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Es casi seguro que el nombre de Crimea no le dijera mucho a la gran mayoría hasta hace casi dos semanas. Desde entonces, ha pasado a centrar la atención diplomática mundial y ha ocupado grandes espacios en los servicios informativos.
Crimea es una república autónoma de Ucrania. Su territorio abarca toda la península que lleva el mismo nombre y se encuentra ubicada principalmente en las costa norte del mar Negro. Tiene un territorio de 26.200 kilómetros cuadrados.
Era el año 1954. Nikita Kruschev se había convertido en el premier de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) luego de una descarnada lucha por el poder en el seno del Partido Comunista Ruso tras las muerte de Iósif Stalin.
Kruschev, recuerda el analista internacional Hugo Saguier Guanes en conversación con ABC Color, era un hombre considerado antistalinista y en el tiempo que le cupo estar al mando en el gigante europeo abolió el culto a la imagen de su predecesor en el cargo.
En varias oportunidades denunció las atrocidades cometidas por Stalin en sus últimos años y señaló que miles de personas honestas habían perdido la vida en aquellos días.
Uno de los pueblos más golpeados por Stalin fue el de Ucrania. Entre 1932 y 1935, el mando comunista provocó una gran hambruna que le costó la vida a un total de 5 a 8 millones de personas.
Tratando de otorgar algún tipo de compensación por aquella situación, Kruschev ordenó la entrega de la península de Crimea a Ucrania que en aquellos días era parte de la URSS, si bien mantenía cierta autonomía financiera, económica y hasta política.
Los años pasaron y en 1991, la Unión Soviética implosionó dando origen a unas nuevas repúblicas como Georgia, Estonia, Bielorrusia y la misma Ucrania que seguía teniendo poder sobre la península.
Mikhail Gorbachov fue reemplazado en la presidencia rusa por Boris Yeltsin. Fue precisamente bajo el mando de éste último que en 1994, Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña firmaron un acuerdo en 1994 por el cual se comprometían a respetar la autonomía del estado ucraniano.
“Se comprometían a respetar la soberanía de Ucrania y no recurrir a la fuerza contra ese país. Es decir contra la integridad de la soberanía territorial ucraniana, salvo en el caso de legítima defensa o por algunos hechos avalados y previstos por las Naciones Unidas”, manifiesta Saguier Guanes.
A 20 años de aquel tratado, Rusia está a punto de incumplir con aquellos con lo que se había comprometido.
La situación comenzó a finales del año pasado, cuando el pueblo ucraniano salió a las calles a protestar contra una serie de medidas del ahora expresidente Víktor Yanukovich, quien terminó huyendo hace algunas semanas a Rusia.
Desde entonces, Rusia ha comenzado una campaña para solicitar la partición de Ucrania.
“El caso de Crimea es un caso muy especial”, señala Saguier Guanes.
Es que si bien la península lleva ya en poder ucraniano seis décadas, es innegable la fuerte influencia geo-política que Rusia ejerce sobre ese territorio. Con particularidad en Sevastopol, un puerto importante sobre el mar Negro.
La ciudad portuaria aloja a la principal flota naval en tránsito del estado ruso. Es por ello que el puerto ruso que se encuentra en esa ciudad es de vital importancia para la superpotencia europea.
Todo esto atendiendo a que las principales autoridades de Crimea son prorusas.
Por tanto lo que actualmente solicita Rusia, con apoyo de las autoridades de Crimea, es llamar a un plesbicito para determinar si la población prefiere ser un estado autónomo, ser la región perteneciente a Rusia o seguir bajo dominio ucraniano.
Las posibilidades son tres. “Pero la más concreta es que Crimea pase a ser parte del estado ruso”, asevera Saguier Guanes.
El analista internacional recuerda que de la población que se asienta en Crimea, un 60 por ciento habla ruso y tiene ascendencia eslava pro-rusa aunque todos en la región son eslavos.
“La situación de Crimea es innegociable para Rusia. No va a poder seguir siendo un territorio autónomo dependiente de Ucrania”, puntualiza.
