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Se trata de una de las más antiguas y bellas expresiones artísticas creadas por el ser humano. La técnica de la filigrana es utilizada para unir hilos extremadamente finos que conforman elaboradas piezas de joyería y orfebrería formando dibujos arabescos y otros que asemejan a encajes.
Los metales, que por lo general son oro o plata, forman delicados o intrincados diseños, los hilos pueden ser lisos o retorcidos, es decir entorchados, y a veces se realizan los diseños principalmente con un marco de hilos más gruesos que los rellenos o sobre una placa de metal.
“De acuerdo a las investigaciones, la filigrana surge en la zona de la Mesopotamia con las primeras civilizaciones hace más de 5.000 años. Actuales documentaciones arqueológicas demuestran elaborados objetos en filigranas en las tumbas reales de Ur desde el 2650 a.C., además de otros vestigios que indican que los antiguos egipcios también conocieron la técnica”, indicó a ABC Color Liz Angélica Araújo, profesional paraguaya que trabaja como investigadora en el Museo de la Filigrana.
En Paraguay, el vehículo más contundente de transmisión del arte fue la colonización española, con una visión muy diferente a la de los países andinos, en los que ya se elaboraban filigranas en la era precolombina, llamadas falsas filigranas o la cera perdida.
“Los documentos encontrados demuestran que en principio llegaron con los colonos españoles varios orfebres plateros pero se dedicaron a la filigrana recién a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX”, expresó.
Las obras realizadas son para la liturgia y también para el uso de los burgueses coloniales.
“El famoso Kuña Jeguaka es uno de los más fieles elementos de la decoración femenina, consta de peineta, rosario, arracadas, anillos y pulsera todos de filigrana y por lo general con algunas cuencas de coral o piedras preciosas. Los hombres utilizaban anillos, botones y hebillas con detalles de filigranas muy elaboradas. Muchas de esas hermosas obras de arte se han perdido durante la Guerra del '70”, explicó Araújo.
Durante una subasta realizada en Londres en el año 1960, un italiano llamado Pietro Carlo Bosio tuvo su primer encuentro con la filigrana. A partir de ese momento no dudó en acumular piezas extranjeras y aumentar su colección, ya que hasta ese momento contaba con obras italianas solamente.
Con el tiempo, la colección internacional creció bastante y el museo pasó a convertirse en público.
“El objetivo principal es la investigación, la documentación histórica, la difusión, la valoración y la salvaguarda de los actuales orfebres dedicados al arte de la filigrana en todos los continentes, que están siendo reemplazados por filigranas falsas realizadas con matrices a gran escala y no compiten con justicia con los orfebres que elaboran a mano y no seriados, por lo cual el precio es más elevado. Hemos documentado más de 40 asentamientos existentes en cuatro continentes”, explica Araújo.
En el museo, el visitante puede admirar los diferentes diseños según la influencia heredada que pasa de generación en generación.
El arquitecto Enrico Bongera, asesor de Bienes Culturales y Medio Ambiente del Museo, se encargó de redactar una propuesta para solicitar que la filigrana sea valorada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
“Siendo yo paraguaya y estando al frente del Centro de Documentación del museo, es una misión personal para mí poder dar a conocer la filigrana paraguaya”, relató Araújo a ABC.
En el museo existen piezas procedentes de Perú, Bolivia y Colombia, del siglo XIX, pero nadie había conocido las obras paraguayas hasta que la connacional fue incorporada.
“Necesitamos piezas antiguas o por lo menos símiles como los grandes museos, como ejemplo el Metropolitan Museum que tiene piezas copiadas de los autenticas del periodo Islámico. Sería importante que los coleccionistas paraguayos puedan acceder a donar algunas piezas antiguas para constar en la colección del Museo”, señaló.
Explicó que, de conseguir exponer el trabajo de los orfebres paraguayos, esto traería una serie de beneficios a los compatriotas. “En primer lugar, el reconocimiento del Museo en forma escrita, el sello de calidad a nivel internacional, su documentación como orfebre miembro del grupo de salvaguarda, la exposición permanente de sus obras en el único Museo de la Filigrana del Mundo”, agregó.
Actualmente, Araújo encabeza las gestiones para la adquisición de piezas de origen paraguayo para el Museo; sin embargo, lamenta que existan sectores vinculados al arte que se cierran mucho y no traten de colaborar.
“Existen varias empresas que comercializan en el exterior la filigrana paraguaya, pero en ningún momento podemos conocer a los creadores de tales bellezas. Hay mucha gente con un gran talento y están totalmente en el anonimato, por falta de información, gente que trabaja para que figuren otros”, sentenció.
A unos 14.000 kilómetros de distancia, desde el otro lado del Atlántico, buscan que el brillo de la filigrana paraguaya muestre su belleza al mundo.