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César, de promedio 5, es el mejor egresado de su promoción en el colegio Juan León Mallorquín. Con honores pasó al noveno grado.
“Hace tres años que mi primo me trajo al Palacio de Justicia, para trabajar como lustrabotas. A las 6:00 me levanto y ya vengo a trabajar. Luego me voy a casa almuerzo y me voy al colegio” dijo César, quien es el segundo hijo de una familia de cinco hermanos que viven en la zona del Bañado Sur.
Con muchos sueños e ideales, César todas las mañanas se levanta y caminando llega hasta el Palacio de Justicia, donde ofrece sus servicios a todos los que recorren los pasillos de tribunales.
“Lustre doctor... lustre doctor” es el santo y seña de César, para poder ganarse unas monedas todos los días.
Orgulloso el pequeño lustrabotas, muestra a algunos de sus clientes su libreta de calificaciones marcada por la “monótona” nota 5 de punta a punta. Esto hace que muchos abogados premien al excelente alumno con alguna propina extra al trabajo de hacerles brillar el calzado.
“Gano de 40 a 50 mil guaraníes por día. Con ese dinero ayudo a mi familia y también pago mis estudios” señaló César Ramírez.
En medio de la gente que entra y sale del Palacio de Justicia, se agranda la figura de César, quien demuestra a la gente que muchas veces quiere criminalizar a la pobreza, que si se tiene ganas de estudiar, no importa la condición social, que levantarse temprano, vencer todos los días al frío, calor, lluvia y cansancio, tiene su recompensa.
En medio de su trabajo cotidiano César Ramírez, ya piensa en el futuro y luego de terminar el colegio ya pone sus ojos en una profesión que le dé un mejor pasar.
“Todavía no sé bien lo que quiero ser cuando termine el colegio, pero me gustaría ser abogado” expresó César.
César es un ejemplo de muchos niños que debido a la pobreza tiene que dejar los juguetes, para ir a trabajar en la dura calle y a la vez es un ejemplo de perseverancia.
Siendo todavía un niño, ya mantiene en parte su familia, sin dejar de lado los estudios.