frente a los videojuegos los lleva a incumplir con sus tareas escolares, pues dedican más tiempo a ese entretenimiento y muchas veces no se les pone límites en la casa, a veces por la ausencia de los padres o la falta de control por parte de los mismos", subraya.

Advierte que por este motivo, en horas de clase les resulta difícil concentrarse, y además los lleva a aislarse de sus compañeros. "Disminuye la atención y concentración en la vida cotidiana; inclusive hasta a la hora de almorzar o vestirse los niños y jóvenes van perdiendo cada vez más el contacto con la realidad en que se desenvuelven, ya sea la casa o el colegio", apunta.

Finalmente, la doctora Calderini recomienda controlar el tiempo que uno dedica a los videojuegos. “Cuando más de la mitad del día estoy con el videojuego, ya es un uso obsesivo, y cuando mi vida ya depende de eso, es una adicción”, reitera.

“Si de repente veo que estoy haciendo un uso excesivo, tengo tiempo todavía de parar y buscar quién me pueda contener; también, puedo buscar ayuda profesional o buscar un familiar que me contenga, un familiar de mi confianza, porque una vez que se vuelve una adicción es más difícil recuperarse”, concluye.

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