Cuando dar vida discrimina

Días atrás, Justa Cubilla se quedó sin trabajo por decirle a su jefe que estaba embarazada. Le dijeron que “no servía” en ese estado. Casos como este son numerosos y demuestran que en nuestro país todavía existen patrones que desconocen las leyes.

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Justa Cubilla trabajaba en una inmobiliaria de Asunción desde hacía un año y cuatro meses. Se desempeñaba como empleada de limpieza y además la ocupaban como auxiliar para realizar trámites en diferentes lugares.

Hace unos días, al cumplir 14 semanas de gestación, decidió que era el momento de comentarle a sus empleadores que estaba embarazada, ya que tendría que asistir a consultas médicas y ellos debían estar al tanto.

Le dio un poco de incomodidad contarlo, pero sabía que había leyes que la protegían y que no podía pasar nada malo. Intentó hablar directamente con la gerencia de su empresa, pero, como otras veces, las autoridades nunca se hacían encontrar.

Entonces, no le quedó otra que comunicárselo a una de las funcionarias, cuyo nombre omitimos en esta nota para evitar exponer a los involucrados en el caso. Grande fue su sorpresa cuando esta mujer le respondió que “todo se solucionaba” y que era ella quien gestionaría los permisos necesarios.

“No tenés por qué hablar con el jefe, es conmigo, porque yo te contraté”, fueron las palabras textuales de la funcionaria que maltrató a Justa.

La primera comunicación se dio un día jueves y, a partir de ese momento, todo ese día y el viernes para Justa solo hubo maltratos y malas caras. El lunes a primera hora, cuando se presentó a trabajar, la funcionaria, que aparentemente tenía cierta autoridad en la empresa, le dijo a Justa que tenían que hablar.

“Me dijo: ’No me servís embarazada, sos una desgraciada, inútil, imbécil’ y todas las palabras que te puedas imaginar. Les conté de mi embarazo porque falté un día por ir al doctor y me dijeron que me iban a descontar esa jornada”, contó Justa a ABC Color.

Después de todos los maltratos verbales, Justa se retiró de la empresa muy dolida y quebrantada, y horas después tuvo un desprendimiento, poniéndose en riesgo su embarazo a consecuencia de todos los daños sufridos.

Además del mal trago que le hizo pasar, la funcionaria, que por alguna razón tiene poder en las decisiones que se toman en la empresa, intentó hacerle firmar un contrato laboral nuevo, en el que, supuestamente, Justa acababa de empezar a trabajar hacía dos meses, ya embarazada.

“No firmé, le dije que me tenía que pagar lo que me debía para empezar un nuevo contrato. No me pagaron absolutamente nada, ni mi sueldo de junio, ni mi liquidación”, contó la mujer, que percibía  G. 1.000.000 al empezar y luego le subieron el salario a G. 1.300.000.

Fue en ese momento que decidió acudir hasta el Ministerio del Trabajo (Herrera esquina Paraguarí) a denunciar su caso, logrando que las autoridades convoquen a sus patrones a dos audiencias de conciliación, pero no se presentaron a ninguna.

Cuando Justa preguntó qué más podía hacer, le dijeron que lo único que quedaba era ver el caso “por vía judicial” y por su cuenta. “Me dijeron que no les corresponde más a ellos”. Ahora, Justa tiene que pagar a un abogado particular y denunciar su caso en el Juzgado de lo Laboral.

El abogado Valentín Domínguez, defensor de Justa, mencionó que el Ministerio de Trabajo tenía la obligación de darle seguimiento al caso, de proteger a su cliente, pero “convocaron a dos audiencias y se desligaron. Eso demuestra que no funcionan las instituciones”, dijo.

“La Ley 5.508/15, de Lactancia Materna, establece que a partir del conocimiento de embarazo el empleador ya no puede despedir. Al saber que ella estaba blindada, los del Ministerio tenían la obligación de seguir un proceso. Ella no podía estar de nuevo gastando con abogados. Tenían que haber derivado el caso al Juzgado Laboral de oficio. Le dijeron que vea con una defensora pública y sabemos cómo son esas cosas; el trámite va a demorar mucho”, reclamó el defensor.

Domínguez comentó que, además de la discriminación laboral, denunciarán las numerosas irregularidades que le hicieron pasar a su cliente, como el salario por debajo del mínimo y la falta de pago de IPS.

Tristemente, el caso de Justa no es el único. Hay numerosas mujeres que son despedidas o perjudicadas en sus beneficios al momento de comunicar su embarazo, demostrando así que, aún en plena era moderna, existen patrones que discriminan por el maravilloso milagro de dar vida.

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