Si bien el presidente ruso Vladimir Putin lo niega, los hechos dejan en claro que ya hay presencia de tropas rusas en ese territorio. Presentes como grupos paramilitares que responden al comando superior ruso.
“El destino de Crimea ya está prácticamente sellado”, afirma sin titubeos Saguier Guanes.
La pregunta que llega enseguida a la mente es ¿qué pasará entonces con Ucrania?
Rusia es del criterio que de que Ucrania debería dividirse en dos, utilizando como elementos a tener en cuenta el idioma y a las etnias que prevalecen en cada región. El este y el sur ucranianos son pro-rusas.
En la región autónoma del oeste existe una fuerte tendencia nacionalista y a favor de la independencia de Ucrania. “Estamos ante una disyuntiva bastante difícil”, reconoce Saguier.
El presidente estadounidense Barack Obama advirtió días atrás sobre los costos que podría tener una injerencia rusa en las cuestiones internas de Ucrania. Sin embargo, no ha dejado en claro cuáles serían esos costos.
“Parecería ser que Obama está catalogado en la política internacional rusa como un hombre muy débil, irresoluto. Amenazó con bombardear las usinas de bombas químicas de Siria para después echarse atrás”, manifiesta.
También está la cuestión de Edward Snowden, el exespía estadounidense que ayudó a la filtración de una importante cantidad de documentos del gobierno norteamericano. Terminó recurriendo al asilo ruso mientras EE.UU. reclamaba sin éxito que fuera deportado.
El presidente ruso Vladimir Putin, en cambio, se ha convertido en un hombre de gran influencia en la política internacional. “Ha tenido relevancia en Palestina con respecto a la negociación que llevan a cabo los palestinos con los hebreos”, puntualiza Saguier Guanes.
Además, ha formado parte de las negociaciones en Irán con referencia a la creación de usinas nucleares para la obtención de la bomba atómica.
“Rusia, con Putin, ha tenido mucha más relevancia que Obama en los últimos tiempos en las negociaciones en el mundo entero”, agrega.
Las alarmas se han encendido ante la delicada situación que se vive en la península de Ucrania. Algunos comparan el momento histórico con el tiempo en el que Alemania, bajo el mando de Adolf Hitler, decidió invadir Polonia desencadenando así la Segunda Guerra Mundial.
Saguier Guanes, en cambio, se muestra un poco más cauto y asegura creer que el mundo no se encuentra ante las mismas circunstancias históricas ni ante disyuntivas tan radicales como las de aquellos días.
Pero, eso sí, lo que ocurra en Crimea podría generar un desbalance de poder en el mundo entero según el punto de vista del analista internacional.
A partir de lo que ocurra en la península, el destino geopolítico de Europa Oriental sufrirá una serie de cambios. Atendiendo a que Ucrania es la bisagra que une la zona europea con la zona asiática, su futuro será fundamental para la OTAN, la Unión Europea y la misma Rusia.
Saguier Guanes advierte que detrás de los problemas con Ucrania, está también el antiguo drama con Georgia (otro de los estados nacidos tras la extinción de la URSS) por la provincia de Osetia del Sur que tuvo una solución parcial hace apenas algunos años.
Además, no hay que olvidar que Ucrania es limítrofe con países que alguna vez estuvieron bajo dominio soviético.
Estados Unidos y Rusia disputándose la influencia sobre un territorio. Suena conocido y la memoria trae acotación enseguida a los años vividos entre 1945 y 1989 en el periodo conocido como Guerra Fría.
La Guerra Fría fue una confrontación política, económica y social pero no militar frontal entre las dos súperpotencias. Pero ¿se encuentra el mundo realmente ante una situación similar?
“Ya se ha revivido la Guerra Fría, ha reaparecido con este hecho. Hoy estamos iniciando un nuevo período de la Guerra Fría, aggiornada por supuesto a los tiempos modernos”, afirma Saguier Guanes.
Y todo comienza otra vez en Crimea. Es que fue precisamente en esa península donde se firmó el acuerdo de Yalta, a pocos kilómetros de Sevastopol, entre el presidente Winston Churchill (Reino Unido), Iósif Stalin (Unión Soviética) y Franklin D. Roosevelt (Estados Unidos).
