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El caracol gigante africano (Achatina fúlica) solamente es tóxico si se encuentra infectado con nematodos (parásitos que se alojan en tejidos fibromusculares y secreciones de baba). El molusco en sí no es tóxico, no es venenoso, aunque sí puede tener un vector que es un nematodo.
"Hay dos especies de nematodos que pueden estar en sus secreciones y que pueden transmitir ciertas enfermedades", explicó del director de Biodiversidad de la Secretaría del Ambiente (Seam), Ignacio Ávila.
“Es igual que el mosquito del dengue, el Aedes aegypti: si no tiene el virus, no te puede transmitir la enfermedad”, acotó.
Sobre este punto, indicó que ninguna de las muestras recogidas y analizadas por el Ministerio de Salud hasta el momento se encuentra contaminada con el nematodo que puede significar un riesgo para la salud de la población, por lo tanto no existe ningún caso de enfermedad atribuido al contacto con el caracol gigante africano.
Asimismo, Ávila manifestó que lo que se produjo es una “histeria colectiva normal”, ya que, hasta el momento, ninguna de las muestras levantadas tras las denuncias de la ciudadanía corresponde a los caracoles africanos.
“Hasta ahora, de todas las denuncias recibidas, no hemos colectado ningún caracol africano. De que hay, hay, los que colectó el Senave (Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas); pero de los casos que la gente denuncia o las muestras que traen son cualquier cosa”, explicó Ávila.
Según los registros históricos, el Achatina fúlica llegó al Brasil en marzo de 1981. Su primera aparición se reportó en el estado de Paraná. “Actualmente está en todos los estados de Brasil, así que es muy probable que también esté en Paraguay. Es una probabilidad”, dijo Ávila.
Tras las investigaciones realizadas por los especialistas de la Seam, extraoficialmente hallaron un registro de la existencia del caracol gigante africano en la ciudad de Ayolas, que se remonta al año 2010, pero indicó que el único registro oficial de la presencia de este molusco fue hecho por el Senave durante el último cuatrimestre de 2012.
“No podemos dar todavía un mapa de distribución (del molusco) porque aún no tenemos colecta suficiente”, indicó el director de Biodiversidad, al tiempo de aclarar que las principales zonas donde fueron detectados oficialmente los caracoles africanos son: Ayolas, Ciudad del Este, barrio Laurelty de Luque, Itá Enramada de Lambaré y el barrio barrio Itacurubí de Concepción.
El caracol gigante africano es un molusco terrestre de gran tamaño y con caparazón de color marrón. Como otras especies, son hermafroditas, es decir poseen órganos reproductivos asociados a ambos sexos. Si está contaminado, transporta nematodos o parásitos que se alojan en la baba, provocando graves afecciones en los humanos, como meningitis o enfermedades neurológicas y respiratorias.
Este caracol se alimenta de distintos tipos de cultivos y puede ocasionar pérdidas en las siembras, sobre todo las de maíz, cítricos, mandioca y repollo, entre otros. Este caracol puede reproducirse a gran velocidad, por lo que puede llegar a producir graves daños en el ecosistema y cultivos.