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“La pobreza es un mal social que tiende a incrementarse en lugar de disminuir”, es una frase que queda vetusta frente a los nuevos datos que arrojan los estudios acerca del inusitado crecimiento que experimenta la región latinoamericana, que pareciera tener una barrera protectora ante la persistente crisis mundial.
En América Latina la pobreza ha sido combatida por décadas que hoy ya no amenaza en alcanzar niveles extremos. La razón cabe en que el Banco Mundial había informado que entre el 2003 y 2009, la clase media latinoamericana aumentó a niveles sorprendentes que en ese entonces representaba al 30% de la población total.
En el mismo informe, arrojaban datos reveladores: En los últimos dos años en la región de América Latina la clase media creció un 20% más, lo que significa que el 50% de este segmento poblacional tuvo mayores ingresos y mejor distribución, igualándose en los mismos niveles que la pobreza, y, en cierta forma, derrotándola.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en un estudio publicado el pasado octubre de 2012, sostiene que 152 millones de personas revirtieron su realidad de pobreza. Paradójico en relación a la actual crisis mundial; entiéndase la crisis económica de las grandes potencias como Estados Unidos, China, y Europa.
Actualmente, los ricos latinoamericanos representan un 2%, y existe un sector catalogado como clase media-baja que nunca deja de estar vulnerable a caer en la pobreza y está representado por el 38% de la población de latinos, explica el informe de la Cepal.
Las características de una persona clase media es que trabaja generalmente en una empresa privada, tiene un nivel de educación razonable, posee un contrato estable que a su vez le permite acceder a servicios sociales, residiendo en una zona urbana.
Un trabajador clase media gana entre 10 a 15 dólares por día (equivalente a G. 41.400 a 62.100), o anualmente cuando sus ingresos rondan los US$ 14.600 y US$ 73.000 (G. 60.444.000 a 302.220.000), según datos del Banco Mundial.
Un pueblo con crecimiento económico no significa precisamente que la riqueza llegase a todas las personas. La distribución de los ingresos ha sido siempre uno de los principales retos de la región por eso mantenía niveles altos de pobreza, y que según los datos que las organizaciones proporcionan, en la última década se puede decir que se redujo la desigualdad en esta materia.
"Las actuales tasas de pobreza e indigencia son las más bajas observadas en las últimas tres décadas, lo que es una buena noticia para la región, pero aún estamos frente a niveles inaceptables en muchos países. El desafío es generar empleos de calidad en el marco de un modelo de desarrollo orientado a la igualdad y la sostenibilidad ambiental", manifestaba a fines del año pasado la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
Para 18 países, en promedio el 10% más rico de la población latinoamericana recibe 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe solo 15%.
Atendiendo la diferencia entre las predicciones de crecimiento económico para América Latina que prevé un repunte en el 2013 - donde Argentina y Brasil serán los principales motores de este fenómeno - y la incertidumbre sobre la crisis económica que pesa todavía a las grandes potencias, la Cepal sostiene que hay que aprovechar esta situación para que América Latina y el Caribe construyan una relación más simétrica y equitativa con Europa.
Se refiere que, al buscar inversión extranjera y especializada como ocurre en Europa, ayudará a modernizar una estructura productiva que contribuya al empleo, que nos ayude a cuidar el medio ambiente y que respete los derechos sociales.
Por supuesto, sin caer en manos de una “sociedad del bienestar”, que algunos estudiosos calificaron esa denominación como el causante del quiebre económico del viejo continente.