Como consecuencia de aquel tratado, soviéticos y estadounidenses se dividieron el mundo en dos pedazos sin considerar las posiciones étnicas, culturales, religiosas o simplemente de costumbres.
“Lo único que se atendió fue el capricho de las dos superpotencias que tenían intereses totalmente contrapuestos”, agrega Saguier Guanes.
En los años de la confrontación no armada se tuvieron tres períodos claves: la contención, la coexistencia pacífica, la distensión. El ciclo se estaría iniciando nuevamente con la contención.
“Rusia desea contener el avance de Estados Unidos y la Unión Europea sobre el territorio ucraniano”, señala. Cabe recordar que la UE se encontraba negociando el ingreso de Ucrania como estado miembro con el expresidente Yanukovic.
Fue precisamente ahí cuando Rusia trató de frenar el acuerdo y se dieron inicios a las protestas que terminaron con el cambio de gobierno. Un cambio que los vecinos de Ucrania no están dispuestos a aceptar.
“Creo que se ha reflotado el tema de la Guerra Fría lamentablemente”, sentencia.
Han pasado ya más de dos décadas desde que -bajo el gobierno de Gorbachov- se diera fin a la existencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Sin embargo, el espíritu de aquellos años aún sigue vigente.
Un ejemplo simple de ello es que el himno ruso sigue siendo el himno soviético. De hecho, su actual presidente Vladimir Putin fue un hombre vital importancia durante los últimos años de existencia de la superpotencia.
Putin fue director de la KGV, el servicio de información soviético. En otras palabras, la contrapartida de la CIA.
“Putin conoce plenamente los artilugios y los tejes y manejes de la diplomacia soterrada y secreta que nosotros, los mortales civiles no conocemos. Él conoce muy bien los bemoles y las teclas que tocar para presionar sin llegar a una confrontación bélica y a una confrontación cruenta”.
De hecho, algún tiempo, un nacionalista ultraradical estuvo visitando Crimea. Su discurso apela a la idea de que Rusia debería formar una nueva Unión Soviética usurpando a las buenas o a las malas el territorio de los países que se habían separado en 1991.
“Putin tiene la idea de hacer revivir el poderío ruso de acuerdo a los planes que tuvieron en su momento Pedro I y Catalina La Grande. Para ellos la gran Rusia debe ser la rectora del mundo como en un momento fue, en cierta medida, la Unión Soviética”, puntualiza.
De hecho, el único presidente post Guerra Fría que no tuvo ese sueño imperial de crear una nueva Unión Soviética fue Boris Yeltsin. Era un hombre de concepción liberal democrática que rompió durante un tiempo con la dialéctica que se había mantenido desde la revolución bolchevique.
De hecho, los 15 estados surgidos tras la disolución del estado soviético nunca pudieron estar totalmente separados de Rusia. La superpotencia supo mantener una serie de presiones sobre ellos.
Por citar, Ucrania tiene una deuda enorme con Rusia por la compra de gas ruso. La deuda, que el gobierno de Putin exige pagar al gobierno provisional ucraniano, supera los 2.000 millones de dólares.
“Pacta sunt servanda” reza una vieja locución latina. Su traducción al español sería “los pactos deben ser cumplidos”.
El aforismo latino se convirtió con el paso del tiempo en una ley universal en el mundo de la diplomacia. Sin embargo, Rusia no lo ha tenido muy en cuenta al tratar de interferir a favor de la división de Ucrania ignorando un tratado de hace 20 años.
“Si se rompe el tratado de 1994 yo creo que la confianza del mundo en las dos superpotencias para lograr el equilibrio necesario y la estabilidad necesaria en el mundo se habrá roto definitivamente”, señala Saguier Guanes.
“En este momento ya prácticamente se ha dado el golpe de gracia a esa confianza con lo que el mundo de la armonía, el mundo de la diplomacia, el mundo de la pacificación, del desarme de los espíritus habrá terminado”, acota.
Y ahora el mundo girará en torno del poder descarnado que, según Carl von Clausewitz, era el motor de la historia cuando afirmaba que “la guerra es simplemente la continuación de la política por otros medios”.
Fotos: EFE - AFP