Alimentos que tienen poder

Hace poco irrumpieron con fuerza en el mercado a pesar de existir hace cientos de años. Son los llamados “superalimentos”, productos naturales con alto valor proteico, calórico y vitamínico. ¿Qué tanto de verdad hay en ellos? ¿Podrían paliar el hambre?

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En algún momento fueron las hojas de moringa y ahora su popularidad se centra en las semillas de chía o en las de quinua como suplementos alimenticios que se consumen a modo de compensar la carencia de varios nutrientes de la dieta diaria. Las últimas dos son ejemplos de semillas cuyas propiedades no eran, hasta hace un par de años, populares en el Paraguay. En el caso de la moringa, donde se consume la hoja de un árbol y algunas veces inclusive otras partes, forma parte del acervo cultural histórico de las llamadas hierbas medicinales de nuestro país.

Estos son solo algunos de los “superalimentos” de moda. Se puede citar también las semillas de lino, de calabaza o de girasol. También están los arándanos o las moras. Explicaremos brevemente las atribuciones que se le da a cada una de ellas. Algunos estudios confirmaron que la chía y la semilla de lino tienen un alto contenido de Omega 3, un ácido graso necesario para el cuerpo, que no lo produce por su cuenta. Este componente es clave para mantener apropiados los niveles de colesterol, entre otros parámetros biométricos. Investigando los beneficios de estas semillas, se puede encontrar que las mismas tienen un alto contenido de antioxidantes, vitaminas y minerales que el cuerpo necesita para funcionar bien.

Las semillas de calabaza y de girasol tienen también Omega 3 y Omega 6, según estudios científicos. Además, poseen vitaminas como la E, fibras y proteínas. Generalmente se las consumen en tentempiés, tostadas o en forma de té. Volviendo al caso de la chía o la quinua, se las suele consumir mucho con yogures o ensaladas.

En el caso de los arándanos, las moras o las frutillas, estas frutas tienen un alto contenido de flavonoides. De hecho, el extracto de las mismas se comercializa en forma de medicamentos con la promesa de que contienen una serie de antioxidantes y podrían ayudar a evitar el envejecimiento de las células y, por ende, del cuerpo humano.

Otros productos considerados “superalimentos” no se centran en lo que solo son semillas. El salmón, un pescado que no abunda en Paraguay por ser uno de mar, es uno de los más ricos en cuanto a nutrientes. Es más, su contenido de Omega 3 y 6 es alto y es el mejor alimento que se camufla dentro del organismo como uno necesario para prevenir enfermedades cardiovasculares. El problema: su precio en Paraguay es más elevado que el de los peces de agua dulce. Similar caso es el del aceite de oliva, que contiene las llamadas grasas “saludables”. Basta con decir que estos son elementos clave dentro de la dieta mediterránea y cotidiana en países como Italia o España, donde las expectativas de vida superan ampliamente los 80 años.

Dentro de esta “privilegiada” lista también está el aguacate, que contiene vitamina E y Omega 3; el tomate y el cacao, ambos alimentos con propiedades antioxidantes.

Las investigaciones científicas que se realizan con estos alimentos son clave para conocer si en realidad surten el efecto con el que se les promociona. Un estudio de la revista New Scientist, citado por la BBC, indica por ejemplo que las semillas de quinua, de las que se dice pueden ayudar a bajar de peso, no tienen un sustento científico sólido. Es decir, puede que sí o puede que no.

En el caso de los arándanos, dice este estudio, se encuentran evidencias “prometedoras” de que los flavonoides ayudan efectivamente a enlentecer el envejecimiento de las células, por más de que la cantidad de este químico que ingresa al torrente sanguíneo luego de cada ingestión sea, efectivamente, muy poca.

Evidencias científicas afirman que el consumo de cacao puede estabilizar la presión sanguínea en un corto plazo, pero su consumo no debe ser desproporcionado. Tampoco debe contener azúcar.

Las semillas de chía y quínoa engalanan la última parte del análisis. La chía tiene una tremenda vigencia en nuestro país, incluida en yogures y galletitas. El estudio citado por New Scientist indica que esta semilla está llena de Omega 3, que recordemos es un componente esencial que el cuerpo no produce. Eso sí, se explica que los ácidos de esta semilla están en forma de un componente llamado ácido α-linolénico (ALA) y que el organismo debe convertir en otro tipo ácidos. Y este es un problema, el de la conversión.

Por ejemplo, dice la BBC, las semillas de chía contienen aproximadamente 17 gramos de Omega 3 por cada 100 gramos y un pedazo de salmón aporta aproximadamente 2,2 gramos de Omega 3. Sin embargo, por la conversión en el organismo, los 100 gramos de chía solo su contenido, es decir, 2,2 gramos. En ese sentido, es recomendable convertir y consumir la chía en forma de aceite.

Dos nutricionistas fueron consultados sobre sus puntos de vista en relación a estos alimentos. Se trata de Rodrigo Javier Gabriaguez y de Rocío González.

¿A qué atribuye el reciente fenómeno del consumo masivo de semillas como suplementos nutricionales?

