Cumbieros por un día

Un día los vocalistas de Flou y Salamandra jugaron a ser cumbieros, convocados para una campaña social. Walter Cabrera y Javier Zacher enfrentan las críticas y comparten la experiencia.

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Convocados por una agencia y una cervecería local, Javier Zacher (voz de Salamandra) y Walter Cabrera (Flou) dejaron un día el rock para acompañar a las figuras de la cumbia Marilina Bogado y Édgar Camarasa; al folclorista Óscar Pérez y al integrante de Kchiporros, Julio Troche, en una canción que –si bien no es cumbia propiamente dicha–, conjuga con la “bailanta” o cumbia argentina, casi una réplica del estilo de Los Auténticos Decadentes.

El motivo: una campaña social que busca la responsabilidad respecto al consumo de alcohol al momento de la conducción. Una idea noble, pero con destino confuso, a partir de la letra y música del ex Kchiporros, Mario Halley.

Las reacciones de los fans fueron diversas, pero todas coincidieron en un punto: la sorpresa (no en todos los casos bien recibida) y que no los dejó pasar desapercibidos.

Walter Cabrera, integrante junto a Bruno Ferreiro, Federico Wagner y Guillermo Gayo de la banda de rock Flou, reconoce que –en principio– rechazó la propuesta. “Me reuní, me mostraron la idea y primero rechacé. Dije: ‘No, la verdad que no sé cantar este estilo’”, admite hoy, entre risas. Pero la decisión cambió de rumbo cuando le propusieron intentar ‘adaptarla’ a su manera. “Después me dijeron: ‘Vos podés modificar un poco el tema’, y dije ‘Dale, si yo puedo modificar el tema en alguna parte que pueda haber un poco más de rock…”, y se limitó entonces a incluir una distorsión.

Javier Zacher, de Salamandra, rescata el trasfondo de la iniciativa. “Me hablaron de la propuesta que tenían de juntarse representantes de distintos estilos y tirar ese mensaje de concientización (…). Como en verano hay demasiados accidentes de tránsito a causa del alcohol, me pareció algo muy bueno juntarnos de distintos estilos… y me pareció muy divertido”, dice.

Tanto Zacher como Cabrera fueron conscientes, desde el principio, de que la fusión de géneros y su forma de producción no sería fácil de digerir por su público fiel. “Sabía que se iba a disgustar la gente… siempre hay alguien que se disgusta. Para mí fue una experiencia”, dirá el músico de Ypacaraí.

Por su parte, Walter vuelve a superponer el mensaje social sobre el resultado musical. “Es una campaña social. Pensé: ‘Mucha gente se va a enojar, tal vez porque no va a entender el fin, pero creo que al final se acepte, más que nada, por el fin común”.

“No es que Flou ahora va a hacer cumbia, eso no va a pasar nunca”, se apresura a aclarar Cabrera, antes de explicar el concepto de “humor” que se buscó incorporar a una campaña que pudo haber logrado un mejor destino con un mensaje que enfatice en la problemática real, más allá del entretenimiento.

“Desde el comienzo se buscó que la letra sea simpática, y también el videoclip, medio cómico. Siempre fue esa la idea, pasa que la gente lo tomó como que el tema era en serio”, justifica, mientras confiesa que los músicos cobraron un cachet, aunque “mínimo”.

Los músicos también encontraron tiempo para divertirse, en medio de la grabación del tema y el video. El cantante de “Todo en tu cabeza” comenta que allí conoció al folclorista Óscar Pérez, y –como una idea para el video– propuso que alguien saque su llave del auto y se la pase a otro. “Le dije a Óscar Pérez: '¿Me pasás tu llave?'. Me pasa, salgo corriendo… ¡y él quedó con un susto!”, recuerda, entre risas. “Desde ahí nos quedó una amistad muy buena”.

Walter comenta que, mientras esperaba grabar, se encontraba sentado al lado de una chica que no conocía y que no dejaba de hablar el tradicional “yopará”.

