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En medio de canapés de lujo y aguas de manantiales europeos, los líderes mundiales se preocuparon la semana pasada en Davos, Suiza, por la basura electrónica. Fue en el Foro Económico Mundial, donde se concentra el poder y al menos se escucha a más de uno sentar postura en relación al mundo, que es uno solo y es de todos. Es cierto: Europa y Asia están mucho más avanzados en el proceso de disposición de esas máquinas o electrodomésticos que casi todos usamos y que más de uno tiene.
Cada año se generan 50 millones de toneladas de basuras electrónicas, informó la agencia EFE en base a un informe de Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial. La agencia de noticias lo pone en perspectiva: es el volumen de basuras equivalente a todos los aviones comerciales fabricados en toda la historia o como si se colocaran muchas Torres Eiffel en la superficie de Manhattan, uno de los barrios de Nueva York. Por si aún no se enteró, es una enorme cantidad de basura.
El Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt) financió con ¡G. 805 millones! un estudio sobre reciclaje de electrónicos que comenzó a mediados de 2016 y fue publicado en diciembre del año pasado. Elaborado por la oenegé Gestión Ambiental y la Universidad Católica de Asunción, el documento concluyó que cada año, solo en Asunción y Central se generan 1.700 toneladas de basura electrónica cada año.
Este estudio, dirigido por el ingeniero civil Jorge Abbate, quien a su vez está encargado de Gestión Ambiental, conglomeró a al menos 20 investigadores que trabajaron, como se dijo, durante poco más de dos años. Ellos se enfocaron en estudiar los residuos electrónicos de las computadoras y los teléfonos celulares porque estos equipos son los que más se van desechando en los últimos años. Los datos aseguran que cada año va incrementándose la importación de estos elementos. De allí la pregunta que hace uno cuando tiene que cambiar su smartphone.
Abatte comentó que ningún país de América Latina tiene una empresa que procesa la basura electrónica y que ellas solo existen en Asia y Europa, donde la tecnología es muy avanzada. Sí existe en nuestro país una firma que se llama Tajy Ambiental que se dedica a enterrar este tipo de basuras de manera segura a raíz de los altos contenidos tóxicos que posee.
En ese sentido, el director de esta investigación manifestó que la mayor cantidad de basura electrónica — como es de suponerse — proviene de empresas privadas y públicas que van generando este tipo de desechos. El problema central es que hay que pagar para reciclar, lo que se entiende como algo totalmente lógico.
Pero a veces el capitalismo es tan salvaje que no quiere pagar para reciclar como corresponde y eso, a la larga, destruye el mundo. Empresas con responsabilidad social sí reciclan los electrónicos o los envían en contenedores a los procesadores europeos y asiáticos.
En Paraguay no hay una ley sobre reciclaje de residuos electrónicos sino varias leyes sobre reciclaje — que difícilmente se cumplen — que podrían, dentro del espectro que abarcan, tener cierta relación con el desecho electrónico. El mencionado proyecto también reglamentó una ley de residuos sólidos que incluye la basura electrónica. Del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sustentable — pomposo nombre actual de la que fuera de la Secretaría del Ambiente — depende su aplicación.
Del estimativo total de 1.700 toneladas de basura que se genera cada año en Asunción y Central, 1.500 provendrían de las computadoras que quedaron en desuso y lo restante, de los desechos de celulares.
El estudio también publicó que cada paraguayo genera así un promedio de 4,9 kilos de residuos electrónicos cada año. El documento tiene un pequeño error: primero afirma que cada compatriota genera 48 kilos de desechos de celulares cada año, pero se corrige en las conclusiones e informa que cada paraguayo genera, en promedio, 48 gramos de desecho de teléfonos celulares por año.
Abatte explicó también que cada empresa debe desarmar las computadoras y otros potenciales desechos para poder clasificar las partes para descartarlas totalmente o, en todo caso, reciclarlas. Esto es común en algunos casos, porque muchos equipos se reparan para donarse especialmente a instituciones de aprendizaje.
Todo esto genera un costo. La costumbre de las personas es dejar también los equipos que ya no usa más en las calles para que alguien lo recoja, tirarlos en cursos de agua o abandonarlos en vertederos clandestinos.
Las previsiones son catastróficas: para 2050 se generarán 120 millones de toneladas de basura electrónica por año. Los expertos recuerdan que basura electrónica puede ser tóxica, no es biodegradable y se acumula en el medio ambiente, en la tierra, el aire, el agua y los seres vivos. Actualmente — según el estudio de Naciones Unidas — solo se recicla el 20% de la basura electrónica en todo el mundo.
Acceda aquí al informe completo de residuos electrónicos de la Universidad Católica, Gestión Ambiental con financiación de Conacyt.