Rodrigo Gabriaguez: El aumento de los estudios científicos que demostraron que algunas semillas como la de lino, sésamo o chía pueden ayudar en el tratamiento de la obesidad y sus complicaciones, prevención de ciertas enfermedades y, con la ayuda de los medios de comunicación, la gente como lo encuentra fácil en el mercado, lo puede incorporar en sus dietas.

Rocío González: Las propiedades de las mismas han dado que hablar, y no es para menos, ya que cuentan con numerosos beneficios, siendo uno de ellos el aporte de fibras, el cual es beneficioso para personas que sufren de tránsito lento.

El consumo de estas semillas o productos en grandes cantidades ¿podría afectar a la salud? Si es así, ¿de qué manera?

Rodrigo Gabriaguez: Todo exceso puede traer alguna contraindicación. Las semillas no son la excepción. Si te pasás en las cantidades, puede provocar desde aumento de flatulencias, diarrea o constipación, este último caso ocurre si es que no se ingiere líquidos de forma adecuada.

Rocío González: Si bien desconozco algún soporte científico relacionado con efectos adversos del consumo masivo, sería conveniente consumirlo como un complemento a la alimentación, es decir, que complete una alimentación variada y equilibrada, no que sustituya a algún alimento como tal.

¿Cuál es su postura personal en relación a estos ‘superalimentos’?

Rodrigo Gabriaguez: Los superalimentos en general son alimentos funcionales, con propiedades nutritivas y medicinales importantes, pero siempre su forma de consumo y cantidades debe ser indicado por un nutricionista o médico especializado en la materia.

Rocío González: Como bien dije, sus beneficios están demostrados, lo recomendaría si fueran necesarios pero en la medida justa, sin exagerar.

¿Cuál cree será la perspectiva e importancia de estos productos como sustento alimentario de cara al aumento de la población mundial? ¿Cree que será una opción?

Rodrigo Gabriaguez: No creo que el problema esté en la falta de alimentos, sí en la forma de distribución. El consumo y la oferta de los alimentos funcionales serán mayores a medida que los estudios avancen y la publicidad aumente. Otra cosa: ningún superalimento contiene todos los nutrientes que el cuerpo necesita. Siempre debe existir equilibrio y variedad en la dieta.

Rocío González: Podría ser una opción, por ser fuentes de nutrientes esenciales en algunos casos, pero siempre como complemento, no como sustituto.

La Secretaría del Foro de Alto Nivel de Expertos “Cómo alimentar al mundo en 2050”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que la población mundial, estimada en más de 7.000 millones de personas, aumente en más de un tercio –2.300 millones de personas– en un cálculo que fue previsto desde el 2009 hasta el 2050.

Esta cifra será menor que en los últimos 40 años, cuando la población creció en unas 3.300 millones de personas, pero no se prevé que exista una menor demanda de alimentos. Se prevé que todo el crecimiento –dice el informe de FAO– se dé en países en vías en desarrollo. Este organismo también anuncia una reducción de las diferencias de ingresos salariales para ese año, aunque no proyecta una “solución a las penurias económica y la malnutrición de la población” mundial.

El cálculo para 2050 es que el consumo anual de cereales para humanos y animales sea de 3.000 toneladas por año, frente a la actual cifra de 2,1 mil millones. Esto obligará a que los países en vía de desarrollo, como nuestro país, dupliquen su producción de cereales. Y es aquí donde la producción de estos superalimentos, específicamente de las semillas, podría jugar un papel importante a la hora de evitar la malnutrición.

La empresa Broterra comenzó a comercializar semillas de chía, amaranto y lino hace dos años, luego de haber iniciado sus operaciones como productores. Esto es lo que contó Paulo Duarte, director general de la compañía paraguaya. El empresario explicó que la comercialización se inició luego de descubrirse una demanda grande a nivel internacional, lo que motivó el emprendimiento. Sin embargo, luego detectaron una gran demanda a nivel nacional. “Hay una tendencia general hacia la alimentación saludable. Existe una cultura de consumo de productos no procesados, no de comidas basuras”, manifestó Duarte.

Broterra hoy en día se precia de ofrecer estos “superalimentos” como productos propios, en paquetes especialmente diseñados, aunque también firmaron convenios con empresas para incluir semillas en otros productos. Así, por ejemplo, la marca Co-op lanzó un yogur con semillas de chía. “También con Alberdín hicimos que ofrezcan tapas de pascualina con semillas de chía”, contó.

La historia con los “superalimentos” no fue fácil. “Era complicado, la gente no conocía”, detalló el empresario. La empresa Broterra ya no solo trabaja con una producción propia, sino que también lo hace con pequeños productores en las zonas de Guayaibí, en San Pedro y el recientemente creado distrito de Maracaná, en Canindeyú. “Mes a mes recibimos información de mercado y notamos que la gente busca cada vez más un estilo de vida saludable”, concluyó.

Fuentes: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Revista Muy Interesante, Centro de Información Científica del Conacyt (Cicco), BBC Mundo. Agradecimientos: nutricionista Rodrigo Gabriaguez, nutricionista Rocío González.

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