“Hablaba guaraní de repente y un poco castellano; no sabía quién era. Era muy raro su guaraní… Hasta que alguien le dice: ‘Marilina: ¿querés tomar algo?’. Le conté que no sabía quién era ella y se murió de risa. ‘¿Nde pio máá?’, me dijo. ‘Ah, ¿y qué es Flou?’, me volvió a preguntar.

El guitarrista y compositor Rolando Chaparro define el resultado final como “muy arriesgado”. “Aplaudo el trabajo desde el punto de vista de la intención y el mensaje; es algo súper válido tratar de concienciar de acuerdo a la carrera de uno (…). Pero Walter y Javi son dos referentes muy importantes del rock nacional con bandas sumamente exitosas, es muy arriesgado porque quizás el público no lo entienda”, comenta.

“Es un proyecto arriesgado, sobre todo en un momento en el que el rock nacional está pasando por una etapa muy positiva y, tanto Salamandra como Flou, tienen una carrera brillante y miles de fans”, agrega.

En su faceta de productor, Chaparro considera que hubiera volcado cada parte de la canción al lenguaje de cada uno de los intérpretes. “Como productor hubiera tratado de volcar la canción al lenguaje de Walter y de Javi, porque ellos tienen canciones muy emblemáticas y yo soy fan de ambos, pero por ahí ocurre cierto desencanto...”, analiza.

“Aplaudo la intención, pero personalmente no lo produciría de esa manera”, asegura.

Chaparro acota que es abierto musicalmente –“soy amigo del maestro Óscar Pérez y con los Kchiporros somos muy amigos”– pero cree que es más importante mantenerse fiel al lenguaje personal.

“Yo no hubiera aceptado hacerlo dentro de esta línea, simplemente por una cuestión de principios, de gustos, por una cuestión más allá de que yo lo veo como algo positivo pero… Marilina tiene una voz muy linda dentro de su estilo, pero tiene su imagen; Walter tiene su imagen, Javi también; es una cuestión de producción”, agrega.

El compositor, pianista y docente Germán Lema –fundador del ITMPC, la primera carrera en música popular del país– es contundente al restar seriedad al producto. “Que aparezcan artistas ahí es menos que anecdótico”, asegura. “No deja de asombrarme cómo aún se cree que en esta sociedad hay que mostrar minitas en minifalda para incentivar a la gente a no manejar empedo…”.

El cantautor Hugo Ferreira, por su parte, refuta el argumento de la búsqueda de la “masividad” a cualquier precio, como emisor para direccionar el mensaje. “¿Es que en serio se piensa que es hasta ahí donde podemos dar artísticamente los paraguayos? ¿Quién fue el mamarracho que instaló la falacia de que no se puede combinar calidad con masividad y mensaje?”, discute el compositor.

“No estoy en contra de que sea rentable apostar a un mensaje útil (no manejar borracho) y, menos aún, que se busque que sean artistas quienes lo impulsen... pero conozco gente que podría haber producido un mejor producto. Mi crítica no va para los artistas sino para los productores... la idea es mediocre, la letra es mediocre, el concepto es mediocre”.

Es allí cuando reconocerá que “técnicamente está bien hecho, pero por eso mismo es una pena desperdiciar tanto dinero (que nunca hay para el arte) en algo fallido, que pudo haber sido mucho más ‘pro’, incluso con Marilina y Camarasa”.

Para el ex Síntesis, “a los fans hay que cuidarles; más allá de que uno sea transgresor, uno se debe al público que tiene también, y uno va creando, haciendo su público y dándole un lenguaje, entonces si se va hacer una fusión hay que hacerlo con mucho cuidado y dentro de una línea”.

Sobre el resultado final, Zacher reconoce que sus compañeros de la banda no pudieron evitar risas con el resultado. “Me jodieron… para hinchar estamos toditos, ¡me mataron!”, dice mientras suelta una carcajada.

Walter Cabrera, en cambio, dice que el tema –de alguna forma– “reivindica” al rock nacional. “Antes hacían campañas y nadie se acordaba de la gente del rock… y hoy, que nos llamen, ya es un gran paso. Por ahí la próxima llaman a alguien de Mythica, Kuazar o Paiko. Con que hayan considerado que el rock tiene el arrastre suficiente y el público que también es grande, para mí es un paso grande para el rock”.

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