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Las cuestiones que le preocupan difícilmente sean lógicas o comprensibles para las demás personas. Pero para usted, esos miedos, disgustos y malestares son reales, intensos, y dolorosos.
Nadie más que usted quisiera que las situaciones no le afecten tanto, pero simplemente no lo puede controlar. Es por eso que lo enoja tanto cuando alguien dice “tranquilo, cálmese, contrólese”. Realmente, si pudiera hacerlo, lo haría. ¿Será posible que no pueden entender que esto está fuera de su control?
En nada suma que le pidan calma, porque usted lleva años buscando esa fórmula mágica.
Su relacionamiento con amigos, amistades pareja, es complicado. Pero más terribles aún son los momentos en que el miedo se apodera de su mente y cuerpo como un monstruo que lo tiene prisionero de usted mismo.
Tranquilo, por más extraño que le parezca incluso comentárselo a alguien, el trastorno de ansiedad, y una de sus principales aristas, el ataque de pánico, es mucho más común de lo que imagina.
El licenciado Luis Servín, psicólogo clínico, nos cuenta que la ansiedad en sí misma es un estado de alerta que nos permite poder enfrentarnos a situaciones difíciles de la vida cotidiana.
“Es una reacción sana ante amenazas posibles, como un examen y una entrevista de trabajo. Es una manera de sobrevivir, pero no puede controlarse”.
Ahora, el problema viene cuando se pasa el umbral y no se puede controlar, existe una preocupación intensa e irracional que no nos permite ser felices.
“Nos volvemos angustiosos. En ese momento ya se pasa a un trastorno de ansiedad”, dice el profesional.
El trastorno de ansiedad se clasifica en diferentes tipos, una de sus aristas es el ataque de pánico, que se define como crisis de angustia.
Se definen como periodos de intenso miedo que aparecen de manera súbita, son temporales - duran de 10 minutos a horas - y son aislados.
“Los ataques de pánico pueden darse en un solo episodio o pueden ser varios ataques en donde la persona vive con eso por largo tiempo. Pueden ser frecuentes, por lo general aparecen a temprana edad, entre los 13 y los 25 años”.
Entre otras de las características que generan aún más susto a las personas, destaca el hecho de que son inesperados.
En muchos casos tienen que ver con estados de estrés muy agudos, que la persona no puede controlar.
Entre los síntomas que ayudan a reconocer la presencia de un trastorno de ansiedad, podrá encontrar los siguientes:
-Taquicardia
-Falta de aire
-Imposibilidad de respirar
-Hiperventilación
-Miedo a perder el control y hacerse cargo de lo que sucede
-Miedo a morir
-Dolor de pecho
-Sudoración de las manos
-Temblores, mareos
-Letargo
-Sentir que el corazón está por reventar sin razón alguna.
-Un dolor de pecho que preocupa porque se desconoce la causa.
-Temor a tener un problema cardíaco.
-Vértigo, mareos, sensación de que el piso se inclina y es imposible sostenerse.
-Irritabilidad
-Dolores abdominales.
-Cosquilleo en las piernas.
Los pacientes que asisten al consultorio definen el ataque de pánico como “una sensación muy angustiante donde la persona siente que no puede escapar, que se le acaba la vida”, describe Luis Servín.
Las manifestaciones del pánico son diversas. Hay ocasiones en que las personas quedan totalmente lánguidas y sin tono muscular.
Incluso, hay casos de personas quen viven esa sexperiencias a través de los sueños.
El recuerdo de una situación pasada en la que se presentó un episodio de pánico también puede arrastrar al paciente a un nuevo ataque. A eso podríamos llamarlo "miedo al miedo". El terror de volver a vivir la experiencia desespera mucho más.
“Hay que estar en el cuerpo de un paciente con trastorno de ansiedad para saber lo que es. Para él es terrible. Lo que él siente no es una locura, es real”, explicó el terapeuta.
El ataque de pánico nace ante situaciones de estrés y agudas, o después de eventos que fueron dolorosos para un ser humano. En algunas ocasiones los trastonos también pueden ser hereditarios.
Otra de las sensaciones curiosas que a mucha gente le asusta bastante y hasta le avergüenza comentarla con algún amigo o profesional, es la sensación de desconexión entre el cuerpo y la mente.
