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El 8 de junio pasado un hombre hombre de 31 años siguiendo un tratamiento “en teoría” contra la adicción a las drogas se autoeliminó dentro de su habitación, en el Centro de Tratamiento y Rehabilitación de Consumo de Drogas "Transformado Vidas" de Capiatá, un sitio que opera de forma clandestina y que ya debió haber sido cerrado.
“No se garantiza una atención integral a la salud, ni condiciones materiales, ni de trato adecuadas”. Esto se desprende del informe realizado en octubre del 2016 por el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura sobre el sitio. Si el establecimiento no puede proporcionar estos tres aspectos, ¿cómo puede sostener un tratamiento efectivo contra las adicciones?
Antes de seguir ahondando sobre las características en las que se desenvolvía el centro Transformando Vidas, hay que destacar que ya no contaba (ni cuenta) con habilitación del Ministerio de Salud. Pese a ello sus responsables seguían lucrando con los adictos suministrando tratamientos médicos. También funcionaba sin que esté habilitado por la Municipalidad de Capiatá. Su directora es Natalia Barrios.
El centro, que hoy suma a su legajo la muerte de un adicto en sus instalaciones, se desenvolvía con un modelo de encierro de sus pacientes, lo que se constituye como privación ilegítima de la libertad, - pues no todos los pacientes (32 en aquel momento) tenían orden judicial -, pues solo los organismos de seguridad pueden disponer el encarcelamiento. Los pacientes recibían tratos degradantes, contrarios a la dignidad humana.
Durante la intervención del MNP no se pudo comprobar la existencia de criterios individuales de asistencia ya sea conforme a la edad o a las necesidades particulares de cada individuo. Todos recibían la misma alimentación sin un plan nutricional; los alimentaban con guiso de arroz o guiso de fideo, todos los días, y les proporcionaban tratamiento más bien basado en la religión que en la ciencia.
Se encontraron serios indicios de la existencia de malos tratos hacia los pacientes internados, físicos y mentales, que ya se advertía que podrían configurarse como tortura. De hecho los comisionados notaron que las enfermeras seguían instrucciones de los guardias, lo que expuso que las profesionales carecían de formación para desenvolverse con ese tipo de pacientes.
La repercusión mediática de este informe hizo que el Ministerio de Salud reaccionara con una tímida intervención, en la que ordenó la clausura temporal del establecimiento. Sin embargo sus propietarios decidieron seguir operando desde la clandestinidad, amparados en el desinterés de las autoridades de monitorear si Transformado Vidas había cumplido con la disposición.
En aquel entonces, los responsables del centro habían cuestionado duramente el informe del MNP sin embargo -según afirman- solo tras la intervención hicieron que los pacientes firmaran su internación voluntaria.
Los familiares del paciente que murió allí contaron que constantemente escapaba del lugar y la última vez traído a la fuerza, esposado, en una patrullera, como un delincuente. Esto refuerza la observación del MNP que la directora Natalia Barrios intentó desmentir: El centro cuenta con un “servicio” de captura de los pacientes que escapan, que les cuesta a los familiares unos 500 mil guaraníes extra, por encima del costo del pobre tratamiento que ofrecen, que oscila entre los G 4.000.000 y G 5.000.000.
Transformando Vidas estaba clausurada, pero este año seguía atendiendo a 38 pacientes. Fue necesaria la muerte de una persona para que las autoridades sanitarias centraran nuevamente su atención en el sitio. El ministro de Salud, Antonio Barrios ordenó la apertura de una investigación con profesionales que evaluarán todos los aspectos del establecimiento. El informe debe estar listo el 24 de este mes.