Mucho se escucha hablar de la medicación para casos de ansiedad. En este sentido, están las voces de quienes están a favor, y las que están absolutamente en contra.
El clonazepam es una de las drogas más conocidas y comúnmente utilizadas para tratar las crisis de angustias, pero se habla de puntos en contra, como el riesgo de ingresar a un círculo de dependencia en el que solo se experimenta tranquilidad tomando la pastilla.
¿Se recomienda la medicación en un primer momento o eso no es lo ideal?
En primer lugar, el profesional aclara que se debe asistir a la consulta con el sicólogo. Es este el profesional que, si bien no tiene facultades de medicar, deberá evaluar las causas posibles de sus episodios de ansiedad, que cosas originó y cómo se debe manejar según el caso.
De ser necesario, el terapeuta recomendará un trabajo interdisciplinario con el siquiatra o el neurólogo, que incluya medicación.
Existen ciertos niveles de ansiedad en los cuales no se requiere medicación, sino solo terapia y ciertas herramientas para manejar el estado de ansiedad.
“Posiblemente el paciente requiera medicación, porque la gente debe entender que esas son cuestiones a nivel mental y físico, y es necesario tratarlo. El problema se da cuando uno va solo al siquiatra y no al sicólogo. Ahí es donde se puede entrar en ese círculo de dependencia de las pastillas”, enfatizó Servín.
Quizá se haya preguntado si el consumo de drogas puede desencadenar un ataque de pánico que ya permanezca en el tiempo.
La respuesta es sí. El terapeuta indica que las drogas son sustancias químicas que se incorporan en el organismo y pueden disparar alucinaciones, que quedan grabadas en el inconsciente.
“Después, por más que uno deje la droga, eso puede aparecer en los ataques de pánico”, afirma Luis Servín.
Hay algunas prácticas que se pueden tener en cuenta cuando ya se sabe que se es propenso a padecer ataques de pánico. Tome nota.
-Evite el café
-Practique deportes
-Haga caminatas y ejercicios de respiración.
-Aprenda a reconocer lo que sucede en un ataque de pánico, para identificar los primeros síntomas.
-Trate de tener a una persona que lo acompañe cuando esté sufriendo un episodio.
-Sepa cuánto duran sus episodios de pánico.
-Entienda que el ataque es temporal y va a terminar en algún momento, pero tiene su proceso.
El rol del terapeuta será trabajar en el ambiente que le produce esos ataques al paciente, ya sea en su ámbito familiar, en el laboral, etcétera.
De la detección de los desencadenantes en estas aristas dependerá que la persona vaya disminuyendo esos ataques.
Otra arista de este padecimiento sicológico es el trastorno generalizado de ansiedad. Se trata de un estado que hace sufrir mucho a la persona, pues trae aparejadas dificultades en el relacionamiento, crisis de nervios y discusiones.
En este momento el paciente experimenta preocupaciones que ni siquiera tienen sentido, irracionales, intensas, persistentes y puede volverse incluso violento.
¿El trastorno de ansiedad tiene cura o solo se puede sobrellevar?
El profesional asegura que con un buen tratamiento, puede llegar a desaparecer.
“Es importante reconocer que se necesita ayuda. Para eso es necesario sacarse los prejuicios con relación al sicólogo y por qué no, el siquiatra”, afirma Luis Servín.
“Muchos son los que piensan ‘el siquiatra me va a empastillar, voy a andar dormido”, pero viven y sufren esa ansiedad. Y lo preocupante es que después avanza a un trastorno obsesivo compulsivo, que es peor”, agrega.
El gran riesgo de no tratar un trastorno de ansiedad, según indica el profesional, es que de estos episodios se puede avanzar a un estado de depresión, y de allí a ideas suicidas. Esta es la mayor preocupación de los profesionales, que piden a las personas que sufran los síntomas acudir a la consulta a tiempo.
Para tranquilizar un poco a la gente, el sicólogo aclaró que el paciente con ansiedad no va a perder la razón. “Está lejos de llegar a la comúnmente llamada ‘locura’ pero sí es muy difícil vivir con esto. Se pierden amistades, parejas. Una persona sumamente ansiosa le hace la vida imposible a los demás. Acá hablamos de calidad de vida, de no vivir angustiados”, analizó el sicólogo.